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Cerraron el Pérgamo: tenemos las alternativas

Altar de Pérgamo: cinco años cerrado

José Cervera

El Altar de Pérgamo, obra maestra de la escultura griega y cúlmen de su época helenística, superviviente a los siglos y hoy en Berlín tras no pocos traspiés por el mundo, acaba de dejar de estar disponible al turismo. Al menos durante el próximo lustro este tesoro de la Humanidad estará fuera de la vista, debido a una extensa reparación y restauración del museo que lo alberga, el lógicamente bautizado como Pergamon Museum. No se espera que se pueda contemplar de nuevo hasta 2020. Lo cual deja un enorme agujero en nuestras posibilidades de disfrutar de una obra cuya influencia puede detectarse hasta la actualidad en la escultura y la pintura.

La característica principal del Altar es su friso de esculturas de época helenística, probablemente obra del escultor Epígono o su escuela. Construido en la primera mitad el siglo II adC por el rey Eumenes II de Pérgamo para honrar a su padre y antecesor Átalo I ‘Sóter’ (‘salvador’) y destacar los méritos de su dinastía (la de los Atálidas) que surgió en la Anatolia Occidental tras la muerte de Alejandro Magno. Representa una Gigantomaquia, la lucha de los Dioses contra los Gigantes que da origen a la mitología griega clásica, y su estilo entra en el denominado Barroco Helenístico: expresiones intensas, escorzos violentos y ropajes que no enmascaran sino que subrayan las formas anatómicas de los cuerpos. Sus más de 200 esculturas en medio relieve son un verdadero catálogo de la escultura griega de la época. Reemplazar su contemplación no es tarea sencilla, e intentarlo con ciertas garantías conllevará cierto número de viajes por media Europa. Abróchense los cinturones.

- Esculturas del monumento de los Gálatas Vencidos, Roma, París, Nápoles

Antes de que se erigiese el Altar el rey Atalo I ‘Sóter’ había construido en otra zona de la acrópolis de Pérgamo un monumento para conmemorar su victoria sobre los Gálatas, una tribu de origen galo que había invadido Anatolia y sometido a sus habitantes al terror. El monumento original comprendía varias esculturas en bronce de Gálatas muertos, moribundos o suicidándose reunidas en un plinto común, y rendía a la vez homenaje al rey victorioso y a la nobleza de la derrota de los vencidos, algunos de los cuales prefieren matarse antes de aceptar el cautiverio.

Las piezas fueron dispersadas y probablemente fundidas durante la Edad Media pero antes se habían hecho enormemente populares en época romana, por lo que fueron extensamente copiadas en mármol: varias de estas copias romanas han sobrevivido y pueden contemplarse hoy. Muestran muchas de las características que hacen tan especial al Altar de Pérgamo. Lo malo es que están dispersas por Europa.

Gálata Moribundo, Museo Capitolino, Roma

Considerada una obra maestra de la escultura universal, e influencia notable en

autores desde Miguel Ángel en adelante. Encontrada a principios del siglo XVII en Villa Ludovisi, la finca de esta familia noble romana que estaba situada sobre lo que antaño habían sido los Jardines de Salustio que formaron parte de los palacios de los emperadores de Tiberio en adelante. Llama la atención la expresión de desafío en la derrota de la mirada del bigotudo galo, herido mortalmente en el pecho. Se ha interpretado como magnanimidad ante el enemigo derrotado, y su desnudez (tan sólo lleva un torque honorífico) ha sido discutida con profusión.

Copiada incesantemente durante siglos, el Gálata Moribundo se convirtió en los siglos XVIII y XIX en parada obligatoria del ‘Grand Tour’ de los estudiantes británicos; el poeta Lord Byron le dedicó una estrofa de una de sus obras, y Napoleón se lo llevó a París como parte del Tratado de Campoformio tras su invasión de Italia. El año pasado estuvo expuesta temporalmente en Washington. Existen copias (de lo que en origen es una copia) en numerosas ciudades europeas y estadounidenses.

Gálata Ludovisi, Museo Nacional, Palazzo Altemps, Roma

Conocida también como ‘Gálata suicidándose tras matar a su mujer’ esta pieza muestra a un guerrero desnudo que se clava, desafiante, su propia espada en el pecho mientras con la otra mano sujeta el cadáver de su esposa recién muerta.

Apareció en los inventarios de la Familia Ludovisi a principios del siglo XVII, y se supone que proviene de los terrenos de su villa al igual que el Gálata Moribundo. Influyó notablemente en escultores posteriores. Existe una copia en Versalles y algunos moldes de escayola.

Gálata Arrodillado, Museo del Louvre, París

Otra pieza copiada en época romana del conjunto escultórico de Atalo I ’Sóter’; muestra a un joven guerrero desnudo y herido en posición de rodillas; los brazos son reconstrucciones modernas. A este monumento votivo pertenecían también otras piezas cuyas copias están en el Museo de Nápoles: la ‘Mujer Gálata muerta’ y los ‘Gálatas Agonizantes’.

- Friso del Partenón, Londres, Atenas

Dos siglos más antiguo que el Altar de Pérgamo, pero clave en el desarrollo de la escultura griega, el Friso del Partenón de Atenas muestra características artísticas que prefiguran el estilo helenístico más tardío. Creado probablemente por el escultor Fidias entre los años 443 y 438 adC, este friso de más de 160 m. decoraba la parte superior de los muros del edificio que corona la Acrópolis ateniense, y sobrevivió a los siglos en relativo buen estado hasta 1687, cuando reciclado en polvorín por los ocupantes turcos voló, destruyendo buena parte de la edificación antigua.

