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Mossos heridos en la segunda explosión de la casa de los terroristas de Alcanar no han sido reconocidos como víctimas

Estado en el que quedó la casa de Alcanar (Tarragona) en la que se produjo el atentado. EFE/Jaume Sellart/Archivo

Oriol Solé Altimira

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Cuando Younes Abouyaaqoub asesinaba a 14 personas en su atropello de la Rambla de Barcelona, varias patrullas de los Mossos d'Esquadra estaban inspeccionando el chalé de Alcanar (Tarragona) que había explotado la medianoche anterior. Los investigadores todavía no sabían que el derrumbe de la casa había sido provocado por los explosivos que confeccionaba en ella los terroristas y que la detonación accidental precipitó los ataques de la célula. Mientras escarbaban en los escombros, se produjo una segunda explosión.

Una decena de mossos d'esquadra y dos bomberos de la Generalitat que sufrieron la segunda explosión en el chalé de Alcanar el 17 de agosto del 2017 han explicado en el juicio de la Audiencia Nacional cómo sucedieron los hechos y las secuelas que han sufrido desde entonces. La segunda explosión ocurrió poco después de que una excavadora se pusiera a desescombrar grandes bloques de piedra. La onda expansiva afectó a todos los servidores públicos que trabajaban en la zona. Pero de los agentes que han comparecido este martes, cuatro no han sido reconocidos como víctimas, como sí ha ocurrido con otros cinco policías y dos bomberos.

Los mossos que han declarado, de seguridad ciudadana, información, investigación y policía científica, han relatado que la tarde del 17 de agosto, poco después de llegar, y cuando la excavadora llevaba dos o tres paladas, se produjo una gran explosión que les dejó a todos aturdidos. “En ese momento te quedas ciego y sordo”, ha rememorado un agente. “Vi caras llenas de sangre”, ha expuesto otro. La mayoría de los agentes tienen secuelas en el oído y pérdida auditiva, además de haber sufrido estrés postraumático y ataques de ansiedad,.

El mosso herido de mayor gravedad tiene reconocida la invalidez total permanente. “Salí corriendo, me encontré a un bombero y a mi jefe y después perdí el conocimiento por lo que me trasladaron el helicóptero al hospital de Tarragona”, ha manifestado el agente.

A pesar de haber sido reconocidos como víctimas del terrorismo, algunos de los agentes que han testificado todavía no han cobrado todas las indemnizaciones por las lesiones sufridas, y otros cuatro no han sido ni reconocidos como víctimas del terrorismo por parte del Ministerio del Interior. Por su lado, uno de los bomberos que ha declarado ha explicado que las secuelas en el oído le han impedido formar parte del grupo subacuático del cuerpo, ya que la inmersión podría ser peligrosa para su salud. El otro bombero sufrió lesiones importantes en una mano y ha sido declarado incapacitado.

Otro de los mossos que ha declarado explicó que él fue el encargado de contar y cargar en un camión las bombonas de gas butano que había en aquel laboratorio de explosivos de la célula yihadista, el mayor descubierto nunca en Europa, y con el que los terroristas pretendían atentar contra la Sagrada Familia, el Camp Nou y la Torre Eiffel. En total encontró 94 bombonas llenas y siete vacías. En la explosión falleció el líder espiritual de la célula, el imán de Ripoll Abdelbaki Es–Satty, quien radicalizó a un grupo de jóvenes de Ripoll, y otro de los miembros de la célula. Uno de los tres acusados en el juicio, Mohamed Houli, resultó herido en la explosión.

Los primeros mossos que se personaron en la casa de Alcanar tras la explosión de la noche del día 16 han testificado que cuando llegaron desconocían que la misma pudiera tener un origen terrorista. Han añadido que tras la explosión procedieron a buscar indicios en el lugar que pudieran esclarecer las causas y que ya al día siguiente, el 17 de agosto, fue utilizada una excavadora para ir retirando escombros hasta que se produjo una segunda fuerte explosión sobre las cinco de la tarde. Entonces se barajaba la posibilidad de que la explosión de la noche anterior se hubiera debido a una explosión de gas. El atropello en la Rambla hizo cambiar la hipótesis: el chalé de Alcanar era el depósito de explosivos de una célula terrorista.

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