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Las armas contra las letras: “Los militares asumieron el núcleo de la represión contra los periodistas republicanos”

Juan Antonio Ríos Carratalá, autor de 'Las armas contra las letras'.

Lucas Marco

València —
21 de enero de 2024 01:01 h

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Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, le ha dado la vuelta a la sartén con su último libro: Las armas contra las letras. Los consejos de guerra de periodistas y escritores (1939-1945), editado por Renacimiento. El título alude, irremediablemente y a la inversa, a la clásica obra Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil (1936-1939), del escritor Andrés Trapiello. Si bien es conocido el papel armado de la literatura durante la Guerra Civil, menos célebre es la represión franquista contra los periodistas republicanos durante la posguerra.

El estudio de Ríos Carratalá (Alicante, 1958), basado fundamentalmente en los sumarios custodiados en el Archivo de Defensa de Madrid, traza las biografías de más de una veintena de periodistas y escritores enfrentados en la posguerra a campos de concentración, cárceles, consejos de guerra, fusilamientos en algunos casos y a un largo olvido posterior durante toda la dictadura y más allá. “El libro busca una reivindicación del colectivo sin ocultar sus limitaciones y contradicciones, pues las víctimas no siempre son héroes”, explica el autor en esta entrevista con elDiario.es.

En las microhistorias que componen la obra desfilan periodistas como el libertario Eduardo de Guzmán, milagroso superviviente de campos y cárceles, o el comunista Manuel Navarro Ballesteros, ejecutado el 1 de mayo de 1940 en las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid. También otros casos más desconocidos como los de los periodistas deportivos Ricardo Ruiz Ferry y José Manuel Fernández Gómez, entre muchos otros.

Además, Juan Antonio Ríos Carratalá destaca el papel de Manuel Martínez Gargallo, “antiguo hombre de letras vinculado con varios de los procesados”, al frente del Juzgado Militar de Prensa. “Los militares asumieron el núcleo fundamental de la represión de los periodistas y de cualquier otro colectivo relacionado con los republicanos”, recuerda el autor.

En el epílogo afirma que la represión franquista “resultó especialmente cruel para los periodistas y los hombres de letras, incluidos los partidarios de los sublevados contra la II República con una trayectoria en la prensa que allanó el camino del golpe de Estado”. ¿Por qué resultó especialmente cruel?

Las sentencias contra 'la gente de pluma' a menudo subrayan la especial responsabilidad de estos procesados porque los vencedores consideraban que habían pervertido, con sus publicaciones, al pueblo español y que una vez iniciada la guerra eran también responsables de la resistencia antifascista por haberla alentado desde la prensa. El relato oficial considera que el pueblo español nunca habría apoyado por su propia iniciativa a la República y equipara, en este sentido, a los periodistas y escritores con los líderes políticos del Frente Popular.

¿Cuántos consejos de guerra contra periodistas ha rastreado y en qué archivos?

La trilogía abarcará unos cien casos de periodistas y escritores procesados, pero es probable que con el tiempo acaben apareciendo más. Hay que tener en cuenta que el número de periodistas profesionales con dedicación exclusiva era reducido, pero había numerosos colaboradores en la prensa que, al mismo tiempo, eran funcionarios, abogados, empleados, militares... La elaboración del listado completo es compleja y estará sujeta a revisión. El núcleo de la documentación utilizada se encuentra en el Archivo General e Histórico de Defensa, de Madrid, pero también he rastreado en archivos militares de Sevilla y Barcelona.

¿Cómo funcionaba el Juzgado Militar de Prensa? ¿Quién lo componía?

Sólo estuvo en funcionamiento durante los primeros meses de la represión, un año aproximadamente, y estaba especializado en el procesamiento de los periodistas, aunque muchos de los mismos acabaron siendo procesados por otros juzgados militares. Simultáneamente, había juzgados especializados en militares, funcionarios y hasta porteros porque se pretendía rentabilizar lo mejor posible la información peculiar de cada colectivo.

Había juzgados especializados en militares, funcionarios y hasta porteros porque se pretendía rentabilizar lo mejor posible la información peculiar de cada colectivo

El de la prensa estaba localizado en la Plaza de Callao, 4, que era la sede de las agrupaciones profesionales de la prensa republicana. Allí, los instructores al mando del juez Manuel Martínez Gargallo –antiguo hombre de letras y vinculado con varios de los procesados– disponían de una amplia documentación para llevar a cabo los procesamientos.

