“¿Organizó usted el GAL, señor González?”
“Supone el GAL un nuevo dolor de cabeza para el Gobierno que preside?”. “Es una prioridad absoluta”. “¿A qué teme el señor presidente?”. “A estas alturas a nada ni a nadie”. Se produce un aparte. “Algunas explicaciones tendréis que dar”. “Lo que está haciendo Pedro J. desde El Mundo no tiene nombre. Bueno, sí lo tiene, es un juicio paralelo. Mire, ir a la sede del PSOE me da dolor de cabeza”.
Esta entrevista y posterior conversación entre el periodista Iñaki Gabilondo y el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, se produjo en 1994 a pie de calle. Los periódicos, especialmente El Mundo, atizaban día sí y día también con el caso más flagrante de terrorismo de Estado en la democracia española –las declaraciones de Amedo y Domínguez, la presión sobre Rafael Vera, que había sido secretario de Estado de Seguridad, y José Barrionuevo, ministro de Interior cuando se produjeron los hechos-, y el PSOE, sobre todo, González, se encontraba en su momento de mayor combustión: quemado, agobiado y casi sin salida, con un Partido Popular hincándole los dientes y con una Izquierda Unida ejerciendo presión desde el otro lado.
La escena da ahora comienzo a la obra de teatro Las guerras correctas, dirigida y escrita por Gabriel Ochoa y producida por el Teatro del Barrio que narra cómo se gestó y realizó la posterior entrevista del 9 de enero de 1995 en Televisión Española de Gabilondo a González. El periodista vasco, con un estilo próximo a la que hizo David Frost a Richard Nixon sobre el Watergate en 1977, disparó ante 7.716.000 espectadores (un espectacular 42,5% de share) la pregunta ¿Organizó usted el GAL, señor González? Esa tan traída X que quedó sin respuesta.
Relación entre periodismo y política
Relación entre periodismo y políticaEl montaje se estrena el 5 de febrero en el Teatro del Barrio de Madrid, seguido de un coloqui con el mismo Iñaki Gabilondo y el periodista Ignacio Escolar. Se nutre de música noventera como la de Los Planetas, recuerda al éxito de la pasada temporada Ruz-Bárcenas (sobre el interrogatorio del juez al extesorero el 15 de julio de 2013), ya que también es una fabulación de hechos reales donde el texto debe mucho a lo que los propios Gabilondo y González hablaron aquella noche en televisión.
El director y dramaturgo, Gabriel Ochoa, que hace siete años ya realizó la obra Cero Responsables sobre la impunidad de los responsables políticos de la tragedia del metro de Valencia en 2006, decidió poner en marcha Las guerras correctas en 2013, ya que “me parecía un antes y un después en las relaciones entre la política y el periodismo”, cuenta a eldiario.es. Para ello contactó con el propio Gabilondo quien le dio muchas de las claves que ahora se pueden ver sobre el escenario.
Porque más allá de los GAL esta es una obra sobre el periodismo y la política, sus intereses y cómo eran entonces sus relaciones (y lo que han cambiado). De ahí que sobre el escenario –casi minimalista, con un par de sillas y dos teléfonos fijos de entonces– haya cuatro personajes: González, interpretado por Manolo Solo (que ya hizo del juez Pablo Ruz), Gabilondo, en la piel de Luis Callejo, Alfredo Rubalcaba, en manos de Chani Martín, y Jordi García Candau, cuyo papel ha recaído en César Tormo.
“Rubalcaba tenía que estar porque era el portavoz del Gobierno entonces y fue quien acompañó a Felipe a la entrevista. Era una época en la que no había asesores como ahora. Además, hay un momento en la obra en la que se dice que desde entonces y casi hasta ahora no ha habido comida, rueda de prensa o conspiración en la que no haya estado Rubalcaba”, explica Ochoa.
García Candau, entonces director de RTVE, fue el que propuso la entrevista a Gabilondo, que en esos momentos no era de la casa, y es el que maniobra para que salga adelante. “Y él creyó que salió bien, que Felipe salió reforzado”, añade el director, que también tuvo la oportunidad de hablar con García Candau para esta obra, además de con el periodista de El Mundo Rodrigo Terrasa.
Teatro documental sin juicio
Teatro documental sin juicio Los dos personajes principales son González y Gabilondo. Son los que se hallan en medio de una entrevista que fue “más un interrogatorio, dura y en un contexto en el que el presidente estaba acorralado”, afirma Ochoa. Cuenta cómo minutos antes de ella, González y Rubalcaba “se habían tragado” un telediario en el que “el 70% del contenido iba de los GAL”.
¿Cómo interpretar a estos protagonistas que aún siguen chispeantes en el imaginario colectivo? Para Callejo (Gabilondo), “el periodista es un lobo solitario al que admiro por su independencia y valor. Al final es una ficción, pero hemos tenido que apretar las clavijas para meter más presión”. En el caso de Manolo Solo, que también es andaluz como González “y eso ayuda”, el peligro es “caer en la imitación”. Su misión es la de transmitir a un hombre “que se convierte en un actorazo en esa entrevista, lo único que hace es negar continuamente. Y la gente le creyó”, señala Solo.
Rubalcaba, el hombre en la sombra que llegó a llamar a Gabilondo para preguntarle si habría muchas preguntas sobre los GAL (y a lo que el periodista contestó, “si es breve cabrán muchos más temas”), queda retratado como “el socialista que ofrece el discurso de los logros del socialismo y que critica la continua autoflagelación de la izquierda”, afirma Chani Martín. Un lugarteniente que quizá ya soñaba con ser capitán algún día. Por su parte, García Candau es el hacedor, con tintes felipistas, que buscaba crear un programa de entrevistas “en una época en la que la relación entre el periodismo y los políticos parecía más honesta”, añade Martín.
Precisamente, con este mensaje juega la obra de teatro. “Ahora tenemos un presidente que habla a través de una tele de plasma, no hay preguntas en las ruedas de prensa”, apostilla Martín. Sorprende quizá que el tema tratado sea el de los GAL, que hasta ahora no ha tenido ninguna representación en el teatro, a pesar de haber pasado ya veinte años. Todo lo contrario que ha sucedido con ETA, que incluso ya se trata en clave de comedia.
“Es un asunto con el que parece haber habido un gran pacto de Estado. ¿Por qué Vera y Barrionuevo fueron indultados con el PP? Hay muchas preguntas sin respuesta”, señala Gabi Ochoa. La obra, no obstante, no emite juicios sobre la guerra sucia. Ni siquiera para los socialistas. “Se trata de ofrecer datos para dar a conocer nuestra Historia y entretener”, dice el director. Al fin y al cabo en eso consiste el llamado teatro documental, y en este caso no se obvia un cierto punto cómico, casi de vodevil. Eso sí, el título de la obra ya da que pensar porque, ¿qué guerra es correcta?