“Ahora me culpo menos”: cinco personas cuentan qué les ayudó a pasar una ruptura amorosa

Fotograma de ‘Conversaciones entre amigos’

Deva Mar Escobedo

21 de febrero de 2025 22:35 h

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La pantalla del móvil se enciende para mostrar una notificación nueva. Lo coges rauda; llevas una hora en ascuas esperando que tu amiga terminara esa conversación tan importante que necesitaba tener con su pareja y para la que todos los pronósticos eran funestos. Lees el mensaje: lo han dejado. Suspiras porque sabes que tu amiga está sufriendo y, peor, que le espera un proceso de duelo en el que va a experimentar todas las inseguridades y miedos de su vida elevados al cuadrado. 

Las rupturas se sufren, incluso aunque haya habido un duelo durante la relación, pero hay formas de evitar que el fin de un vínculo amoroso termine con las personas exintegrantes de la pareja viviendo como si estuvieran en las primeras escenas de El diario de Bridget Jones. De cada ruptura se puede sacar un aprendizaje para que la próxima despedida sea más leve, así que hemos preguntado a varias personas por sus lecciones aprendidas tras romper una relación.

Azul (27 años) cuenta que vive las rupturas “con más tranquilidad” al haber eliminado la connotación de fracaso que acompaña a estos procesos, sabiendo que romper un vínculo amoroso no tiene por qué ser un adiós para siempre. A Brezo (28) le viene bien un primer periodo de contacto cero y después hablar con su expareja y saber cómo le va, dice que eso le ayuda a controlar su propia ansiedad e inseguridades. Ana (23) aprovecha el tiempo que se libera tras finalizar la relación para practicar alguna afición para la que antes no tenía hueco en su agenda. Y a Estrella (31), que prefiere no dar su nombre real, le ayuda ponerse de acuerdo con su expareja para gestionar los espacios comunes y aprovechar esos momentos en los que coinciden para chequear qué tal están y qué necesitan; un cuidado mutuo que aligera el duelo.

Sergio García Soriano, psicólogo especializado en relaciones de pareja, cuenta que muchas personas tienen interiorizado un guion de cómo debe ser una ruptura que puede ser “demasiado taxativo” y tener “mucha moralina”. “Tendemos a pensar en el daño y este se puede producir, pero no tiene por qué ocurrir siempre. Existen rupturas alegres donde hay espacio para el redescubrimiento de sí mismo y para agradecer lo aprendido con la otra persona”, asegura el especialista.

El fracaso

Una de las nociones comunes sobre las rupturas es cada vez que dos personas deciden separar sus caminos ha habido un fracaso, ya sea a la hora de elegir pareja o de cumplir los estándares de qué se supone que hay que ofrecer a la otra persona. “Las viejas normas nos dicen que si una relación ya no funciona es porque alguien ha debido de hacer algo mal, que tiene que haber une culpable, que tal vez hemos cometido un terrible error”, explica Dossie Easton, autora de Ética promiscua, en el prólogo de Rupturas y no monogamias. Causas, prevención y supervivencia, traducido al castellano este año por Continta me tienes.

A Azul la connotación de haber fallado en una relación le pesaba mucho a la hora de pasar el duelo tras la ruptura y desterrar esta idea le permitió llevar mejor el dolor tras la separación: “Ya no tengo esa sensación de no haber sido suficiente y me culpo menos”, cuenta. Como respondía la antropóloga Margaret Read al ser preguntada por los motivos del “fracaso” de sus tres matrimonios: esas relaciones no podían ser fallidas, alegaba la mujer, porque le aportaron buenos momentos en su vida.

“Es muy común en consulta que la gente venga con la palabra fracaso en la boca, pero no continuar con una relación que en ese momento no estaba produciendo felicidad no tiene por qué ser un fallo”, opina García Soriano. El psicólogo aboga por cambiar el paradigma y entender que “el fracaso habría sido no amar”, además de hacer el ejercicio de reconocer que en cada relación se aprende: “Somos historias de aprendizaje e historias de amores”.

Tendemos a pensar en el daño, y este se puede producir, pero no tiene por qué ocurrir siempre. Existen rupturas alegres donde hay espacio para el redescubrimiento y agradecer lo aprendido con la otra persona

Sergio García Soriano psicólogo

Contacto cero ¿indefinido?

El contacto cero es una de las recetas más manidas para las rupturas. García Soriano lo recomienda “en ocasiones” para que “cada cual pueda reflexionar sobre lo que ha pasado”, pero no es necesario alargar el periodo de no comunicación ad infinitum. Brezo decidió romper todo contacto con su expareja al dejarlo y eso le sirvió para “rehacer” su vida, pero al poco tiempo se dio cuenta de que ese consejo, extendido indefinidamente, solo le provocaba ansiedad e inseguridades. 

