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A favor y en contra de que Marie Kondo ponga en orden nuestras vidas de forma compulsiva

A favor y en contra de Marie Kondo

Mónica Zas Marcos / María Ramírez

Uno de los propósitos más repetidos en las listas de todo el planeta es el de hacer una limpieza general. Lo mismo da si es de armarios de ropa, de pinceles para acuarela o de sartenes, lo importante es empezar el año sabiendo que no moriremos sepultados por una avalancha de cacharros al abrir cualquier puerta de nuestra casa.

Netflix lo sabe y por eso ha estrenado la serie ¡A ordenar con Marie Kondo! el mismo día de Año Nuevo. La nueva propuesta de la plataforma se adapta al formato estrella de la terrealidad de Estados Unidos -el de los cambios radicales- para transformar los hogares de familias con síndrome de Diógenes. Para ello cuentan con la ayuda de la gurú del orden, escritora de best-sellers con más de 10 millones de copias vendidas e impulsora de un exitoso canal de Youtube donde desgrana su método Konmari.

El programa cuenta con ocho episodios en los que la japonesa ofrece breves trucos a los protagonistas para desechar todo lo que no les causa felicidad. También enseña a doblar camisetas y calcetines, a organizar archivadores y a reducir a más de la mitad el menaje del hogar. Por si quedaba alguien sin conocerla después de la publicación de su libro La magia del orden, en 2014, Netflix ha improvisado una solución: Marie Kondo es oficialmente el fenómeno en redes de la primera semana del año.

Ahora bien, ¿es tan esclarecedor su método como invitan a pensar los datos? No nos terminamos de decidir, por eso dedicamos el primer duelo del año a su figura. Como siempre, queremos leer tu opinión en los comentarios, y no te olvides de participar en la encuesta final.

Llevo tres años doblando los calcetines sin hacer con ellos una bola. Ésta es una de las lecciones del libro de Marie Kondo para que no “sufran” por el elástico, no se deformen y ocupen menos. Siempre he sacado toda la ropa encima de la cama antes de decidir qué quedarme y qué no, pero desde que leí su libro lo hago por “categorías”, una buena manera de apreciar que hay demasiadas faldas, demasiados vestidos, demasiados bolsos. Desde que empecé a doblar las camisetas en plan raro para almacenarlas de manera vertical en el cajón, las estoy redescubriendo en lugar de ponerme siempre las mismas dos encima de la pila.

Estos tres trucos han hecho mi vida mejor en la rutina diaria, que es la que cuenta. A diferencia de la mayoría de gurús de la felicidad, los consejos de Marie Kondo son prácticos y, mientras te los crees o no, ya tienes el armario ordenado.

Yo también pensaba que este libro lo podría haber escrito mi madre. Pero no. Si una japonesa novel que casi no habla inglés ha vendido 10 millones de copias y tiene un programa estrella en Netflix es porque ha conseguido dos logros que a mi madre no le se ocurrieron: sistematizar el proceso y hacerlo agradable gracias al objetivo de hacerte más feliz. El criterio para quedarse o no con la montaña de objetos que tenemos alrededor no es el clásico “es fondo de armario”, “por si acaso” o “por lo que me costó”. ¿Te hace feliz o no? Suena cursi, pero ¿qué mejor criterio puede haber?

Todavía no le he dado gracias a los vestidos por su servicio ni he hecho circulitos en el suelo para presentarme a una casa, pero reconocer la conexión emocional que tenemos con lo que usamos a diario es apreciar más nuestro entorno.

La idea de fondo del orden compulsivo es afrontar nuestro consumo compulsivo, que probablemente es más grave. No vale con donar ropa, cuya producción es una de las principales causas de contaminación del planeta: hay que comprar menos. Y elegir más.

Sólo regalo o dono libros repetidos o de reconocida irrelevancia, pero el análisis de qué hay en la biblioteca y por qué también es útil. El supuesto ideal de quedarse con 30 libros, en realidad, es una caricatura de Marie Kondo porque su consejo es guardar lo que te haga feliz, sea la cantidad que sea.

Las ganas de reducir a Marie Kondo a un cliché tienen mucho que ver con el estereotipo de madre ordenada y pesada que está normalizado y que deberíamos actualizar. La última estrella de Netflix tal vez ayude a descubrir que el orden ni es femenino ni es un capricho.

Asumir que Marie Kondo podría haber sido nuestra madre, o cualquiera de nosotros, es de una arrogancia supina. ¿Quién no ha sentido la necesidad de organizar las camisetas por tonalidades del Pantone alguna vez? ¿Y quién no se ha desesperado al no encontrar la de color Lirio de tigre y las ha lanzado todas al fondo del armario? Quizá podríamos haber sido Marie Kondo, pero solo Marie Kondo es capaz de amasar millones sonriendo con dulzura a Diógenes.

No hay datos sobre las personas que ha salvado el método Konmari del caos, pero desde luego ha convencido a 10 millones para comprar su libro La magia del orden en cuarenta países distintos. Sin entrar a valorar la calidad de un manual de autoayuda que combina filosofía oriental y feng shui, la magia de esta gurú del orden se reduce a plegar las camisetas como un burrito y a no emparejar calcetines distintos con un estampado similar (una guerra que Kondo debería dar por perdida).

Puede que estos consejos sean valiosos, pero la filosofía del método gravita entorno a una idea compleja: asociar los objetos a la felicidad. Y no lo dice de forma metafórica. En la serie de Netflix, ¡A ordenar con Marie Kondo!, la japonesa invita a los protagonistas a agarrar las cosas, acercárselas al pecho y sentir que se elevan sus células cuando las ven. En inglés lo llama sparkle joy (felicidad centelleante) y ella la muestra cerrando los ojos con una expresión pueril y lanzando algún que otro gritito.

El objetivo es llenar la mayor cantidad de bolsas de basura posibles aprovechando que es difícil sentir chispas de emoción al abrazar los últimos pantalones que compramos en rebajas. Nadie puede negar que, al menos en la serie, transformar casas que parecen vertederos en algo parecido a un hogar minimalista produce paz. Pero ni siquiera Kondo influye demasiado en este proceso. Ella solo va, les dice amablemente que tienen mucha porquería, les enseña a hacer una matrioska de cajas, y les da la enhorabuena por acumular montañas de bolsas de basura en el porche al final del proceso.

A dónde va después esa cantidad ingente de desperdicios es algo de lo que no se ocupa Marie Kondo, pero que convendría tener en cuenta. La cultura de la desechabilidad no es la respuesta al consumismo extremo. Tampoco lo son las donaciones a la caridad.

Y, volviendo al sparkle joy, una de las medidas más polémicas de su método es la de conservar solo 30 libros en casa. Los libros y los documentos personales son quizá los únicos objetos capaces de provocar la borrachera materialista que describe Kondo y, sin embargo, les quiere aplicar un ERE. Como dicen en The Guardian, la literatura no debe provocar solo felicidad, sino también perturbación e incomodidad, por eso necesitamos una librería llena y desordenada.

Es tristemente cierto que acumulamos infinidad de cosas que no necesitamos y que este excedente está dañando el planeta. Pero no es algo que haya descubierto Marie Kondo (y para ser justos tampoco se jacta de ello). Como en todo, lo útil sería aplicar algunos consejos y no dejarse llevar por los fenómenos. Porque, al fin y al cabo, tú eres el único que debe encontrar la camiseta color Lirio del tigre y estar a gusto con una caótica estantería llena de libros geniales.

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