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The New York Times destapa el largo historial de acoso sexual de un pez gordo de Hollywood

Harvey Weinstein, el productor acusado de un historial de acoso sexual en Hollywood

Mónica Zas Marcos

Es un rey a las sombras de los focos de Hollywood. Ha producido taquillazos como El discurso del rey, The imitation game o Carol, hay directores de la talla de Tarantino que le veneran y actrices que se han referido a él como a un Dios, como hizo Meryl Streep este año en su discurso de los Globos de Oro.

El fundador de la productora The Weinstein Company, Harvey Weinstein, se ha servido de su imperio para mover los hilos de la industria de cine más poderosa del planeta, pero no sería lo único para lo que ha hecho uso de su poder.

The New York Times publicó anoche un artículo con el que llevaba amenazando al magnate durante meses. La cabecera de Manhattan le acusa de décadas de acoso sexual tras recopilar “docenas” de testimonios de los empleados de su compañía y de las víctimas, entre las que se encuentran secretarias del propio Weinstein y actrices de Hollywood.

Según el diario, el productor chantajeó durante 30 años a varias mujeres para que cumpliesen sus deseos sexuales a cambio de un empujón en sus carreras. Ocho de ellas habrían llegado a acuerdos económicos extrajudiciales. Harvey Weinstein ha reconocido algunas de estas conductas en un comunicado remitido esta madrugada al Times.

“Sé que la forma en la que me he comportado con mis colegas durante años ha causado mucho dolor”, ha dicho en una muestra de arrepentimiento pública. “Estoy tratando de hacer las cosas mejor, pero sé que aún me queda mucho por recorrer”. Pocas horas después anunciaba un descanso al frente de la exitosa productora, justo cuando se empiezan a presentar las películas con posibilidades al Oscar y donde su empresa siempre ha tenido un palco preferente.

A pesar de admitir que está acudiendo a terapia para “corregir [su conducta] sin rodeos”, Weinstein ha dejado el asunto en manos de sus abogados, quienes han anunciado acciones legales contra The New York Times. Confirman que el productor “niega muchas de las acusaciones como claramente falsas” y que la investigación está llena de “declaraciones difamatorias”.

De visionario a tiburón sin tacto

Su apuesta por largometrajes que aunasen lo mejor del cine independiente con un potencial para arrasar en taquilla le sacaron del anonimato. La prensa de Estados Unidos le empezó a tratar en los años 80 como a una estrella más de la alfombra roja, alguien a quien entrevistar y de quien exprimir todo tipo de anécdotas con la flor y nata de Hollywood.

A partir de los 90, y con los primeros éxitos de público y crítica como El paciente inglés, Chicago o Shakespeare in Love, empezó a extenderse un retrato menos amable de Weinstein. Apodado como Harvey Manostijeras, sus brutales ediciones de las películas dibujaron una nueva imagen de tiburón empresarial que no respetaba el trabajo de los cineastas.

Sin embargo, su reputación terminó de empañarse en 2015, tras una denuncia por acoso sexual de la actriz italiana Ambra Battilana. Durante una reunión de trabajo, Harvey Weinstein le habría tocado los pechos y las piernas a la joven, pero la policía investigó el caso y un juez descartó presentar cargos contra el empresario. Para calmar el ruido mediático, la productora presentó un detallado código de conducta en el que incluía varios apartados sobre acoso sexual.

Tirando de aquel hilo, The New York Times siguió un reguero de extrañas filias conocidas por los trabajadores de The Weinstein Company, quienes afirman que el millonario “escogía a mujeres vulnerables para ofrecerles mejores puestos o diferentes opciones laborales”.

Entre los testimonios también se encuentran los de la actriz Ashley Judd, que habría vivido un episodio de acoso con el productor hace veinte años, mientras rodaba El coleccionista de amantes. Al llegar a su hotel para un desayuno de trabajo, Weinstein le abrió en albornoz y le preguntó si podía darle un masaje u observarla mientras se duchaba.

Más recientemente, una de las empleadas afirma que en 2014 también la invitó a su habitación del Beverly Hills Hotel para ofrecerle sexo a cambio de un ascenso. Un año después, su secretaria habría sido coaccionada para darle un masaje desnudo.

Aunque gran parte de las acusaciones pertenecen a los últimos años, precisamente cuando la compañía alcanzó la categoría de imperio, Harvey Weinstein recalca en el comunicado que, cuando entró en el sector en los años 60, “las reglas sobre el comportamiento en el ambiente laboral eran muy diferentes. Así era la cultura entonces”.

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