Santi Balmes, escritor y líder de Love of Lesbian: “Desde Catalunya vemos las costuras que España no se ve a sí misma”
“Si pensáis que estoy loco, me estáis subestimando”. Esta es una de las instrucciones que Santi Balmes ha plasmado en el prólogo, rebautizado como Aviso a lectores-navegantes, de su nueva novela, Un día en mi cabeza. Canciones para gente (no) muy normal (Lunwerg, 2024). El líder de Love of Lesbian propone una banda sonora particular para cada capítulo de su libro, con recomendaciones para levantarse de buen humor, desconectar de una reunión por Zoom o irse a dormir.
El resultado es un compendio de reflexiones en las que lo cotidiano, trascendental y hasta escatológico se entremezclan para hablar de asuntos tan dispares como la manera en la que ha cambiado la forma de escuchar música, lo “democráticos” que son los gemidos o la situación de Catalunya.
A la comunidad autónoma en la que nació en 1970 dedica un episodio, en el que la compara con “un transexual cuyo tratamiento hormonal se ha quedado a medias. Los catalanes, debido a las hostias como panes que nos hemos llevado durante toda la historia, apenas hemos sido dueños de nuestro destino y esa es, precisamente, nuestra asignatura pendiente”. El escritor explica a este periódico que su máxima preocupación es que la cultura de su tierra, en catalán, “no desaparezca”. De ahí a que entre sus planes esté publicar un disco en esta lengua.
El cantante ha anunciado esta misma semana que la banda publicará su próximo disco el 11 de octubre, del que este viernes ha lanzado un primer adelanto, Contradicción, junto a Rigoberta Bandini. Por el momento se desconoce el título del álbum, más allá de que será un “homenaje a la amistad” y que coincidirá con el 25 aniversario del debut del grupo, Microscopic Movies, lanzado en 1999.
¿Cómo ha sido plasmar en un libro 24 horas en su cabeza?
Relativamente fácil. Si tradujéramos el pensamiento a algo verbal, a través de una impresora por ejemplo, igual habría ruidos. Emociones multisensoriales, olores, sensaciones... Si hubiera escrito el libro hoy habría sido radicalmente diferente, por las cosas tan random que pasan en nuestras cabezas dependiendo del día. No tuve una idea preestablecida. Dije: “Voy a dejarme llevar y a usar la libre asociación”.
¿Por qué pensar que está loco es subestimarle?
No deja de ser una frase que me hizo gracia cuando me vino a la cabeza. Más que encontrar un diagnóstico de algo crónico, es una cuestión más de las situaciones en las que piensas: “¡Qué loco estoy!”. Tengo picos en los que me sorprendo de cómo he podido llegar a algo, y en otros en los que soy perfectamente analítico, o hasta robótico, lavando platos por ejemplo.
A sus 24 horas les ha añadido una banda sonora. ¿Escucha tanta música en su día a día?
No. Pero sí que cuando lo hago, es de manera mucho más concentrada que en el libro, en el que al final circunscribo unas canciones a unas emociones. Hay una trampa para que sea lo más ameno posible. En mi día a día hay mucho silencio. Hay unos cuantos compositores que viven más en silencio que sus fans. Hay que recurrir mucho a él para poder sacar esa melodía que está sonando a un volumen muy bajito dentro de tu interior. O poder escuchar cosas que te vienen del exterior. Si estás todo el rato con música, es muy invasivo. El silencio es una gran arma para pensar, reflexionar, componer, para todo.
También reflexiona sobre la propia música. Dice que ahora la escucha es menos sectaria, y que está basada mayoritariamente en playlists.
Ahora no se indaga tanto en una única banda, y menos en escuchar un disco. Lo sé por mis hijas, que son una 'generación playlist'. Cada generación ha nacido con unas armas. Nosotros con un aparato de cedés o vinilos, y esta se ha criado con playlists, sin un elemento físico donde poner la música.
¿Esto es algo en lo que piensan al componer ahora?
No ha sido el único cambio. Nosotros nos criamos escuchando discos enteros, pero eso no quiere decir que esa sea la única verdad. Ahora hay quien dice: “Es que la gente joven saca canciones sueltas”. ¿Y qué? Lo importante es que sean buenas. Es muy arbitrario decir que antes se hacían trabajos más conceptuales. También había óperas de Wagner que duraban cuatro horas, ¿eso te da en sí un valor añadido? En los setenta había discos de 40 minutos que eran una auténtica basura y otros que fueron obras maestras. El formato se usará para hacer el bien o una terrible arma de destrucción masiva dependiendo de cada creador.
El otro día lo hablábamos en la banda, mirando cuál iba a ser el orden del próximo disco. Hasta ahora era algo muy importante para nosotros, la segunda era la segunda por algo. Pero nos preguntábamos: “¿De verdad creemos que esto importa ya?”. Pensamos en el fan que sigue escuchando la música con un cierto orden, pero sabemos que luego se va a disgregar, que ese tema se escuchará desde fuera. Tenemos que ser conscientes y aceptarlo. A mi todo me parece bien. No soy talibán de una manera de hacer las cosas.
Igual que este libro es muy de hacer scroll. Responde a la dispersión de cuando en Instagram te pones a ver vídeos que te van saltando y que no tienen nada que ver. Mi asociación de pensamientos tiene algo que ver con esto. He ido a coquetear con esa manera tan dispersa que tiene ahora el ser humano de consumir información.
