La llegada del crucero más grande del mundo desata otra batalla contra el turismo masivo en el Mediterráneo

Varias ciudades del Mediterráneo se han organizado a partir de la llegada a sus puertos del Symphony Of The Seas, el mayor crucero del mundo. Denuncian las consecuencias sociales y medioambientales de la masificación turística. El megacrucero, de la empresa Royal Caribbean, es capaz de albergar 9.000 personas en sus 362,10 metros de eslora.

En Barcelona se ha celebrado una manifestación este sábado, día en que el Symphony Of The Seas, un crucero de reciente creación, ha partido por primera vez para hacer su ruta por el sur de Europa. Los manifestantes han recorrido el centro de la ciudad, desde La Rambla hasta llegar al puerto, pero no han podido acceder a él por un cordón policial. Con esta, son dos las manifestaciones convocadas en Barcelona: el pasado jueves, varias asociaciones exhibieron una pancarta con el lema “Stop cruises Bcn” en frente del megacrucero.

En Palma, la protesta de este domingo ha contado con la participación de una treintena de entidades. Amadeu Corbera, presidente de GOB Mallorca, destaca que Baleares “no puede asumir más turistas”: “Los locales sufrimos un bombardeo turístico totalmente inasumible. El turismo de cruceros contribuye a la gentrificación y la turistificación y convierte a las ciudades del Mediterráneo, como Palma, en un parque temático con tiendas de souvenirs”.

Unión entre ciudades europeas

Daniel Pardo, miembro de la Asamblea de barrios por un turismo sostenible, comenta a eldiario.es que las ciudades del Mediterráneo se han unido contra el turismo masivo: “En Marsella, el próximo destino del Symphony Of The Seas, estaban previstas unas acciones de concienciación social, que no se celebrarán por la huelga de transportes en Francia. Pero el crucero irá después a La Spezia, a Civitavecchia y a Nápoles, donde es muy probable que encuentre protestas”.

Además, Pardo prevé que la temporada turística que está al llegar albergará muchas acciones contra “la lógica del crecimiento continuo”: “Entre diferentes ciudades del sur de Europa hemos organizado jornadas, congresos y fórums, tejiendo así una red de ciudades mediterráneas contra la turistificación. En las próximas semanas presentaremos las acciones proyectadas”.

Cruceristas: muchas fotos, poco desembolso

Corbera recalca a eldiario.es que, con el actual modelo turístico, los habitantes se convierten en “un mero atrezzo para hacer bonito”. “Los cruceristas no consumen en las tiendas tradicionales, solo vienen a observar la ciudad, a comprar dos o tres recuerdos típicos del sitio y a hacerse unas cuantas fotos”, comenta. “De tal modo, están unas horas en la ciudad, la saturan y no dejan dinero alguno”, añade.

Baleares, un territorio limitado geográficamente por su insularidad, sufre especialmente los problemas de saturación. Según el IBESTAT, la población flotante del archipiélago llegó a las 2.078.276 personas en agosto de 2017 (en concreto, el día 9 de ese mes). Es un incremento del 86%, teniendo en cuenta de que la población censada es de 1.115.999 personas. El GOB Mallorca ha calculado que, en un solo día de verano, pueden llegar a Palma 30.000 cruceristas de golpe.

Contaminación por mar y aire

Corbera también critica el impacto medioambiental de los cruceros, los cuales “no paran sus motores mientras los turistas están visitando las ciudades y, por tanto, no paran de tirar agua sucia al mar y de emitir CO2 a la atmósfera”. Dice que la capital balear “ya está lo suficientemente contaminada con los coches que tiene como para tener que aguantar estos megacruceros”.

La asociación Terraferida, que también participa en la protesta de este domingo, publicó en Twitter varios cálculos sobre el impacto medioambiental del megacrucero. Entre otros, comentó que los seis generadores del Symphony Of The Seas consumen 14'9 toneladas de fuel cada hora, una cantidad de combustible que permitiría que 5.655 coches hicieran el trayecto Palma - Manacor. Además, en tres días de funcionamiento, es capaz de consumir más electricidad que un pueblo entero en un año (tomando como referencia la localidad de Sant Joan, Mallorca).

