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“Mujeres errantes”, una historia de humillación, maltrato y supervivencia

"Mujeres errantes", una historia de humillación, maltrato y supervivencia

EFE

Gijón —

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La escritora asturiana Pilar Sánchez Vicente (Gijón, 1961) ha enhebrado una historia de humillación, maltrato y supervivencia con un atisbo de esperanza en “Mujeres errantes”, su última novela publicada por Roca Editorial.

La autora quiso “dejar constancia del maltrato y la discriminación” de las tres mujeres protagonistas del relato, que abarca casi un siglo y dos generaciones, para concluir que la autodestrucción y la pérdida de los valores humanos “no sólo tienen que ver con la miseria”, según señala en una entrevista con Efe.

Es, apunta, una novela de “relaciones destructivas” ambientada en el barrio de Cimadevilla, en Gijón, ciudad natal de la autora, con conexiones con Nicaragua a través de la obra poética del sacerdote Gaspar García Laviana.

La escritora afirma que buscó dar testimonio de la situación de extrema pobreza de los habitantes de Cimadevilla a principios del siglo XX y de la generación de los años ochenta montada en la cresta de la ola de las drogas, el sexo y el rocanrol.

“Mujeres errantes” tiene como principal protagonista a Greta Meier, una afamada escritora suiza afincada en Londres, politoxicómana y de amores intensos que regresa a su tierra natal para acompañar en sus últimos días de vida a su madre enferma.

En el lecho de muerte la mujer le confiesa que no es su madre y emprende un viaje en busca de sus orígenes que la lleva al barrio alto de Gijón y la conecta con las mujeres que vendían pescado en las calles.

A principios del siglo XX, Cimadevilla era un reducto de pobreza donde las mujeres se dedicaban a vender pescado o limpiaban las casas de las clases acomodadas del barrio de Viesques.

Greta es una de las tantas hijas de madre soltera que quedó preñada del “señorito” de la casa del barrio rico donde servía y cuando su madre, emigrante en Suiza, descubre que “abre un grifo y sale agua”, decide que hará todo lo que sea necesario para que ni ella ni su hija regresen a su tierra.

La escritora ha dicho que esta historia nació al haber encontrado en un archivo sonoro cintas grabadas de conversaciones de pescaderas de Cimadevilla que narraban sus peripecias.

La novela se fue enriqueciendo con lo que recordaba de los relatos de su tía abuela que también vendía pescado en la calle y con las cartas que un sacerdote jesuita le envió a su padre.

Con todos estos elementos, Sánchez Vicente, elaboró un texto que tiene “tres patas”: la historia de las dos mujeres mayores, la de la escritora que busca su identidad, y la de un sacerdote revolucionario en Nicaragua.

La conexión nicaragüense la encontró durante un viaje a ese país para documentar aspectos de la vida del sacerdote asturiano Gaspar García Laviana, que se sumó a la revolución sandinista, y cuyos poemas de la obra “Cantos de amor y guerra” fueron incluidos en la novela a través del personaje del sacerdote Guillermo Espósito.

La autora de obras como “Comadres”, “La diosa contra Roma” y “Luciérnagas en la memoria”, que trabaja en el archivo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, escribe “en el tren y en los ratos libres” y todas sus novelas “nunca pasan” de las 330 paginas.

“Decidí escribir sobre mujeres al darme cuenta de que están ausentes en los libros de historia mayoritariamente escritos por hombres y así poder darles voz ante tanto silencio”, afirma.

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