Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Lo que nos faltaba en España: Escocia se nos quiere independizar otra vez
Bastantes problemas tenemos ya en España y ahora se nos quiere independizar Escocia. Mira que hemos tenido suficiente con el desafío catalán y ahora tienen que venir los nacionalistas escoceses a decir que también se quieren largar. La victoria aplastante de los nacionalistas en Escocia no nos pilla en nuestro mejor momento. España se rompe y según portavoces parlamentarios de prestigio estamos peor que cuando ETA pegaba tiros.
Y por si todo esto fuera poco, se nos está desmembrando ese patriotismo español-madrileño-y-un-poco-de-Castilla sobre el que habíamos construido la idea de España. Y empiezan a aflorar partidos regionalistas por media España reclamando que no todo en este país se decida en el palco del Bernabéu. Hasta Teruel tiene un diputado que dice que Teruel existe, como si no lo supieran los que se han esforzado en que parezca que no existe. Menos mal que Urkullu tiene menos ganas de liarla que de entrar este sábado en un karaoke.
Y ahora los escoceses. Otra vez. Parece haber pasado una eternidad, pero en septiembre de 2014 Escocia celebró un referéndum que perdieron los independentistas y ganó el unionismo con el 55% de los votos.
Qué tiempos aquellos. 2014. El año que vivimos frenéticamente. El bipartidismo vivía sus últimos momentos de gloria. Nacía Podemos para tumbar al régimen del 78 antes de que se convirtiera en un personaje un poco díscolo del régimen del 78. Pedro Sánchez alcanzaba el liderazgo de su partido por primera vez, pero como chico de los recados de Susana Díaz. El rey abdicaba y cedía la corona a su hijo que no era campechano y que con el tiempo tampoco disimularía ser neutral. Y en Cataluña todavía existía la posibilidad de no acercarse al precipicio pero a Rajoy siempre le pillaba mal tomar la iniciativa. Es lo que tiene que haya fútbol todos los días. Ah, y la Pantoja entró en la cárcel.
Sí, aquel 2014 de locos, Escocia celebró un referéndum de independencia tras un acuerdo entre el gobierno escocés y el del Reino Unido, y las tertulias de Madrid se tomaron el acontecimiento con todo menos con flema británica. Insistían los políticos de Madrid y sus portavoces mediáticos -para esto da igual que sean de izquierdas, de derechas o mediopensionistas- que no se podía comparar Escocia con Cataluña, ni el Reino Unido con España, lo cual era cierto en gran medida, pero tampoco parecía suficiente para defender que la única respuesta de Madrid a lo que le llegaba de fuera de Madrid fuera la nada, o en su defecto, la porra.
Ahora, cinco años después, tendremos que esmerarnos más en el argumentario contra el referéndum escocés. Que el nacionalismo es malo no vale porque en España todos somos nacionalistas de una u otra manera. Que Escocia se saldrá de la Unión Europea si se independiza tampoco tiene mucho recorrido porque quieren votar para intentar no salirse de la Unión Europea. Que será un desastre económico pierde algo de fuerza después de haber insistido en que el desastre económico es el Brexit y no lo contrario. Maldita sea. Menos mal que siempre queda el argumento más exitoso de todos: el referéndum no debe celebrarse porque no.
Bastantes problemas tenemos ya en España y ahora se nos quiere independizar Escocia. Mira que hemos tenido suficiente con el desafío catalán y ahora tienen que venir los nacionalistas escoceses a decir que también se quieren largar. La victoria aplastante de los nacionalistas en Escocia no nos pilla en nuestro mejor momento. España se rompe y según portavoces parlamentarios de prestigio estamos peor que cuando ETA pegaba tiros.
Y por si todo esto fuera poco, se nos está desmembrando ese patriotismo español-madrileño-y-un-poco-de-Castilla sobre el que habíamos construido la idea de España. Y empiezan a aflorar partidos regionalistas por media España reclamando que no todo en este país se decida en el palco del Bernabéu. Hasta Teruel tiene un diputado que dice que Teruel existe, como si no lo supieran los que se han esforzado en que parezca que no existe. Menos mal que Urkullu tiene menos ganas de liarla que de entrar este sábado en un karaoke.