Dos millones de cruceristas en Baleares

No es la primera vez que un megacrucero atraca en los puertos de las islas o de Barcelona. Por ejemplo, en 2016, el crucero más grande que llegó fue el Harmony of the Seas, con 361,80 metros de eslora, nacionalidad de Gran Bahamas y perteneciente también al grupo turístico Royal Caribbean.

En 2016, según los datos del Ports de Balears, 1.957.429 personas llegaron en cruceros turísticos al archipiélago. La mayoría de ellos (1.630.381) desembarcaron en Palma, el principal puerto de las islas. El crecimiento del número de cruceristas que visitan Baleares ha sido exponencial en los últimos quince años. Por ejemplo, en 1994, las islas recibían tan solo 185.768 pasajeros (97.444 de ellos, en la capital).

Ports de Balears, organismo de carácter público y encargado de la gestión de los puertos de las islas, comenta que “el tráfico de cruceros ha afectado negativamente en la percepción del ciudadano”. También dice que el turismo de cruceros “no es ajeno a un nuevo debate colectivo como consecuencia del impacto de su rápido crecimiento y alteración de determinadas inercias en los lugares de destino”.

Sin embargo, la Autoridad Portuaria afirma que “los cruceristas son especialmente visibles” y que “por ello se les atribuye unas características de saturadores en algunas zonas atractivas de Palma”. También sostiene que el número de pasajeros que llegan en cruceros a Baleares cada año “no llega al 2%”.

Coto al turismo

Desde el GOB Mallorca piden a las administraciones que reduzcan el número de turistas que llegan a Baleares: “Hemos sobrepasado los limites de carga, como le sucede a los contenedores”, dice Corbera. Además, recrimina que el Govern balear impulse medidas a favor del medioambiente (como la Ley de Residuos o la Ley de Cambio Climático) pero que después no ponga coto al turismo.

Por su parte, el Ajuntament de Palma comenta a eldiario.es que está “trabajando de manera conjunta con las navilleras y con la Autoridad Portuaria para reducir y controlar el tránsito de cruceros y, sobre todo, para evitar la coincidencia en un mismo día de un número exagerado de barcos”. “Queremos una ciudad de éxito y no que muera de éxito”, matizan.

Aun así, comentan que “el turismo es el motor de la economía balear” y que “precisamente por ello” es necesario “gestionarlo sin alterar la convivencia entre residentes y ciudadanos”. “El turismo siempre será bienvenido, a pesar de las acusaciones de turismofobia de algunos sectores”, concluyen.

Precariedad laboral rodeada de ocio y diversión

El macrocrucero Symphony Of The Seas alberga hasta “siete barrios” dentro de él. Ofrece a los turistas todo tipo de actividades e instalaciones: toboganes acuáticos, salón de videojuegos, simuladores de surf, paredes de escalar, tirolinas, canchas de baloncesto, pista de patinaje sobre hielo, gimnasio, un jardín exterior, 5 piscinas con solárium, 10 jacuzzis, un parque acuático y cine en 3D.

La compañía presume en su página web que su barco, “el más grande e innovador del mundo”, tiene hasta 20 locales gastronómicos. También alberga varios salones, discotecas y bares -en uno de ellos, los camareros son robots que “sirven unos cócteles exclusivos mientras bailan al ritmo de la música”. Además, en el Symphony Of The Seas hay “variedad de tiendas de marca y libres de impuestos”.

Sin embargo, entre tanta diversión y ocio, el GOB Mallorca denuncia que los trabajadores se ven sometidos a unas condiciones laborales precarias: contratos inseguros, sueldos bajos, largas jornadas de trabajo intensivo, escasa formación, rotación elevada y hostilidad a los sindicatos y a la negociación colectiva. Incluso, plantean discriminaciones por color de piel, nacionalidad y género.