A principios del siglo XIX el embajador británico ante la corte otomana Lord Elgin adquirió una extensa colección de los restos, que acabaron en el Museo Británico de Londres; son los llamados Mármoles de Elgin. Se calcula que los Mármoles de Elgin suponen el 37,5% de la extensión total del friso; un 14% está disperso por diversas colecciones y el 48% restante está en el Museo de la Acrópolis de Atenas, que expone pocas piezas. La polémica por la exigencia de devolución de estas piezas continúa. Existen moldes en el Museo Ashmolean de Oxford, el Skulpturhalle de Basilea, en la Universidad de Washington (Seattle) y en el Hammersword Park en Sussex (Gran Bretaña).

El estilo es algo más primitivo y severo: se trata de un bajorrelieve relativamente poco profundo que estaba policromado, aunque no se conoce el colorido con exactitud. Se cree que muestra la Procesión de las Panateneas, una festividad cívico-religiosa que se celebraba cada cuatro años en la Atenas clásica, pero no es del todo seguro. Los detalles anatómicos (músculos, tendones), los gestos más realistas, la mayor atención al movimiento y los ropajes ajustados al cuerpo separan esta obra del clasicismo anterior. Copias de fragmentos del friso han influenciado a pintores y escultores de todas las épocas.

- Sarcófagos de la Necrópolis real de Sidón, Estambul

En 1887 excavaciones realizadas por los funcionarios y artistas otomanos Osman Hamdi Bey y Yervant Voskan en las cercanías de la entonces ciudad otomana (hoy libanesa) de Sidón hallaron una necrópolis real de época helenística. En ella aparecieron cuatro enormes sarcófagos tallados de cuatro estilos diferentes; uno egipcio, otro griego antiguo y dos muy particulares y de gran interés. Uno es el llamado Sarcófago de Alejandro, que tiene bajorrelieves donde este rey es protagonista. Y el otro es un sarcófago de estilo licio muy influenciado por el Friso del Partenón. Ambos están en el Museo Arqueológico de Estambul, donde el primero es la pieza estrella.

Sarcófago de Alejandro

Este sarcófago de mármol pentélico evoca en su forma un templo griego, y está

rodeado por un friso muy elaborado que estuvo policromado, como demuestran algunos restos; su estado de conservación es excepcional. Se cree que fue tallado hacia el último tercio del siglo IV adC. Una de las caras largas muestra a Alejandro combatiendo en la Batalla de Issos, acompañado según algunas interpretaciones por su amante Hefestión y Perdicas.

En la contraria Alejandro y sus compañeros cazan leones. Las caras cortas muestran una escena de caza del rey Abdalónimo, nombrado monarca de Sión por Alejandro, y la otra la Batalla de Gaza. En un primer momento se pensó que podría tratarse de la perdida tumba del propio Alejandro Magno; luego se creyó que el sarcófago era la tumba de Abdalónimo, pero posteriormente se ha descartado y se piensa se construyó para un noble local.

El realismo de las escenas, las poses y los gestos; el dinamismo de la composición y los ropajes ajustados a los movimientos del cuerpo delatan su estilo helenístico temprano.

Sarcófago licio de Sidón

Este ejemplar, en cambio, tiene la tapa abovedada en forma ojival típica de las tumbas de este reino de la Anatolia meridional. En las caras cortas pelean dos centauros, mientras en la tapa hay esfinges; en las caras largas aparecen una caza del león y otra del jabalí. Es del siglo V adC, y su estilo más primitivo y las poses estereotipadas lo emparentan con el Friso del Partenón.

- Ara Pacis Augustae, Roma

Ara Pacis Augustae

Erigido en Roma como monumento a la diosa Pax y altar de sacrificios en su honor por el Senado romano al regreso de Augusto tras sus victoriosas campañas de la Galia e Hispania, entre los años 9 y 3 adC. Mucho más pequeño que el Altar de Pérgamo, el Ara Pacis dispone de dos puertas, una anterior para el oficiante y otra posterior para los animales a sacrificar (un carnero y dos bueyes cada año), y estaba situado en el Campo de Marte. Sus muros están recubiertos de decoración en bajorrelieve; floral en la parte inferior y alegorías y procesiones en la superior. De las cuatro alegorías sólo se han conservado dos, una dedicada a la mítica fundaciópn de Roma por Eneas y otra a la Tierra rodeada de símbolos de prosperidad, en homenaje al nuevo emperador.

La propia familia de Augusto aparece en una de las procesiones, claramente inspirada en los Frisos del Partenón pero con rasgos estilísticos típicamente romanos, como la mayor sobriedad de gestos y el más estricto orden de la composición. El friso combina alto, bajo y mediorrelieve para dar sensación de profundidad, y es de una calidad excepcional. Se ha conservado en buena parte porque tras muchos siglos de completo abandono las ruinas fueron recicladas para cimentar el palacio de Humberto I con los relieves hacia en interior, lo que los protegió de los elementos. Su restauración debe mucho a las ansias de Mussolini por emparentar su régimen con la Antigua Roma. Hoy el monumento está cubierto por un edificio diseñado a propósito por el arquitecto Richard Meier para protegerlo de la contaminación de la ciudad moderna.

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