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La crisis bancaria golpea a las entidades europeas en plenos exámenes de resistencia de los supervisores

Fotografía de archivo de la oficina de la Autoridad bancaria Europea (EBA).

Diego Larrouy

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Cuando las cosas van bien para el sector bancario y la economía, la regulación y la supervisión tienen un escaso protagonismo. Sin embargo, este aumenta cuando llegan mal dadas para la banca y arrancan las dudas. Las entidades europeas se encuentran actualmente inmersas en sus periódicas pruebas de resistencia. Unas pruebas que ganan mayor relevancia por producirse en pleno terremoto financiero que en las últimas semanas ha golpeado a la banca de un lado y otro del Atlántico, que ha arrastrado consigo a varias entidades estadounidenses y una suiza.

El análisis que se realiza en Europa se hace cada dos años y este 2023 estaba señalado en el calendario. Un calendario que arrancó el 31 de enero y se prolongará hasta finales de julio. Durante estos meses, la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) está analizando la capacidad de resistir de los bancos europeos a una hipotética crisis económica grave. La prueba estaba prevista desde 2021, cuando se realizó la última, pero toma especial relevancia en un momento en el que dar confianza sobre la estabilidad del sistema se vuelve clave.

Los supervisores financieros europeos, el Banco Central Europeo, la EBA y la Junta Única de Resolución, emitieron este lunes un comunicado en el que quisieron dar respaldo a la banca del continente tras el colapso del Credit Suisse. “El sector bancario europeo es resistente, con sólidos niveles de capital y liquidez”, aseguraba la nota hecha pública pro estos organismos. Las pruebas de resistencia son una de las piezas clave del sistema de supervisión unificada en Europa del sector bancario.

La EBA, en respuesta a este medio, asegura que el calendario para los test de estrés “no ha cambiado” por el shock que ha vivido en las últimas semanas el sector financiero. “La prueba de resistencia es una herramienta importante para evaluar la resiliencia de los bancos de la UE ante perturbaciones graves y, como tal, será valiosa para identificar áreas residuales de incertidumbre, también en el entorno actual”, señalan fuentes del organismo supervisor. 

Las pruebas de resistencia son una herramienta de supervisión que supone en enfrentar al balance de los bancos a escenarios de crisis económica que pudiera llevarles a pérdidas, problemas de morosidad o caída del negocio. Ganaron relevancia especialmente tras la crisis financiera de 2008. En los últimos días se ha vuelto a poner el foco en medidas como ésta en el caso del Silicon Valley Bank. La entidad californiana esquivó, gracias a una rebaja de la regulación, la realización de estos exámenes, entre otras medidas supervisoras.

En Europa, bancos del mismo tamaño o incluso significativamente más pequeños sí tienen que pasar con estos análisis de los supervisores. De hecho, las pruebas de 2023 serán las que analicen un mayor número de entidades. Serán 70 los bancos de la Unión europea y Noruega los que tendrán que presentarse a los test de estrés que realiza la EBA. Son 20 grupos más que los analizados en 2021. Suman el 75% de los activos del sector bancario europeo.

Son los principales exámenes, pero no los únicos. A los que realiza la EBA se suman los que hace el Banco Central Europeo para otras 42 entidades de menor tamaño. Estas pruebas tratan de medir igualmente la resistencia de los bancos con menor relevancia sistémica, pero sus resultados se publican posteriormente de manera menos detallada que los de la EBA. En España son 10 grupos los que se presentan a estos exámenes. Ocho lo harán en las pruebas que realiza la EBA: Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Unicaja, Bankinter, Kutxabank y Abanca. Otros dos, en las que realiza el BCE: Ibercaja y Cajamar.

La EBA anunció a finales de enero las condiciones y el modelo del examen. Se trata, no solo del año con más participantes, sino también el que les enfrentará a una hipótesis de caída del PIB más fuerte de los que ha realizado el organismo que preside el español José Manuel Campa. Analizará la resistencia, en base a las cuentas de los bancos en 2022, ante los posibles shocks económicos y financieros para el periodo entre 2023 y 2025.

La metodología de la EBA fue trazada antes de la actual crisis financiera. Estas turbulencias en el sector bancario mundial tienen distintas causas, algunas de ellas por los graves problemas internos de alguna entidad a la hora de controlar sus riesgos. Si bien, los analistas han puesto sobre la mesa que la puntilla la ha puesto la subida abrupta de los tipos de interés por parte de las autoridades monetarias durante el último año, desde que arrancara la guerra. Este es precisamente uno de los elementos analizados por las autoridades europeas en estos exámenes.

Caída del PIB del 6%

En concreto, la EBA expone a los bancos a una hipótesis “poco probable” para evaluar su resistencia. “El escenario adverso se basa en una narrativa de hipotéticas tensiones geopolíticas, con una alta inflación y tasas de interés más altas que tienen fuertes efectos adversos en el consumo privado y las inversiones, tanto a nivel nacional como mundial”, señaló hace unas semanas la EBA al presentar los exámenes. Este escenario supone una reducción del PIB de la UE del 6% en tres años, que aumente la tasa de desempleo en 6,1 puntos en este periodo y que la inflación este por encima de la hipótesis más plausible, superándola en tres puntos en 2022 y en 1,5 puntos en 2025. Además, como novedad este año, analizará las exposiciones de los bancos a determinados sectores y su posible impacto en el futuro por el agravamiento de la economía.

Se habla de examen, de test o de prueba de resistencia aunque la EBA, en realidad, no pone notas a los bancos. Si bien, analiza cómo evoluciona su capital frente a los activos que tiene calificados según su riesgo. Esto da un porcentaje, conocido como CET1, que sirve para comparar entidades en el continente. El pasado ejercicio, en 2021, todavía con los efectos de la pandemia, participaron cuatro bancos españoles (Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter). No estuvieron CaixaBank y Unicaja, quienes correspondía por tamaño, por estar inmersos en sus respectivas fusiones.

Todos ellos pasaron estas pruebas de resistencia, más suaves que las de este año según detalla la EBA. Sin embargo, Sabadell fue uno de los bancos con peor porcentaje en el caso del escenario adverso, junto con el italiano Monte Dei Paschi. Además, de este cuarteto únicamente Bankinter lograba tener una situación superior a la media europea. Solo Alemania, Italia e Irlanda obtuvieron en aquel ejercicio peor nota en su conjunto que la banca española.

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