Pilar Palomero cambia las niñas por las madres adolescentes en una firme candidata a la Concha de Oro
Las directoras españolas han cambiado la forma de retratar ciertos temas que, hasta hace poco, solo contaban los hombres. Daba igual que algunos de ellos ni siquiera los conocieran de primera mano, la visión que llegaba era la masculina, y con ello se creaba un imaginario que no tenía nada que ver con la realidad. Desde que las mujeres han empezado a contar sus historias, la mirada sobre temas como la maternidad ha cambiado radicalmente. Se acabaron las historias romantizadas, los partos de ensueño, los bebés que nacen ya criados… Por primera vez hay verdad, complejidad y aristas.
Da miedo pensar qué hubiera pasado si un hombre se hubiera atrevido a hablar de un tema como el que aborda La maternal, la película de Pilar Palomero presentada en el Zinemaldia Festival de San Sebastián y que habla de las madres adolescentes que son tuteladas en un piso en el que 'aprenden' a criar a sus hijos, una labor que no deberían hacer niñas de su edad. Palomero se enfrenta al asunto sin juzgar a estas madres, sino colocando su cámara a la distancia justa para captar su verdad. Casi con pudor, dejando que sean ellas las que cuenten historias que van desde los abusos hasta el desconocimiento. Todas tienen algo en común, ninguna pudo abortar al darse cuenta de su embarazo más tarde de lo que permitía la ley.
Palomero juega a mezclar realidad y ficción. Coloca en el centro de su artefacto una historia escrita por ella, la de la joven Carla, que se queda embarazada de su mejor amigo, para luego rodearla de jóvenes madres que cuentan sus historias reales. La larga escena en la que ellas le cuentan a la protagonista sus experiencias y termina con el rostro de Carla llorando es una de las escenas más poderosas que ha dado la ficción española este año.
La directora, que triunfó con Las niñas —ganando el Goya a la Mejor película—, retrataba en aquella el paso a la adolescencia, en esta salta a la maternidad de chavalas que deberían estar tomando sus primeras copas y yendo a las discotecas en vez de aprendiendo a dar el pecho. En ambas hay algo en común, la importancia de la educación sexual. La maternal ha emocionado en San Sebastián, y la ovación que se ha llevado todo el equipo en la rueda de prensa es, de momento, la más larga y calurosa que se ha escuchado, lo que la convierte en una clara candidata a la Concha de Oro.
La primera media hora de La maternal es brillante, el inteligente uso de la directora de la elipsis consigue que el filme cuente la escena de sexo y hasta el parto sin mostrarlo, con un elegante y brillante montaje que nos coloca ya en el centro del conflicto, con una niña condenada a ser madre sin que ella lo haya elegido. Una vez pasa la estupenda escena la película se enroca en sí misma. Se atasca y se vuelve algo reiterativa. Uno pide más de estas auténticas secundarias de lujo, que iluminan el relato cada vez que aparecen.
Pese a todo Palomero consigue momentos tremendamente hermosos y conmovedores como el baile de Carla con su madre a ritmo de Estopa. Un filme que se asienta, además, sobre la interpretación de Carla Quílez, un torbellino secundado por una excelente Ángela Cervantes. Una película que no tiene miedo a ser antipática, como lo es la realidad, y a la que sí se le puede acusar de ser demasiado tibia al abordar el tema del aborto, que deja para demasiado tarde y reducido a una simple conversación o su ambigua escena final. Pese a todo, La maternal es un salto de gigante de Pilar Palomero, que consigue una película mucho más madura y compleja que Las niñas.
Mujeres que nunca se ven
Pilar Palomero acudió a San Sebastián acompañada por todas las chicas de La maternal. Alguna de ellas nunca había cogido un avión, y por supuesto, ninguna había estado en un festival de cine. Compartir todo con ellas está siendo la mejor experiencia de todos. Lo asegura pocas horas antes de presentar la película y nerviosa, sin saber la excelente acogida del filme. Tiene claro que con La maternal muestra a mujeres que normalmente no se aparecen en el cine, y eso se lo dijeron las propias protagonistas.
“Me lo decían ellas, no solamente las que aparecen en la película. He hablado con muchísimas más mujeres y también me lo decían. Todas me hablaban del juicio social, de cómo su entorno las ha juzgado muchísimo por haber sido madres adolescentes, cuando es algo que obviamente ellas no habían planificado. Ha sucedido y han tenido que tirar para adelante con todo. Yo creo que por su parte sí que había muchas ganas de reivindicar eso y mostrar cómo es esta realidad, porque sí que tenemos muchos prejuicios, porque yo lo he notado cuando me preguntaban de qué iba la segunda película, y eso me animaba más. Ojalá sirva como para romper esos prejuicios y mostrar esto que es una realidad que sucede y que haya un embarazo adolescente al final es nuestra responsabilidad como sociedad, hay que poner las herramientas para que no suceda”, dice Pilar Palomero.
Todas me hablaban del juicio social, de cómo su entorno las ha juzgado muchísimo por por haber sido madres adolescentes, cuando es algo que obviamente ellas no habían planificado
Mientras que con Las niñas contó algo que conocía de primera mano, en La maternal se ha adentrado en un mundo que, a priori, le era ajeno, algo que le provocaba un miedo que cree que era importante sentir. “Hay que tenerlo y trabajar desde ahí. He cuidado todo muchísimo, he intentado ser siempre muy respetuosa, muy honesta, muy cuidadosa y rodearme de unas personas que me guiaran. Por ejemplo, Carol es educadora, ha sido la educadora de ellas en el centro y ella tiene un papel en la película que hace de educadora también. También ha sido mi asesora en todo el proceso de escritura, ha estado siempre en el set y yo creo que ese miedo, que creo que es importante, se quita en el momento en el que te aproximas al tema con muchísimo respeto”.
Deja claro que el tema del aborto no está escondido, sino que en este caso, en el que el personaje de Carla se entera de que está embarazada ya de cinco meses, “el aborto no es una opción”. “Y una cosa que he descubierto en este proceso de documentación, que esto es superhabitual, es que cuando saben que están embarazadas el aborto ya no es una posibilidad porque ya han pasado los tres meses y creo que esto está muy ligado, obviamente, a la falta de educación sexual que existe, y ojalá la película pueda plantear esta reflexión, este debate. A mí me parecía importante que estuviera en la película y aparece en este momento que era una escena en la que la propusimos más como una charla distendida en la que todas íbamos hablando, incluso yo, sobre nuestras experiencias y nuestras opiniones”.
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