Stella Nyanzi, la poeta más 'grosera' de Uganda: “En Alemania soy libre por fin”
Los primeros días de la nueva vida de Stella Nyanzi en Alemania no han estado exentos de dificultades, desde ver la televisión y navegar por Internet en un idioma diferente hasta encontrar una escuela idónea para sus tres hijos adolescentes. En su segundo día en el país, la familia fue a comprar “chaquetas gruesas, guantes y bufandas” para pasar el duro invierno bávaro. Para sus gemelos de 14 años, que han vivido toda su vida en el África subsahariana y que se empeñaron en llevar 'crocs' sin calcetines en el vuelo, las temperaturas bajo cero han supuesto un duro baño de realidad.
Sin embargo, han sentido una profunda sensación de alivio. La académica, poeta y activista Nyanzi, de 47 años, decidió abandonar el país después de que sus irreverentes escritos sobre el presidente ugandés, Yoweri Museveni, la llevaran a la cárcel en dos ocasiones.
Ha sido aceptada en un programa de escritores en el exilio auspiciado por la asociación de escritores PEN, en su filial de Alemania, y no tiene intención de volver a Uganda mientras Museveni, de 77 años, esté en el poder. Y aunque le preocupa cómo se van a adaptar ella y sus hijos a la vida en Múnich, el sentimiento de libertad la impulsa a seguir adelante.
“Como soy una mujer de pensamiento libre, gritona y sin pelos en la lengua que dice lo que piensa, creo que una de las mayores alegrías de mi nueva vida es que podré criticar la dictadura de Museveni sin temer por mi vida”, afirma.
“No sentir el aliento de los hombres de voz gruesa al otro lado del teléfono. Y que me amenacen por Internet, pero saber que las amenazas no me alcanzarán, es realmente un alivio. Sé que va a ser difícil [en cuanto a] los aspectos prácticos. Pero, Jesús, ¡la sensación de libertad! La libertad de no tener miedo a las represalias y a los castigos, simplemente porque uno se niega a alabar a la dictadura, es alucinante”.
“Puedo con el invierno y el frío y una lengua difícil, y la comida es un poco diferente. Pero soy libre. Ya sabes: al menos soy libre. Mis hijos no tienen que temer que vayan a pasar más noches con mamá en la cárcel o encerrada en una celda de una comisaría simplemente porque escribí un post en Facebook o porque escribí con demasiada dureza sobre un dictador que se merece que se escriba sobre él con dureza. Así que esto es la libertad de no tener miedo, mucho más que la libertad de hacer. Es un gran alivio tener plena libertad”.
Encarcelada por sus poemas
Esta semana, la atención internacional se ha centrado en otro intelectual crítico con el presidente de Uganda, el novelista Kakwenza Rukirabashaija, cuyo libro The Greedy Barbarian (El bárbaro codicioso) se ha considerado una sátira de la Uganda de Museveni.
Rukirabashaija, de 33 años, ha sido acusado a principios de enero de “comunicación ofensiva” por unos tuits sobre el presidente, que ya acumula seis mandatos, y sobre su hijo. Ha permanecido detenido durante dos semanas en un lugar no revelado antes de quedar en libertad bajo fianza. Su abogado afirma que fue torturado.
A Nyanzi, la experiencia de Rukirabashaija le resulta familiar. En 2017, la exprofesora universitaria estuvo en prisión durante un mes tras referirse a Museveni como “un par de nalgas” y durante casi 16 meses el año siguiente por escribir un poema que describía la vulva de la madre del presidente de diversas formas grotescas. (“Yoweri, dicen que ayer fue tu cumpleaños./ ¡Qué día tan dolorosamente feo!/ Ojalá la mata de vello púbico sucio llena de piojos que creció por todo el chichi sin lavar de Esiteri te hubiera estrangulado al nacer./ Te hubiera estrangulado igual que los largos tentáculos de la corrupción que sembraste y regaste en nuestra economía sangrante”).
Nyanzi había intentado abandonar Uganda para irse a Kenia en enero de 2021, tras perder su candidatura para ser elegida representante de las mujeres en Kampala. Pero, atascada en un mar de trámites burocráticos, regresó a su país a los pocos meses, tratando de pasar desapercibida. Entonces, a finales de diciembre, Rukirabashaija fue detenida después de que hombres armados derribaran las puertas de su casa y se la llevaran.
“Y pensé: a la mierda el silencio”, dice Nyanzi en una conversación telefónica desde Múnich. “No podemos quedarnos callados ante tanta brutalidad. Y me puse en marcha de nuevo”. En respuesta, dice, volvieron las amenazas y los mensajes intimidatorios.
“Grosería radical”
Para cualquiera que la haya visto mostrar sus pechos en protesta por una sentencia de cárcel o salir de esa cárcel vestida con una diadema y un fajín declarando “FUCK OPPRESSION”, es difícil imaginar que Nyanzi no haya sido nunca una activista política. Pero, según ella, no fue hasta los últimos años cuando encontró su causa.
Su primera muestra de disidencia consistió en protestar desnuda en la universidad. Desde entonces, adoptó la tradición anticolonialista ugandesa de la “grosería radical” como herramienta contra la opresión. Es, según ella, muy eficaz, sobre todo si se trata de una madre respetable y de una académica universitaria.
“Mis seguidores me han dicho: tal vez la grosería radical no destituya a Museveni. Y yo les respondo: tal vez la intención no sea utilizar la poesía grosera y mostrar unos grandes pechos en público para derrocar a Museveni; tal vez la idea sea invitar a otros a atreverse a agujerear esta enorme capa de sobreglorificación de un semidiós poderoso e intocable y, si muchos de nosotros hacemos pequeños agujeros, tal vez el poderoso tronco del árbol caiga. No lo sé”. Y añade: “Muchos no aprueban mi forma de protestar pero yo no busco la aprobación”.
Cuando la poetisa fue a Kenia en 2021, hubo una reacción de sus compañeros de la oposición, que la acusaron de “abandonar el campo de batalla” antes de que la lucha estuviera ganada, y ella prevé una censura similar ahora.
Pero, tras años de vigorosa participación en la lucha, cree que ha llegado el momento de dar prioridad a sus hijos. Además, se siente más libre para criticar a Museveni desde la seguridad de Alemania. Para el presidente, por tanto, es poco probable que haya una tregua. “Ahora que estoy fuera del país, tengo una mayor responsabilidad... de escribir, hablar y mi voz”, afirma.
¿Volver a su país?
El programa Escritores en el Exilio del PEN, financiado por el gobierno alemán, tiene una duración de hasta tres años. Algunos de sus participantes, aunque no todos, solicitan asilo político en el país.
¿Cree Nyanzi que volverá alguna vez a su país? “Uganda es mi hogar. He reservado un espacio para que me entierren junto a mi padre en nuestro pueblo”, dice. “Tenemos un hermoso sol ecuatorial; no tenemos invierno ni nieve. Tenemos piñas y plátanos dulces; no tenemos alimentos congelados. Recogemos mangos de los árboles y los comemos. Me gustaría volver y vivir así, pero tampoco quiero que mis hijos duerman solos por la noche porque su madre está en una celda de la cárcel simplemente porque ha escrito un poema contra Museveni”.
Y añade: “Espero volver porque tengo trabajo que hacer en Uganda... Quiero propiciar un cambio, contribuir a la construcción de la nueva Uganda post Museveni. Sin embargo, no quiero vivir con miedo simplemente por ser yo misma... No quiero matar mi voz interior. Mientras sea peligroso hablar, mientras sea peligroso escribir libremente, no quiero estar en Uganda”.
Traducción de Emma Reverter
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