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¿A quién beneficiaba el delito del que Cifuentes ha sido absuelta?
Hay dos funcionarias condenadas por una falsificación cuyo único sentido, cuyo único objetivo, cuya única beneficiada, era la expresidenta de Madrid, que queda absuelta de cualquier responsabilidad penal
El caso Máster se cierra con una sentencia difícil de entender. Hay dos condenas, de dos personajes secundarios en todo lo que ocurrió. Un año y medio de cárcel para la profesora Cecilia Rosado, por falsificar el acta que Cristina Cifuentes exhibió para presumir de que había hecho un trabajo de fin de máster que jamás apareció. Tres años para Maite Feito, la asesora del Gobierno de Madrid que presionó a esta profesora para que entregase esta falsificación. Y la absolución para Cristina Cifuentes, la única beneficiada de un acta falsa que ella misma utilizó para intentar desmentir la noticia desvelada ese día por elDiario.es: que había obtenido un máster fraudulento en la URJC.
Dos funcionarias condenadas. Por una falsificación cuyo único sentido, cuyo único objetivo, cuya única beneficiada, era la expresidenta de Madrid, que queda absuelta de cualquier responsabilidad penal.
Cifuentes ha sido declarada inocente por falta de pruebas de que fuese inductora de esa falsificación. Para el tribunal, que Cifuentes exhibiera esa acta falsificada y se beneficiara de ella “no es más que un indicio”. Pero eso no anula ni una coma de todo lo que ya sabíamos sobre ese máster fraudulento que nunca hizo. La sentencia también da por probadas las “graves irregularidades” que, en su momento, destapamos en elDiario.es. No hay nada en esa decisión judicial que desacredite nuestra investigación. Sigue siendo la verdad, y nos reafirmamos en ella, por mucho que Isabel Díaz Ayuso y el PP de Madrid defiendan ahora la “honestidad” de una expresidenta de Madrid que recibió un título oficial en una universidad pública sin merecerlo.
Cifuentes nunca fue a clase, ni a los exámenes. Obtuvo su título –que aún conserva, como Pablo Casado– a través de una vía privilegiada de la que no disfrutaron los alumnos que sí se esforzaron para aprobar. Se matriculó fuera de plazo. No conocía siquiera a los profesores que pusieron las notas, a los que nunca se dirigió. Solo mandaba unos supuestos trabajos a Álvarez Conde, pero nunca por email –tampoco conserva ni uno solo de ellos en papel–. Consiguió el título por medio de dos notas falsificadas por una funcionaria de la Universidad Rey Juan Carlos que entró irregularmente en su expediente académico y lo modificó, dos años después. Y cuando en elDiario.es desvelamos lo ocurrido, presentó una querella contra nosotros, utilizando para ello esa acta que hoy queda judicialmente acreditado que fue el fruto de un delito de falsificación.
No me ha sorprendido la absolución de Cifuentes. Ya dije, hace unas semanas, que lo más probable era que el caso terminara así. Tampoco la condena a Cecilia Rosado. La profesora había confesado el delito y era casi imposible su absolución. Pero no esperaba un desenlace así: con Feito condenada y Cifuentes absuelta.
Maite Feito no era otra simple asesora de entre los cientos con los que cuenta el Gobierno de Madrid. Era amiga de Cristina Cifuentes –así lo admitió ella misma hace tres años a elDiario.es–, y su principal aliada en todo lo que tenía que ver con sus estudios en la URJC. Fue Feito quien, años atrás, preguntó a algunos profesores universitarios si querían dirigir la tesis doctoral de Cristina Cifuentes. Fue Feito quien acompañó a la expresidenta a la Universidad a recoger ese título regalado, después de que otra funcionaria manipulara las notas que faltaban por aprobar.
El 21 de marzo de 2018, cuando publicamos nuestra primera información sobre el máster, fue también Feito quien se presentó en la universidad, se reunió con el rector y habló por teléfono con Cecilia Rosado “hasta en 15 ocasiones”, como recoge la sentencia, “indicándole que aquella situación debería quedar resuelta como fuere”.
Las preguntas, que la sentencia no responde. ¿Qué llevó a Feito a hacer todo esto? ¿Por qué razón cometió este delito? ¿Qué empujó a esta asesora y amiga de Cristina Cifuentes para que presionase a la Universidad hasta que consiguió un acta falsa cuyo único objetivo era salvar la cara de la expresidenta de Madrid?
Dice la sentencia que Maite Feito asegura “no haber mantenido contacto alguno con la señora Cifuentes, tampoco con su oficina y gabinete”. Y es cierto que eso es lo que dijo Feito en el juicio. Pero es falso que fuera así.
El 20 de marzo de 2018, el día antes de publicar nuestra primera información, nuestra compañera Raquel Ejerique telefoneó a la jefa del gabinete de Cristina Cifuentes, Marisa González –la mano derecha de la presidenta de Madrid– para recabar una respuesta oficial. Y ante sus preguntas sobre este máster, con Ejerique al otro lado de la línea, Marisa González llamó a Feito para que fuera ella quien aclarase nuestras dudas. En aquella conversación telefónica, la jefa de gabinete de Cifuentes nos trasladó su primera versión de los hechos: que Cifuentes se había dejado para otro curso esas asignaturas y las había aprobado después. Era falso, como casi todo lo que contaron sobre el máster la presidenta de Madrid y su equipo.
En el juicio, Feito mantuvo una versión atribulada y desordenada donde básicamente aseguró que no hizo nada, que no pidió nada y que simplemente se fue hasta allí y habló 15 veces por teléfono con Cecilia Rosado por simple curiosidad personal. Feito también negó cualquier relación profesional o personal con Cifuentes, y en eso también mintió.
Tres años de condena para Maite Feito. Año y medio para Cecilia Rosado, que no entrará en prisión al no tener antecedentes penales y ser una pena inferior a los dos años.
Salvo que posteriores recursos anulen su condena, Feito será la única de todos los protagonistas de esta historia que terminará en prisión. Una absoluta injusticia, en mi opinión.
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