Ahora hay quien dice: 'Es que la gente joven saca canciones sueltas?'. ¿Y qué? Lo importante es que sean buenas
No se ha cortado en ser escatológico, explícito y en hablar de cualquier tema, ya sea la situación en Catalunya o lo que se siente cuando está tranquilamente en casa y los vecinos se ponen a mantener relaciones sexuales. Da la sensación de que se ha dado toda la libertad que ha querido.
Luego me doy cuenta de que soy demasiado libre. Y de que la gente se sorprende y escandaliza por cosas que a mi no me escandalizan tanto. A través de la lectura que se tiene del exterior de: “¡Hala, ha escrito que se sienta en la taza del váter!”. Me escandalizo y me avergüenzo de mí mismo a través de la sensación de pudor que tienen los demás acerca de lo que yo escribo. Cuando yo lo estoy haciendo, no lo noto en absoluto. Debe ser que estoy más chalado y tengo menos prejuicios que los demás, o que realmente tengo una tara y necesitaría ponerle filtros o límites a mis cosas.
¿Cómo se es demasiado libre? ¿En qué mundo vivimos para que sentirse libre sea raro?
Es que es eso, en qué mundo vivimos. A mi no me lo parece, pero con según qué tipo de reacciones a mis comentarios veo que cada vez vamos más hacia una homogeneización del pensamiento, de lo que es lo políticamente correcto. Eso me asusta mucho. Estamos creando una especie de inconsciente colectivo y de monstruo censor que me llama mucho la atención. Porque no es a través de una dictadura, una iglesia o un ente que esté oprimiendo y condicionando lo que es correcto e incorrecto. Es a través de la opinión general de todos.
Se ha llegado a un entente cordiale, de decir: “Esto se puede decir, esto no”. Y yo, que quizás aún vengo de frenada de otras épocas en las que estábamos mucho más chalaos y éramos mucho más incorrectos, me preocupa que ahora esta autocensura degenere en una homogeneización del pensamiento y en una falta de creatividad. Hay que coquetear con lo incorrecto y los límites para ser creativo, cuestionar el poder. Cuando gobiernan los tuyos, también. Tienes que estar a la contra todo el rato para estar siempre en una cierta situación de incomodidad.
Estamos creando un monstruo censor que no viene de una dictadura o una iglesia que esté condicionando lo que es o no correcto, sino a través de la opinión general
¿Qué tal se lleva con el calificativo 'polémico'? ¿Qué convierte a una persona en polémica?
No soy del todo idiota aún. Sé cuándo me estoy metiendo en jardines, en cada momento. Eso lo sé. Lo que aún no dominamos mucha gente que por nuestro trabajo nos dedicamos a contestar entrevistas es a tener a ese policía o abogado al lado diciéndote: “Recuerda que esto que estás diciendo, cuando lo veas escrito, te va a parecer una salvajada”. Porque en un contexto de confianza y de lenguaje oral, la comprensión, el entre líneas, se explica todo mucho más.
En el libro habla con franqueza sobre lo que es ser catalán.
Claro que a mis cincuenta años puedo hablar tranquilamente de lo que es mi tierra, cómo es su parte positiva y la negativa. Desde allí le vemos las costuras que España es incapaz de verse. Y vosotros desde aquí podéis ver las costuras de allí, y también podéis tener razón porque desde dentro es imposible verte. Nosotros la tenemos suficiente como para ver a Rajoy, Ayuso o Aznar desde una distancia absoluta. Lo mismo que desde este sector con Puigdemont o Junqueras.
Expresa que necesita que el conflicto se resuelva pero, ¿le vale que sea de cualquier manera?
He llegado al punto en el que lo único que realmente me preocupa, haciendo también autocrítica porque sé que tengo que hacer más cosas en catalán; es que la cultura de mi tierra, en catalán, no desaparezca. Eso para mi induce una manera de pensar, de sentir, de querer. El resto me parece mucho más secundario. Lo que pasa es que habrá gente de mi tierra que dirá que para que esto suceda, lo mejor es que pase lo otro. Por nuestra parte, deberíamos saber vendernos mejor porque nos vendemos fatal y caemos de culo.
Los catalanes deberíamos saber vendernos mejor porque nos vendemos fatal y caemos de culo
¿Cuánto de cerca está entonces un disco en catalán?
Es algo más emocional y cero material. No creo que vaya a ser mi disco más vendido. Soy perfectamente consciente. Hay algo de mala conciencia, mucho. Estoy trabajando en eso porque no puedo hacer un acto creativo a partir de una mala conciencia. Es un mal punto de inicio.
¿Puede ser que simplemente no le apetezca?
Es que sí que me apetece porque soy catalanoparlante de familia. Queda mal decirlo, pero yo aprendí a hablar en castellano por la televisión y cuando fui al colegio. Allí conocí a gente que resulta que hablaba en castellano. En los setenta no había televisión en catalán. Estaba Chicho Ibáñez Serrador, el Un, dos, tres... responda otra vez. No era una lengua desconocida porque te llegaba por todos lados. El catalán realmente estaba prohibido. Pero mi lengua familiar es todo el rato el catalán.
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