Cómo cuidar las varices cuando hace calor y el dolor aumenta

Cómo cuidar las varices en verano.

Eric Santaona

31 de agosto de 2023 22:21 h

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Nuestro sistema circulatorio está diseñado para moverse en un solo sentido, de modo que la sangre cumpla un ciclo completo y retorne de nuevo al corazón. Así, la sangre rica en oxígeno fluye por las arterias impulsada por el corazón con el fin de irrigar hasta la parte más distante de nuestro cuerpo. Del mismo modo, el corazón también ejerce de motor de aspiración para atraer de nuevo la sangre pobre en oxígeno y rica en CO2 a los pulmones y purificarla.

Esta sangre fluye por las venas en un camino que en nuestras extremidades resulta vertical, sobre todo en las piernas. ¿Cómo consigue la sangre subir por el sistema venoso? Gracias que el corazón trabaja como una bomba de aspiración, pero también por la flexión compresiva que hacemos de nuestras piernas y sobre todo por unas válvulas de contención del retroceso que poseen las venas, que solo dejan que la sangre fluya en dirección ascendente y no tenga un efecto de reflujo hacia abajo.

En ocasiones el sistema venoso se debilita por distintos motivos y pierde su elasticidad, con lo que las venas se dan de sí y las válvulas ya no cierran tan bien. Como consecuencia empieza a producirse un reflujo de sangre en sentido de la gravedad que frena a la sangre ascendente. El resultado es que la sangre se estanca en esta zona: ni sube ni baja y ensancha la vena, que se ve abultada. Esto son las varices.

Explica la Clínica Mayo que las varices se dan sobre todo en las piernas porque son la parte del cuerpo que más cuesta irrigar, dada su longitud y su posición contraria a la gravedad en la subida de la sangre venosa. Para facilitar este ascenso el sistema se divide en dos capas, una superficial o venas safenas y otra de venas profundas. Las varices suelen darse en las venas safenas porque son las más expuestas y visibles, pero pueden provenir de las venas profundas. El problema de las piernas, por otro lado, es que es la parte del cuerpo que menos se mueve, que suele estar forzada a posturas laborales fijas y que, a diferencia de los brazos, rara vez opone su posición a la gravedad.

Factores de riesgo

Según un documento de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria firmado por los doctores Santiago Díaz y Eduardo Carrasco, entre los factores de riesgo cabe destacar el génetico: “Algunos trabajos muestran que el riesgo de que los hijos desarrollen venas varicosas es del 89% si ambos padres sufren EVC [Enfermedad Venosa Crónica], del 47% si solo un progenitor la sufre y del 20% si ninguno de ellos tiene evidencia de EVC”.

El sexo se define en el citado documento como el segunda factor de riesgo en importancia, ya que las varices como comúnmente las conocemos (hay otras modalidades, algunas de ellas más graves) son más frecuentes en las mujeres. “Aunque en estudios poblacionales no hay diferencia de sexo, presentando varices con la misma frecuencia hay una mayor incidencia de varices reticulares y telangiectasias [en forma de tela de araña] en la mujer”, puede leerse.

La gestación también es un riesgo determinante: “El embarazo favorecería la aparición de EVC a través de tres mecanismos: los cambios hormonales que tienen lugar durante el embarazo que provocan disminución del tono venoso, el incremento de la volemia y el aumento de la presión intraabdominal que altera el retorno venoso”, explica el documento de Carrasco y Díaz.

La edad es otro factor de riesgo, ya que las venas pierden su elasticidad con el paso de los años, pero también lo son la obesidad, la mala alimentación y el sedentarismo, que contribuyen al envejecimiento celular prematuro.

También son factores de riesgo padecer estreñimiento (debido a un aumento de la presión intraabdominal) la exposición al calor, el llevar prendas de vestir ajustadas, vendajes, cinturones, medias, zapatos, etc. o la ocupación laboral sentados y la toma de anticonceptivos orales.

Varices en verano

Pero es especialmente en verano y en las épocas de más calor cuando las várices pueden manifestarse con más contundencia, en forma de dolor en las piernas, ya que el calor favorece el ensanchamiento de las venas y, por lo tanto, dificulta el retorno sanguíneo, el principal problema de esta enfermedad. Aparte, otros factores pueden influir en la empeoramiento de la enfermedad en esta época del año, como el exceso de sol, con los procesos inflamatorios que conlleva, una dieta que contenga menos fibra y que, por tanto, fomente el estreñimiento y la presión intraabdominal, un mayor sedentarismo en aquellas personas que normalmente tenían oficios con algún requerimiento físico o un nivel de deshidratación más alto debido al calor y la exposición solar.

Es por tanto en estos puntos donde debe incidirse para aminorar el dolor de las varices. Al respecto, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, así como angiólogo y cirujano vascular Armando Chocrón, miembro de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular, ofrecen una serie de estrategias.

En primer lugar el ejercicio físico es fundamental y también en vacaciones hay que procurar andar mucho, subir escaleras, nadar, ir en bicicleta o hacer ejercicios de piernas tumbados en el suelo de modo que se fomente la circulación y la buena elasticidad de las venas. “Es excelente para la circulación venosa nadar tanto en la playa como en piscina”, explica el médico. “También se recomienda caminar en general, incluso a la orilla del mar o dentro del agua, o con el agua del mar a nivel de las rodillas”, añade este especialista.

Debemos evitar fuentes de calor en las piernas: el agua de la ducha o bañera demasiado calientes, pero también la exposición solar prolongada de los miembros afectados. Por contra, utilizaremos cremas protectoras para aminorar los procesos inflamatorios. “Lo más importante es la protección solar alta, que no debemos descuidar, repitiendo su uso varias veces durante el día, en especial si sudamos mucho o nos metemos al agua, aunque se diga que es resistente al agua”, explica el doctor Chocrón. El angiólogo también recomienda “evitar la exposición solar directa en las horas del mediodía, con el sol mas intenso”.

Y de vez en cuando nos aplicaremos frío en las piernas, o bien nos daremos duchas de agua fría y baños frecuentes. El motivo es que el contraste térmico es bueno: el paso de calor a frío más o menos extremo en las extremidades favorece la elasticidad de las venas.

Cuidaremos la deshidratación bebiendo líquido frecuentemente, más si estamos tomando el sol. También tendremos una dieta rica en verduras y fruta y pobre en sal, grasas saturadas, azúcares y picante. El fin es favorecer los procesos digestivos y el tránsito intestinal. Evitaremos llevar pantalones, calcetines o panties excesivamente apretados, pues impiden la correcta circulación de la sangre. Para el doctor Chocrón este aspecto “tal vez sea de los más importantes: beber agua y líquidos”.

Finalmente, procuraremos no estar demasiado rato de pie sin movernos o, al contrario, permanecer muchas horas tumbados en la arena, la tumbona o la toalla de la piscina. Se recomienda romper estas rutinas con paseos ocasionales y flexiones de piernas. “Al final de la tarde, tras un día ajetreado de playa”, recomienda Chocrón, “es bueno elevar las piernas para ayudar al retorno venoso”.

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