¿Cuál es la bebida más consumida en el mundo después del agua? No es el café, sino el té (siguen los refrescos carbonatados y el café en tercer lugar). No es de extrañar, ya que el té es también una de las bebidas más antiguas que se conocen.
El té como bebida tiene su origen en China hace aproximadamente 5.000 años. La leyenda atribuye su descubrimiento al emperador Shen Nong en el año 2737 a.C., pero seguramente se consumían las hojas de la planta del té, Camellia sinensis, desde mucho antes.
Desde entonces, el té se extendió progresivamente a través de Asia y, más tarde, durante el siglo XVII, llegó a Europa y otras regiones del mundo a través del comercio, transformándose en un elemento cultural y ritual que ha evolucionado en variedades y formas de preparación. Esto incluye el té verde, una forma de té que cada equis tiempo se pone de moda en redes sociales bajo la atribución de supuestas propiedades casi milagrosas. La última: considerarlo un “Ozempic natural”.
Bajo esta idea se proponen diferentes estrategias que implican beber un montón de té. Uno de estos remedios 'milagrosos' es la denominada “dieta del té verde”, que consiste en tomar tres tazas de esta bebida al día durante una semana, al tiempo que se sigue una dieta muy estricta de proteínas magras, fruta y verdura, que no supera las 1.500 kcal.
Para el Dr. José Ángel Rufián-Henares, catedrático Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, “es una dieta totalmente desequilibrada y muy hipocalórica. No se pierde peso por consumir té verde, sino porque no se come lo suficiente”.
Rufián-Henares es el autor junto con otros investigadores de la Universidad de Granada de varios estudios sobre los beneficios de té verde y el té blanco en la salud. Estos beneficios se deben, según los científicos, a la presencia de antioxidantes y a su influencia en la microbiota intestinal.
[La denominada 'dieta del té verde'] es una dieta totalmente desequilibrada y muy hipocalórica. No se pierde peso por consumir té verde, sino porque no se come lo suficiente
La diferencia entre el té verde y el té negro
La diferencia principal entre el té verde y el té negro está en el proceso de oxidación de las hojas. En el té verde, las hojas se someten a un tratamiento de calor, como el vapor o el tostado, justo después de cosecharlas, lo que evita la oxidación y conserva su color y compuestos antioxidantes, como las catequinas. En cambio, el té negro se elabora dejando que las hojas se oxiden por completo, lo que les da un color oscuro, un sabor más intenso y aumenta la presencia de teaflavinas y tearubiginas, compuestos también antioxidantes, pero que aportan beneficios distintos a los antioxidantes del té verde.
Aquí es donde radican los beneficios para la salud del té, y en concreto del té verde, que contiene contiene un tipo de polifenoles llamado catequinas. Las catequinas son antioxidantes que ayudan a prevenir el daño celular y proporcionan otros muchos beneficios para la salud.
La catequina más conocida y abundante en el té verde es la epigalocatequina-3-galato (EGCG), que distintos estudios han relacionado con mejoras en los síntomas y marcadores de enfermedades, entre las que se cuentan efectos anticancerígenos, antioxidantes y antiinflamatorios. Los efectos se multiplican en el caso del matcha, ya que esta bebida se elabora con las hojas enteras trituradas, en lugar de en infusión, con lo que el contenido de estos compuestos beneficiosos es aún mayor.
Efectos beneficiosos del té verde
Este efecto antiinflamatorio se manifiesta de diferentes maneras. Por un lado, es neuroprotector, puede beneficiar la cognición, el estado de ánimo y la función cerebral, posiblemente debido a la interacción de dos compuestos: la cafeína por un lado y la L-teanina, que modula el efecto estimulante de la cafeína. En un estudio reciente también se ha asociado el consumo de té verde a un menor deterioro cognitivo en personas mayores.
El té verde tiene a su vez un efecto positivo sobre el metabolismo y la oxidación de las grasas, pero hay letra pequeña. Una amplia revisión de estudios encontró que, en efecto, tomar té verde en combinación con ejercicio puede tener efectos metabólicos positivos, como un mayor consumo de energía en reposo, mayor utilización de la grasa como combustible y, si se combina con ejercicios de fuerza, reducción de los triglicéridos y control del colesterol en personas con sobrepeso.
El consumo moderado de forma diaria se correlaciona con una disminución en la prevalencia de distintas patologías, especialmente aquellas directamente relacionas con la inflamación y otras como la obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares o cáncer. Pero no es por sí mismo un tratamiento
¿Quiere esto decir que tomando té verde tendremos el cuerpo de un atleta? Parece que solo ocurre si, además del té, comemos y entrenamos como un atleta. El té verde por sí solo parece tener un efecto muy reducido sobre la pérdida de grasa.
El té tiene además otros efectos positivos sobre el funcionamiento del organismo, especialmente en la regulación del azúcar en sangre, pero una revisión de estudios comprobó que estos efectos solo se miden a medio plazo, no a largo plazo.
“Es cierto que el consumo moderado de té verde (y blanco) de forma diaria se correlaciona con una disminución en la prevalencia de distintas patologías, especialmente aquellas directamente relacionas con la inflamación y otras como la obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares o cáncer”, confirma Rufián-Henares. “Pero el té verde no es por sí mismo un tratamiento para dichas patologías ni llega a contrarrestar los efectos perjudiciales de una dieta desequilibrada o la falta de actividad física”, aclara.
Los beneficios del té verde también tienen mucho que ver con su influencia en la microbiota intestinal. En un estudio con animales se comprobó que una suplementación con extracto de té verde durante siete días fue suficiente para alterar la microbiota intestinal y la de la piel, con efectos protectores ante la radiación ultravioleta. “Es probable que la microbiota intestinal actúe como intermediario, al menos, de algunos de los beneficios del té verde para la salud”, aclara Rufián-Henares.
“El té verde puede influir en la microbiota intestinal estimulando el crecimiento de especies específicas o impidiendo el desarrollo de especies perjudiciales”, apunta Rufián-Henares. Por ejemplo, el té verde ha demostrado ser capaz de corregir la alteración de la microbiota que aparece en enfermedades como la obesidad o el cáncer. Los compuestos del té también hacen disminuir los compuestos inflamatorios producidos por las bacterias del intestino en estas dolencias.
Según los hallazgos del equipo de Rufián-Henares, el té verde se está empleando también como alimento funcional, añadiendo sus extractos al chocolate blanco, para aumentar el contenido en antioxidantes, o en yogur y galletas. Como aditivo para los productos de carne, los extractos del té pueden impedir el desarrollo de microorganismos indeseables y la oxidación. Sin embargo, no debemos olvidar que, por mucho que nos beneficie, el té no puede compensar una vida poco saludable.
*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.
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