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Israel y Palestina, judíos y palestinos, Netanyahu y Hamás

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La guerra entre Israel y Hamás se ha convertido en el mayor conflicto entre israelíes y palestinos en los últimos 50 años. Todo comenzó el pasado 7 de octubre, cuando Hamás lanzó un ataque sorpresa contra Israel, asesinando a más de 1.400 personas, la mayoría civiles, y secuestrando a más de 200. Es un hecho que merece una condena sin paliativos. No hay justificación ante esta barbarie.

Desde entonces, Israel ha llevado a cabo una extensa campaña de bombardeos sobre la Franja de Gaza y un férreo bloqueo en el territorio, que ha dejado más de 5.000 muertos y cientos de miles de desplazados, que carecen de suministros básicos para sobrevivir. Era esperable una reacción, aunque no por esperable, es desmedida, brutal, injustificable.

Si esto es así, ¿cómo es que Europa asiste, casi impasible, ante semejantes atrocidades? A mi juicio, solo tiene una explicación. El apoyo incondicional que Estados Unidos ofrece al estado de Israel. Explicación histórica. Pero, ante todo, una explicación económica. El estado de Israel no se hubiera convertido en una potencia militar, tecnológica y económica de no contar con este apoyo. A pesar de las innumerables veces que los gobiernos de Israel han vulnerado sistemáticamente los acuerdos internacionales y los tratados de paz, el apoyo norteamericano lo ha sido sin fisura alguna. 

Me pregunto por qué, un gobierno demócrata apoya a un Estado que sistemáticamente vulnera todos los derechos de los palestinos. Y la respuesta no puede ser otra que la ya clásica ¡es la economía, estúpidos! Hay otros muchos motivos, pero esta es la razón de mayor peso, a mi juicio. Las democracias son muy débiles frente a la fortaleza del capitalismo y de las multinacionales. Estados Unidos es el referente económico y más poderoso del llamado Occidente. Europa no tiene capacidad de contradecir a Estados Unidos en esta materia, por eso no es libre para tener voz propia. Y la que expresa, o bien es tímida, o bien pasa inadvertida. 

Se impondrá la ley del más fuerte, la de un Gobierno dirigido por Netanyahu, un gobernante radical que sistemáticamente ha vulnerado los derechos universales, firmemente apoyado por Estados Unidos y ante la mirada de una Europa que observa incapacitada, y silencia sus voces internas, porque su/nuestra democracia está obligada a callar, o hablar bajo, ante el poder global económico. 

La guerra entre Israel y Hamás se ha convertido en el mayor conflicto entre israelíes y palestinos en los últimos 50 años. Todo comenzó el pasado 7 de octubre, cuando Hamás lanzó un ataque sorpresa contra Israel, asesinando a más de 1.400 personas, la mayoría civiles, y secuestrando a más de 200. Es un hecho que merece una condena sin paliativos. No hay justificación ante esta barbarie.

Desde entonces, Israel ha llevado a cabo una extensa campaña de bombardeos sobre la Franja de Gaza y un férreo bloqueo en el territorio, que ha dejado más de 5.000 muertos y cientos de miles de desplazados, que carecen de suministros básicos para sobrevivir. Era esperable una reacción, aunque no por esperable, es desmedida, brutal, injustificable.