“Cuando tenía 23 años rompí con un chico y me vino bien el contacto cero, pero tengo ansiedad y no saber nada de esa persona me acabó rayando”, relata la chica afirmando que se le despertaron “todos los traumas” con la ruptura. “Yo estaba en una muy mala etapa de mi vida y me volví obsesiva con si estaría saliendo con alguna persona nueva. Al mes de dejarlo di el paso de hablar con él directamente en vez de preguntar a amigos en común y me dijo que estaba viéndose con una chica con la que yo tenía muchas inseguridades. Esa información me dolió, pero que me lo explicitara y me tuviera en cuenta me ayudó a superar el duelo”, cuenta Brezo, que añade que saber que estaba saliendo con otra persona —aunque doliera— le calmó la culpa por haber dejado a su expareja.

Volverse a llevar: sí o no

Los malestares se acumulan en la relación de pareja entre Adèle y Emma hasta que una infidelidad hace estallar la situación y se rompe uno de los noviazgos más populares de la historia del cine de las últimas décadas. Un tiempo después de la ruptura, el personaje que da nombre a la película La vida de Adèle acude a una exposición de su expareja donde constata que, aunque ahora estén en buenos términos, ya no hay espacio para la una en la vida de la otra. Adèle sale de la exposición y camina hasta difuminarse en el fondo de la imagen. Se aleja así de la cámara y de Emma, poniendo el broche final a una relación que en la novela gráfica en la que se basa el filme se especifica que dura unos 13 años.

Mi ex me dijo que estaba viéndose con una chica con la que yo tenía muchas inseguridades. Esa información me dolió, pero que me lo explicitara y me tuviera en cuenta me ayudó

Brezo 28 años

La mayoría de referentes culturales que tenemos muestran que la relación entre dos personas que dejan de ser pareja se diluye (o se trunca) y desaparece. Esta opción es la preferida por muchas personas, pero cuantas más posibilidades queden abiertas tras la ruptura, “más diseminado” puede quedar el duelo, explica el psicólogo García Soriano. Eso le pasa a Azul, que cuenta cómo dejar la monogamia le facilitó salir del 'todo o nada' relacional, y esa es una de las claves que le permiten afrontar las rupturas con más calma.

“Algo que me daba mucha pena en mis rupturas monógamas era saber que pierdes a la persona y que solo va a permanecer en el recuerdo, pero ya no tiene por qué ser así y eso me hace vivir el duelo de forma menos heavy”, cuenta Azul. Ahora, la escala de grises de la anarquía relacional le posibilita modificar una relación en vez de terminar en un contacto cero indefinido. Así le ha ocurrido con una ruptura que sufrió, tras seis años de relación, en abril de 2024: después de un proceso de duelo, ambas partes están retomando la relación “con la tranquilidad de no tener que cumplir una lista de expectativas [de pareja o expareja] determinadas, sino la lista que tú haces con esa persona”.

Transiciones cordiales

La relación de Senda (pseudónimo) con su expareja hacía aguas por todos lados en el momento en que cortaron en junio de 2022. Tras dos años y medio de relación, quedaba claro que Senda no estaba pudiendo cumplir las expectativas de pareja que tenía su entonces novia y la situación se hizo insostenible. La ruptura fue una “detonación controlada”, afirma Senda, porque ambas coincidían en que la relación no funcionaba “con esas conductas y esa intensidad”, pero tenían la intención de poder encontrar en un futuro la forma de volver a llevarse.

Cuatro meses después de romper empezaron a quedar para “procesar juntas” cómo había sido la relación y ponerse al día. Este contacto, que ayudó a Senda en su duelo, fue evolucionando con el tiempo y ahora, dos años después de la ruptura, ella y su expareja mantienen una relación “esporádica” en la que tienen “mucha confianza y cariño”. 

La terapeuta Kathy Labriola denomina a este tipo de rupturas “transiciones cordiales”. Esta forma de modificar la relación, que para algunas personas sonará tan ideal como irrealizable, “normalmente solo es posible si ambas partes se han comportado bastante bien antes de la ruptura y hay mucho respeto y confianza mutuos”, cuenta Labriola, autora también del ya citado Rupturas y no monogamias, a elDiario.es.