¿Qué papel jugó en la represión?

El papel fue importante por su grado de especialización y también por su dureza, como demuestran los casos de los ejecutados Javier Bueno y Manuel Navarro Ballesteros.

¿Y el Cuerpo Jurídico del Ejército de Ocupación?

La jurisdicción civil prácticamente desapareció durante la posguerra y la militar hegemonizó la tarea relacionada con la represión movilizando a jueces civiles como el propio Manuel Martínez Gargallo. La plantilla del Cuerpo aumentó espectacularmente y, a veces, recurrieron a oficiales que ni siquiera contaban con los requisitos establecidos por la legislación franquista. El papel jugado fue hegemónico porque los militares asumieron el núcleo fundamental de la represión de los periodistas y de cualquier otro colectivo relacionado con los republicanos.

La mayoría han quedado en el olvido porque, entre otros motivos, es difícil el acceso a su obra

¿Cree que los periodistas represaliados han sido suficientemente reivindicados?

La mayoría han quedado en el olvido porque, entre otros motivos, es difícil el acceso a su obra. El libro busca una reivindicación del colectivo sin ocultar sus limitaciones y contradicciones, pues las víctimas no siempre son héroes. Lo importante es que, al final de la trilogía, tengamos una cabal idea de la represión ejercida contra quienes, con más o menos acierto, en lo fundamental ejercieron su derecho a la libertad de expresión.

¿Qué consecuencias sufrieron profesionalmente los supervivientes?

Hay de todo. Muchos sufrieron una 'muerte civil' al salir de la cárcel, con casos verdaderamente dramáticos de alcoholismo o depresión, y otros consiguieron salir adelante con los recursos más variopintos. Las novelas de quiosco cuentan con bastantes autores represaliados, pero también hay otros que trabajaban de 'negros' o en tareas donde pudieran pasar desapercibidos. Incluso algunos de ellos disfrutaron de una situación de estabilidad a partir de los años sesenta, pero con el compromiso de mantener un silencio absoluto acerca de lo sucedido durante la posguerra.

También explica el caso de Ricardo Ruiz Ferry y de José Manuel Fernández Gómez, quizá más desconocidos. ¿Qué hicieron estos dos periodistas deportivos para acabar así?

Colaborar en la prensa republicana. Bastaba que se diera esta circunstancia para ser procesado con independencia de lo escrito y de su temática. Por eso hasta los periodistas deportivos que, además, tenían una militancia política, fueron procesados.

El concepto de 'la tercera España' resulta difícil de ver en aquellos sumarísimos de urgencia

El título de su libro alude irremediablemente a 'Las armas y las letras', de Andrés Trapiello. ¿Cuál es la diferencia entre 'Las armas y las letras' y 'Las armas contra las letras'? 

El libro de Trapiello termina donde comienza el mío. Durante la guerra todavía se puede hablar de una relación entre las armas y las letras, pero a partir de abril de 1939 las armas de los vencedores actúan de una manera despiadada contra las letras, al menos las republicanas. Por otra parte, la obra de Trapiello busca una amplia síntesis, con la correspondiente posibilidad de especulación, mientras que la mía es un trabajo de microhistoria apegado a una documentación siempre presente. Esta diferente metodología es la base de mi matización de conceptos como el de 'la tercera España', cuya concreción resulta difícil de ver en aquellos sumarísimos de urgencia.

Manuel Chaves Nogales forma parte de una generación de periodistas donde hay otras figuras dignas de ser editadas para que resulten accesibles

Se ha reeditado mucho la obra de Manuel Chaves Nogales en los últimos años. ¿Por qué cree que no se ha hecho en el caso de muchos de los periodistas de los que habla en 'Las armas contra las letras'?

La calidad literaria de Manuel Chaves Nogales es incuestionable y destaca entre sus colegas, pero creo que forma parte de una generación de periodistas donde hay otras figuras dignas de ser editadas para que resulten accesibles. Renacimiento, la editorial donde colaboro, está haciendo un trabajo interesante en este sentido, al igual que diferentes pequeñas editoriales. Bastaría recordar el caso de Luisa Carnés para pensar que Manuel Chaves Nogales no fue una isla solitaria en un oceáno.

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