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Cafeína y teína, ¿tienen los mismos efectos?

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La cafeína es una sustancia muy conocida. Se trata de un alcaloide de sabor amargo que estimula el sistema nervioso y actúa como una droga psicoactiva. Es sabido, además, que no está presente solo en el café sino también en los refrescos de cola, en las bebidas energéticas y en muchos medicamentos, entre otros productos.

Por otra parte, ante la pregunta de cuál es la sustancia equivalente incluida en el té, es probable que la mayoría de la gente no tenga dudas para responder: la teína. Podemos mencionar incluso la guaranina, presente en la guaraná, y la mateína, en el mate, la infusión tan consumida en varios países de América del Sur.

Sin embargo, detrás de esas denominaciones comunes espera una sorpresa. Cuando uno busca qué diferencias hay entre la cafeína y la teína (y la guaranina y la mateína), descubre que en realidad, a nivel molecular, no hay ninguna.

En otras palabras, cafeína y teína son la misma sustancia. Pero entonces, ¿por qué hablamos de ellas como si fueran dos elementos distintos? ¿Acaso no son diferentes sus efectos? A continuación, las respuestas.

Cantidades de cafeína en el café y el té

El origen de la confusión tiene ya unos dos siglos. La cafeína fue identificada en 1819 por el químico alemán Friedlieb Runge (a instancias de su compatriota Goethe, el gran escritor). Ocho años después, otro investigador aisló la “teína” del té. Pero no fue hasta 1838 cuando quedó claro que ambas sustancias eran la misma.

Ahora bien, pese a esa equivalencia a nivel molecular, resulta evidente que los efectos de beber café no son los mismos que los de beber té. Esto se debe a dos motivos bastante lógicos. El primero y más evidente de ellos es que la cantidad de cafeína difiere mucho entre unas y otras infusiones.

Una taza de 150 mililitros (ml) de café -tanto tostado y molido como instantáneo- contiene entre 60 y 80 mg de cafeína, según informa la Fundación Española del Corazón (FEC). La misma cantidad de té negro, en tanto, incluye unos 40 mg de cafeína.

Esos datos son, por supuesto, estimaciones generales. Las cantidades exactas varían en función de diversos factores. Por ejemplo, la forma y la intensidad de la preparación del café. Una taza de espresso de 150 ml incluiría unos 200 mg de cafeína: por eso se sirve en tazas pequeñas, de 60 ml. Así lo detalla un documento de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés).

También depende del tipo de té del que se trate. Pese a que todos se obtienen de la misma planta -la Camellia sinensis-, no es lo mismo el té negro que variantes como los tés oolong, rojo, verde o blanco. La cantidad de cafeína en estos últimos fluctúa entre 12 y 27 mg por cada 150 ml. El mate y la guaraná, por su parte, tienen mucha cafeína. Más que el café: alrededor de 100 mg por cada 150 ml.

Cafeína que se absorbe a velocidades distintas

Como se ha mencionado, no es la cantidad el único factor del que dependen las distintas consecuencias que provocan estas infusiones. También influyen la forma en que el organismo procesa la cafeína de acuerdo a su origen y al resto de sustancias que forman parte de cada bebida.

Por un lado, la cafeína del café se absorbe con mucha rapidez, porque su grado de biodisponibilidad es muy elevado y pasa con mucha rapidez del estómago a la sangre. Por eso, el café hace efecto diez minutos después de la ingesta, según comprobó un estudio publicado en 2008 por expertos de la Universidad de Barcelona.

Los taninos del té hacen que la absorción de la “teína” sea más lenta, no a través del estómago sino del intestino delgado. El efecto estimulante de estas infusiones es más paulatino que el del café (tarda más en hacer efecto), pero también más duradero.

Por lo tanto, si uno desea tomar algo que lo “active” enseguida, lo más apropiado es el café. En cambio, si no hace falta un efecto tan inmediato pero sí más prolongado -como puede ocurrir, por ejemplo, ante la perspectiva de una larga jornada de trabajo o estudios- el té aparece como la opción más apropiada.

¿Cuánta cafeína se puede tomar sin que haga daño?

Una duda recurrente respecto a estos temas es -más allá de la procedencia de la cafeína- cuánta se puede tomar sin que constituya un riesgo para la salud. El citado informe de EFSA proporciona algunas claves al respecto.

Para una persona adulta, la recomendación es no superar los 400 mg por día (alrededor de 5,7 mg por kilo de peso corporal) y que ninguna dosis única supere los 200 mg. Consumida en esas cantidades, la cafeína en general “no plantea problemas de seguridad para la población sana”.

En el caso de los niños y adolescentes, en tanto, la Autoridad Europea especifica que se pueden tener en cuenta las mismas “dosis únicas de cafeína consideradas no preocupantes para adultos”, calculadas en función de la masa corporal. Es decir, no deberían superar los 3 mg de cafeína por cada kilo de peso de la persona.

Esto se debe a que “la tasa de eliminación de cafeína en niños y adolescentes es al menos la de los adultos, y los estudios disponibles sobre los efectos agudos de la cafeína sobre la ansiedad y el comportamiento en niños y adolescentes apoyan este nivel”, asegura el documento.

Por lo tanto, un niño de 25 kilos de peso podría tomar hasta 75 mg de cafeína, lo que equivale a algo menos de dos tazas de té negro. Este nivel máximo para una dosis, por cierto, también es el máximo para un solo día.

Las mujeres embarazadas no deberían consumir más de 200 mg de cafeína por día, pues esa es la cantidad máxima que, según las evidencias, arroja la seguridad de que no plantea problemas para el bebé en gestación.

Desde luego, también ha de tenerse en cuenta la hora de la ingesta de la cafeína: se recomienda evitarla en las últimas horas de la tarde o por la noche, dado que pueden ocasionar problemas para conciliar el sueño, insomnio y otras consecuencias negativas para el descanso nocturno.

Por lo demás, es fundamental recordar que la cafeína no proviene solo del café y el té, sino también -como se ha mencionado- de otros productos. Los refrescos de cola tienen unos 40 mg por cada 150 ml (por lo que una lata de 330 ml aporta más que una taza de café), mientras que las bebidas energéticas incluyen, por cada 150 ml de líquido, unos 65 mg de cafeína.

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