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El 70% de las 'Kellys' tiene que automedicarse para “soportar la carga de trabajo”, según un estudio de CCOO

Dos empleadas realizan tareas de acondicionamiento de una habitación hotelera

Mónica Martín

Lesiones en las cervicales, dolor lumbar, hernia discal, depresión o estrés son algunas de las enfermedades que afectan a las limpiadoras de hoteles o camareras de piso, como se las denomina. Entre las reivindicaciones de las trabajadoras de este sector, feminizado y deteriorado por la crisis, figuran la inclusión de las enfermedades derivadas de su trabajo en el cuadro de patologías profesionales. En los hoteles trabajan unas 400.000 personas, de las cuáles un 35% son limpiadoras, según datos presentados por CCOO. El 70% de las 'Kellys' consume fármacos habitualmente para combatir los dolores sin prescripción médica, según un análisis presentado por el área de Salud Laboral del sindicato.

El estudio –tras 15 entrevistas en profundidad en distintas ciudades españolas y seis grupos de trabajo formados por personal del sector– revela un escenario desalentador para las limpiadoras, las cuáles limpian una media de 20 habitaciones al día. Los fármacos más consumidos son los relajantes musculares, analgésicos, antiinflamatorios y ansiolíticos. “Tomar ciertos medicamentos nos lleva al consumo de otros para paliar los efectos de los primeros, como tomar protectores de estómago antes de un ansiolítico”, explica Carla (nombre ficticio), limpiadora de hotel externalizada. Añade que, en su caso, “sin pastillas no podría trabajar” y cuenta que padece ansiedad y síndrome del túnel carpiano.

Entre las causas del consumo de medicamentos se encuentra el “aumento del ritmo de trabajo”, que, en ocasiones les impide realizar descansos. El exceso de peso también afecta a su salud: “el peso de los carros o mover camas cada vez más grandes derivan en lesiones”, recoge el estudio.

La falta de estudios de riesgos ergonómicos o la ausencia de equipos de protección individuales adecuados en los centros de trabajo también son causas del consumo de fármacos entre las trabajadoras, según el análisis de CCOO. “La mayoría de camareras de piso trabajan solas y sufren estrés”, precisa José María Martínez, responsable de Servicios en el sindicato. 

“La externalización empeora nuestra salud”

El estudio se detiene en una serie de problemas que se incrementan en el caso de las camareras de piso que no forman parte de la plantilla fija del hotel. La externalización del servicio “supone reducción de los salarios, inestabilidad laboral, alta rotación y una mayor carga de trabajo”, subraya el análisis. Como consecuencia de ello, las 'Kellys' externalizadas sufren más enfermedades. Este es el caso de Esther, camarera de piso en hoteles Port Aventura (Tarragona) y externalizada desde el año 2013. Lleva 20 años trabajando como limpiadora y sufre dolores en las cervicales, lumbares, brazos, rodillas y pies, según explica.

“La incapacidad temporal en una empresa multiservicio es complicada de conseguir”, lamenta. Estuvo una vez de baja por ejercer sobreesfuerzo y “el cuerpo me pidió un parón”. Reconoce automedicarse y tomar pastillas durante el día para poder trabajar, aun así “cuando llego a casa por la noche me tomo relajantes musculares para descansar. Sufro dolor agudo en todo el cuerpo y aunque ahora no esté trabajando, me he tomado esta mañana un diclofenaco”.

Luchar por una jornada de trabajo definida por horas y no por habitaciones es otra de sus reivindicaciones. “Aunque limpie en un hotel de cinco estrellas, la carga de trabajo es igual”, señala Gladis, camarera de piso en la cadena Meliá. “Los ritmos de trabajo han aumentado muchísimo y esto deriva en enfermedades que no reconoce un médico del trabajo”. La trabajadora explica a eldiario.es que actualmente no tiene ninguna lesión, no obstante, siempre lleva encima analgésicos, relajantes musculares o parches de morfina, “parecemos farmacéuticas, tenemos que medicarnos para aguantar el trabajo y no coger baja”, subraya.

La mayoría de camareras de piso en plantilla fija de hoteles preguntadas por este medio coinciden en que el problema principal que encuentran ante una enfermedad por contingencia profesional es la falta de partes de asistencia a las mutuas. “Nos dicen que tenemos enfermedades comunes y nos remiten al médico de cabecera”, señala Gladis. Como consecuencia de ello, algunas esperan más de un año a que les vea un especialista y las enfermedadades “se agravan”.

“Estamos de baja durante un largo período, el tribunal médico nos incapacita para realizar nuestra profesión habitual y acabamos cobrando una miseria, nos apartan del mundo laboral y no ejercemos más como camareras de piso. Esto podría solucionarse mucho antes si nos dieran asistencia a través de las mutuas”, precisa la limpiadora de la cadena Meliá. Algo parecido le ocurre a Mónica, camarera de piso en plantilla de la cadena Vincci. Afirma que nunca ha visto a ninguna de sus compañeras darse de baja médica: “yo tampoco, la dirección del hotel no lo ve con buenos ojos”. 

Mónica padece una lesión en las manos: “aún no sé el diagnóstico pero sé que me voy deteriorando con los años. No tenemos la misma fuerza ni la misma energía que cuando comenzamos a trabajar hace 10 o 15 años. Nos medicamos para poder acabar el trabajo del día”, sostiene.

“Trabajo en un hotel que cumple el convenio”

El empoderamiento de las 'Kellys' comienza a ser visible en algunos hoteles en los que ya existe un Comité de Empresa reconocido por la dirección. Este es el caso de Josefa García, camarera de piso en la cadena Meliá en Torremolinos. García forma parte de la plantilla del hotel desde hace 20 años y a día de hoy asegura que se cumple el convenio. “El trabajo digno no tiene por qué derivar en enfermedades”, precisa y reconoce que “el trabajo de las camareras externalizadas es más duro y sufren más presión.

La plantilla de limpiadoras del Hotel Palace también tiene un comité de empresa que les representa. Victoria es camarera de piso desde hace 21 años y explica a este medio que “no han perdido sus derechos”. El problema: las enfermedades profesionales no reconocidas y “la lucha contra las mutuas”. La mayoría exige “más inspecciones para que salgan a la luz las verdaderas condiciones de trabajo” de este colectivo, que, a día de hoy ha conseguido ser visible “a base de movilizaciones, protestas y mucho esfuerzo”.

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