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OSI Donostialdea: ¿qué se merece mi jefe?

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Quienes denunciamos el fraude sistemático, antiguo y consentido que se dio en las OPE a especialista médico hospitalario de Osakidetza en 2018 ya lo advertimos entonces: el foco de este y otros problemas del Servicio Vasco de Salud hay que ponerlo en los jefes y en las jefas de servicio de los grandes hospitales de la red.

Ellos y ellas formaron parte de los tribunales de aquellas oposiciones, teatralizando un proceso selectivo cuyo resultado ya sabíamos de antemano. Es así como se han formado en un ente público cortes en las que el temor a las jefaturas solo es comparable al temor de Dios de los cristianos antiguos. Estos señores y señoras feudales deciden, entre otras cosas, a quién se contrata de forma eventual e interina o qué compras y contratos externos se hacen. Es un sistema que lleva décadas atado y bien atado y que se autoperpetúa: la propia selección de las jefaturas es una pantomima en la que un tribunal elige al candidato o candidata preseleccionado que más conviene para mantener el 'statu quo'. 

De vez en cuando, alguna voz afín al partido de Gobierno nos sugiere que pidamos perdón al exconsejero Jon Darpón porque la Justicia española lo ha eximido de su responsabilidad como organizador en los presuntos delitos cometidos durante el desarrollo de las OPE. Nuestra respuesta siempre es la misma: la responsabilidad política no desaparece con la sentencia; el consejero de Salud conocía lo que sucedía y consintió que se siguiera haciendo por una razón muy sencilla: si las jefaturas omnipotentes conceden a los médicos y médicas privilegios en vez de derechos, desaparece cualquier posibilidad de conflictividad laboral con una categoría entera de trabajadores de Osakidetza. 

Y así llegamos al meollo de la cuestión, al por qué del conflicto en la OSI Donostialdea. Si has pasado de gestionar y has cedido toda la autoridad a unas jefaturas que están acostumbradas a ordenar y mandar desde tiempos inmemoriales —muy al estilo del PNV, por cierto—, estos señores feudales que se creen titulares de las escrituras de la finca no van a dejar que nadie les diga cómo administrarla. Así es como se ha montado el 'comité revolucionario' del hospital de Donostia, que 'grosso modo' tiene tres reclamaciones: que los puestos de dirección de la OSI los ocupe gente que conozca la OSI, que Onkologikoa se integre en la OSI Donostialdea y no sea una OSI independiente, y que las plazas de especialistas se perfilen para poder seleccionar al personal “más apropiado”. Es decir: las direcciones las elegimos nosotros; Onkologikoa queda bajo nuestro ámbito de poder; y, como se nos acabó el chollo de hacer lo que nos daba la gana en las oposiciones por el escándalo que se montó, al menos queremos poder seguir repartiendo las plazas a quien nos apetezca (eso sí, ahora de modo legal).

En resumidas cuentas, es un intento de golpe de estado de las elites médicas. El departamento de Salud y Osakidetza, por su parte, han reaccionado inicialmente como siempre lo hacen: usando sus vías internas para intimidar y reprimir. Han descabezado a cargos de confianza y han situado en su lugar a 'fontaneros' de perfil duro, por un lado, y han convocado procesos de selección sin el beneplácito de las señoras y señores feudales, por el otro (esto último ha sucedido, por ejemplo, con mi especialidad, anestesia).

3 de enero de 2023 y este es el escenario. Me he animado a escribir esto con la sana intención de hacer ver que los amotinados están más cerca de la nobleza versallesca pataleando porque el rey les ha recortado la asignación que de los barbudos que bajaron de Sierra Maestra. El Sistema Vasco de Salud necesita ser repensado, pero no desde la dinámica de intereses de poder encontrados, sino desde criterios de justicia y equidad y haciendo un análisis riguroso de la situación, las necesidades y los recursos disponibles. Algo así como lo que se está haciendo con la educación, pero al revés: sin reírse de los pobres a la cara.

Quienes denunciamos el fraude sistemático, antiguo y consentido que se dio en las OPE a especialista médico hospitalario de Osakidetza en 2018 ya lo advertimos entonces: el foco de este y otros problemas del Servicio Vasco de Salud hay que ponerlo en los jefes y en las jefas de servicio de los grandes hospitales de la red.

Ellos y ellas formaron parte de los tribunales de aquellas oposiciones, teatralizando un proceso selectivo cuyo resultado ya sabíamos de antemano. Es así como se han formado en un ente público cortes en las que el temor a las jefaturas solo es comparable al temor de Dios de los cristianos antiguos. Estos señores y señoras feudales deciden, entre otras cosas, a quién se contrata de forma eventual e interina o qué compras y contratos externos se hacen. Es un sistema que lleva décadas atado y bien atado y que se autoperpetúa: la propia selección de las jefaturas es una pantomima en la que un tribunal elige al candidato o candidata preseleccionado que más conviene para mantener el 'statu quo'.