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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La extrema derecha y el alcalde socialista

Alfons Cervera

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Ahí está la fotografía. Un acto de homenaje al líder de la extrema derecha valenciana. Su nombre es de sobra conocido: José Luis Roberto. Tiene un auténtico ejército privado camuflado en una empresa de seguridad. La musculatura de sus centurias se ejercita en su propia red de gimnasios y todos a una se presentan donde haga falta para dejar claro que la democracia es un mal que hay que borrar del mapa como sea. Para esa tropa no hay límites a la hora de salir en manada para cargarse cualquier manifestación pública que no defienda las soflamas fascistas que ellos defienden. El suyo, su partido, responde al nombre de España 2000 y se alimenta del odio a todo lo que suena a demócrata y de izquierdas. Llevan así no sé cuántos años. Campan a sus anchas por donde les da la gana, como si fueran ellos los dueños de la calle.

Su oficio es el del acoso a la democracia y a sus representantes orgánicos e institucionales. Allá donde hay una manifestación pública de los derechos democráticos se presentan ellos para reventar esa manifestación. La sede de Compromís en Valencia, la ciudad de Paiporta y su alcaldesa Isabel Martín, la casa de la vicepresidenta Mónica Oltra, hace unos días el Aplec del Camp de Túria, en Bétera: esos son algunos de los objetivos que nutren a esa tropa de cerebros tatuados con esvásticas y algunos de ellos con el escudo del Valencia Club de Fútbol. La Peña valencianista Yomus es un buen criadero de violentos callejeros contra la democracia. También, en el caso de Bétera y Paiporta, los fascistas de España 2000 gozaron de la complicidad del PP de esas localidades, o al menos de algunos de sus miembros más relevantes.

Para el 9 d’Octubre ya están calentando motores. Nada les detiene. Convocan sus manifestaciones por las redes sociales y les da igual solicitar permiso a la Delegación de Gobierno que no solicitarlo. Las leyes no van con ellos. Hace un año agredieron a quienes participaban en la manifestación del 9 d’Octubre por las calles de Valencia. Hubo identificaciones. Luego, hubo algunas detenciones. Luego, ya ni se sabe en qué punto están esas detenciones y sus posibles juicios. De hecho, uno de aquellos detenidos (uno, que se sepa) sigue interviniendo tranquilamente en los últimos hechos protagonizados por la extrema derecha en diversos lugares de celebración democrática.

Llevamos años preguntándonos de dónde le llega a la extrema derecha esa especie de extraña impunidad. El mismo José Luis Roberto se ríe abiertamente en la cara de la democracia. Lo entrevistan en la tele y se ríe de la democracia. Convoca a sus huestes por las redes y sus soflamas son un auténtico atentado contra la democracia y una amenaza violenta a quienes legal y pacíficamente se manifiestan en el ejercicio legítimo de sus derechos democráticos. Sin embargo, por ahí anda ese individuo con sus amenazas, con su sarcasmo cínico y violento a prueba de leyes y actuaciones policiales.

El 9 d’Octubre está a la vuelta de la esquina. La gasolina del odio ya está envasada para inflamar por las redes sociales de la extrema derecha las calles de Valencia. La Delegación de Gobierno y las fuerzas policiales no sé qué harán. Tampoco sé lo que quiere decir el ministro Grande-Marlaska cuando afirma que reservará espacios públicos para que cada cual celebre el Dia de la Comunitat Valenciana según sus convicciones. Lo que sé es que España 2000 y sus colectivos afines lo que quieren (seguramente lo que harán) es violentar el espacio público por el que transitará la manifestación cívica de todos los años en esa fecha tan señalada para la ciudadanía valenciana. Ojalá me equivoque. Pero no sé…

De momento vuelvo al principio y me quedo con la imagen descorazonadora que ilustra y da título a este artículo. Es un homenaje de gratitud a José Luis Roberto, según él mismo dice, en “reconocimiento por mi contribución a su seguridad en las fiestas de la urbanización El Plantío”. Ahí está la risueña imagen de los protagonistas de ese homenaje. Lo gordo no es que ahí aparezca el líder de la extrema derecha con su placa de homenaje o lo que sea. Lo gordo es que el primero de la derecha, justo a su lado, sea Juan Antonio Sagredo, alcalde socialista de Paterna.

Ahí el señor alcalde socialista, arropando con su abierta sonrisa a quien disfruta organizando acciones violentas contra la democracia y contra las personas, partidos y colectivos ciudadanos que la defienden. ¡¿Qué bien, no, señor alcalde?! Apúntese un diez. O los puntos que usted quiera. O los que le deje apuntarse su compañero de escenario. Al fin y al cabo, él es el jefe, ¿no? Pues eso.

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