Otros intereses y relaciones

¿Quién no ha pasado alguna vez por esas rupturas que imposibilitan hablar de cualquier cosa que no sea el dolor por la pareja que ya no está? Y, ¿quién no se ha sentido sobrepasada o sobrepasado por una amistad doliente a la que parece que nada le ayuda? En estos casos y para ambas partes, García Soriano aconseja no repetir el discurso del duelo “a todas horas” con amistades y también pide a las personas del entorno que tengan cuidado en no etiquetar a alguien como “el que está en una situación de ruptura” porque esa persona es “muchas más cosas” además de su dolor.

Está bien que nos cuiden en un momento de ruptura, pero cuidar a otras personas o tener otras responsabilidades también puede hacer que sobrellevemos mejor el duelo por la pareja que ya no está. Esto le pasó a Estrella, que no se aisló socialmente después de romper con quien había sido su pareja durante tres años y medio. No es que pasara por alto el proceso que estaba atravesando, pero cuenta que sí mantenía su agenda de trabajo, activismo y amistades, y que esa combinación le ayudó a sobrellevar el sufrimiento de la ruptura. “En un momento de pérdida te puedes centrar en las otras cosas que hay en tu vida. Cuanta más vida creada, más apoyos y cosas que den sentido a tu vida tengas, mejor se llevan los duelos”, opina Estrella.

En un momento de pérdida te puedes centrar en las otras cosas que hay en tu vida. Cuanta más vida creada, más apoyos y cosas que le den sentido tengas, mejor se llevan los duelos

Estrella (pseudónimo) 31 años

En este sentido, Azul cuenta que mantener otros vínculos significativos también le ha ayudado en rupturas. Si la persona con la que ya no te llevas era una parte de tu vida, pero no un todo, las rupturas se hacen más sencillas, explica, aunque recalca que eso no significa que dejen de doler porque “cada relación es diferente”.

Nuevas aficiones

Kathy Labriola considera que el autocuidado es la “primera y principal táctica” para abordar una ruptura. La terapeuta recomienda comer bien, dormir lo suficiente, hacer ejercicio y buscar el apoyo de amistades (y acudir a terapia en caso de que sea necesario). Muchas de las personas entrevistadas por Labriola para su libro relatan que nutrir otros aspectos de sus vidas, como pueden ser otras relaciones o aficiones para las que antes no tenían tiempo, son clave.

“Algo que me sirve mucho tanto en rupturas de pareja como de amistad es empezar un nuevo hobby cuando termino con una persona. Es una manera de decir 'voy a transformar el tiempo que pasaba con esta persona o el dolor que tengo en una actividad que yo siempre haya querido hacer y no haya tenido tiempo para realizarla”, cuenta Ana. Pone como ejemplo una ruptura que vivió en pandemia, hace cuatro años: “Empecé a hacer tazas y ceniceros de cerámica. Era una forma de canalizar el dolor porque mientras moldeaba iba reflexionando cosas en torno a la ruptura, pero no me quedaba parada en el sillón llorando. Quería acompañar la tristeza de algo bonito que me ayudara a transitarla y que no se fuera todo pensar y reflexionar”, resume.

Cómo repartimos los espacios

En algunas rupturas se suceden situaciones espinosas en el plano social porque ninguna de las personas exintegrantes de la pareja quiere coincidir con la otra. En el peor de los casos, hay choques por qué espacios pertenecen a quién y qué amistades deberían quedar o dejar de quedar con cada cual. Sin embargo, gestionar los espacios y las situaciones de forma cordial puede venir bien durante el duelo porque sentirse cuidada por la otra persona “es necesario” a la hora de tener una “ruptura civilizada”, dice García Soriano, psicólogo especializado en relaciones de pareja.

En el caso de Estrella, tanto su expareja como ella compartían espacios de activismo que ninguno de los dos quería abandonar, aunque entendían “que una pudiera quedarse al margen durante un tiempo” y se chequeaban por si iban a coincidir en algún evento, siempre “desde el cariño”.

Empecé a hacer tazas y ceniceros de cerámica. Mientras moldeaba iba reflexionando cosas en torno a la ruptura, pero no me quedaba parada en el sillón llorando. Quería acompañar la tristeza de algo bonito que me ayudara

Ana 23 años

Esa “intención de cuidar” ayudó mucho a Estrella tras la ruptura: “Tener una vía de comunicación y la intención de contarnos si íbamos a coincidir y preguntarnos qué necesitábamos me calmó mucho”, dice. Y cree que, si no hubiera sido así, se habría agobiado mucho o habría dejado de acudir a esos espacios comunes.

“Toda nuestra relación de pareja se había basado en una comunicación muy directa y honesta, y eso se trasladó a la situación de haberlo dejado”, resume Estrella. El trato cordial durante la ruptura y la gestión de espacios posterior ha permitido que ella y su expareja puedan compartir espacios sin problema y ahora tengan una buena relación como compañeros de militancia.

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