Elecciones otra vez... Y las cuentan, a su manera, Barbijaputa, Mariola Cubells, Edu Galán, Lucía Lijtmaer y José Antonio Pérez.
Zapatero, ¿infiltrado de Podemos?
A la entrada del eventazo político de este viernes en Valladolid, un señor en silla de ruedas vende cupones porque supongo que, viendo las encuestas, algún futuro se merecen los que se queden sin escaño. La suerte está muy presente en toda la campaña de los socialistas y qué suerte que Zapatero haya aceptado juntarse con Pedro Sánchez después de que Pablo Iglesias haya dicho que José Luis es “el mejor presidente de la historia de la democracia”.
El líder de Podemos, que seguro soltó semejante frase de buena fe, condiciona el arranque del mitin y parece que vivimos ya en una república bolivariana. En el arranque no existe otra cosa que el partido iraní. “Hay que tener claro quiénes son los adversarios”, arenga Óscar Puente, alcalde de Valladolid, mientras recuerda que “Pablo Iglesias es un prepotente”, por si no nos ha quedado claro. En el pabellón deportivo del barrio de la Victoria hace un calor de cojones y uno tiene la sensación de que todo es muy seventies, de esperando al Piraña, a Pancho y a Desi con una pancarta roja.
En el escenario, un gran SÍ preside la escena sin atril, rollo escaparate de Decorhogar, ese verde plástico chatarrero, y me da por pensar que molaría robarle el acento de gomaespuma y dejarlo en un SI condicional para que el votante entendiese mucho mejor al PSOE.
Si gana el PP, le dejaremos gobernar. Según Jordi Sevilla y los barones momia.
Si ganamos, haremos un gobierno de unidad de izquierdas. Según Pedro Sánchez.
Si gana Podemos, pactaremos con él. Según Errejón, que parece un infiltrado.
A mí dejadme en paz, que Pablo Iglesias me ha loado. Según Zapatero.
Todo el discurso del expresidente, que mira encerado y pulidico al candidato, es un “vaya lío, que no tengo reservada mesa después para cenar y es viernes y juega la selección”. Habla de la laborista asesinada, de los sirios, de la igualdad y, de paso, busca el voto gay en Valladolid. Solo bandea y suda un poco cuando llega a la referencia de Pablo Iglesias a su excelencia como dirigente mundial de la hostia: “Cualquier reconocimiento a mi tarea es reconocimiento al PSOE”: una afirmación tan abierta como asegurar que cualquier reconocimiento a Como una ola de Rocío Jurado es un reconocimiento a la balada chota de cierre de local. Me parece en ese momento y me sigue pareciendo ahora una generalización generalizablemente generalizada.
Grita Pedro, que siempre cuando grita parece que canta un “Yabadabadú”: “¡¡¿Qué quiere la sociedad española?!!”. Una señora, la típica mozalbeta geriátrica de los mítines, responde: “¡Queremos a Pedro!” Así me gusta: “¡Queremos que el muchacho sea comunal!”, que hubiese escrito el maestro José Luis Cuerda.
Uno se pierde entre las promesas de izquierdas de Pedro que, menos mal, no centran su discurso en lo prepotente que es Pablo Iglesias: Memoria Histórica, Igualdad y ¡hasta José Couso! Incluso habla de Rajoy, al que pinta como un idiota con una alcachofa o unas vacas. Por recordar en un diario de izquierdas como este: semejante Mr. Chance ha gobernado el país durante cuatro años, ha sobrevivido a Bárcenas, Rita Barberá, Jaume Matas o Francisco Camps y creo que seguirá de pie después de La salchipapa de Leticia Sabater. La derecha de Mariano es mucho más derecha porque es tibia y resistente y recoge vegetales sin problema, con la prestancia de un registrador de la propiedad venido a más.
Zapatero, mientras tanto, sigue como Mister Magoo atento a la nada y solo reacciona cuando la gente comienza a aplaudir la despedida de Pedro, que se niega a no afirmar que va a ganar las elecciones. Aplaude rápido el personal, los fans buscan a los líderes y se nota la premura que un España-Turquía mete a cualquier ideología. No suena versión merengue del himno del PSOE porque, supongo, aquí en Valladolid la gente es muy seria y porque a Zapatero no lo mueve ni una canción de Pitbull.
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