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¿Podemos sumar en Euskadi?

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Cuando Podemos dejó el grupo parlamentario de Sumar en el Congreso pasando al grupo mixto, ambas partes aseguraron que esa circunstancia no impediría impulsar candidaturas conjuntas en las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi. La realidad demuestra lo contrario. En Galicia queda descartada tal posibilidad al desaprobar las bases de Podemos una oferta unilateral de Sumar. En Euskadi las negociaciones se eternizan, lo cual es un mal presagio. En Galicia no habrá unidad de la izquierda alternativa, transformadora o como se quiera llamar. Mejor que tampoco la haya en Euskadi, se evitaría un divorcio.  

Airiños da miña terra

Pese a sus denodados intentos, Yolanda Díaz no ha conseguido en Galicia la alianza que deseaba, teniendo que consagrar como cabeza de lista a Marta Lois. Para rematar la operación Sumar planteó a Podemos una oferta equivalente en clave empresarial a una OPA hostil. 'Público' la resumía así: “La oferta de Díaz consiste en una coalición liderada por Sumar, en la que sólo se emplearán su nombre, su logo y su iconografía...”. Aunque resulte asombroso, la dirección de Podemos en Galicia asumió esa cuestionable propuesta, sometiéndola al criterio de sus bases, junto con la convocatoria de primarias para el Parlamento de Galicia.  

Una amplia mayoría de personas inscritas en Podemos rechazó la oferta de Sumar. Si el resultado no sorprende, sí llama la atención que la candidatura ganadora de las primarias sea la de Isabel Faraldo, apoyada por la dirección que aceptó trasladar a las bases las pretensiones de Sumar. Por si cabían dudas sobre la consulta, Pablo Iglesias, desde Diario Red, órgano de expresión oficioso de Podemos, se encargó de pedir el voto negativo y de recomendar que, en vez de presentar Podemos lista propia, apoyase la del BNG.

Considerar que lo planteado por Sumar era una propuesta, no un ultimátum, pone en cuestión la capacidad de liderazgo y el sentido de la responsabilidad de la ejecutiva de Podemos Galicia. Lo razonable era desestimarla y someter el rechazo a la ratificación de las bases. En cuanto a Iglesias, su proceder implica tomarse atribuciones que no le corresponden y arriesgar la supervivencia del partido en Galicia. Al conocerse el desenlace de la consulta, Juan Carlos Monedero discrepó de la actitud de Iglesias, mientras reprobaba la conducta de Sumar calificándola como “trampa”.  

Verdes valles, colinas rojas

A comienzos de diciembre, cuando los partidos vascos empezaron a mostrar sus bazas electorales sin esperar a la convocatoria oficial de elecciones al Parlamento Vasco, los integrantes de Elkarrekin Podemos-IU y Elkarrekin (Podemos, IU, Equo y Alianza Verde), junto con Sumar, iniciaron una azarosa negociación que mantendría en vilo a la militancia de Podemos. A través de la prensa se empezó a saber que había voluntad de acuerdo y que todo iba bien... lento. Durante semanas sólo ha trascendido el compromiso de presentar a una mujer a la Lehendakaritza, adelantado por elDiario.es. Podemos propuso como candidata a la actual portavoz de Elkarrekin Podemos-IU, Miren Gorrotxategi. Entretanto, Sumar buscaba en todos los ámbitos sociales un mirlo blanco, una mujer que le diese juego mediático para poder competir.  

Sumar representa en Euskadi un intento de expansión territorial impulsado desde el Ministerio de Trabajo del Gobierno español. Lo integra el sector escindido de Podemos el año 2020, tras perder las primarias de la candidatura al Parlamento Vasco. Al abandonar Podemos ese grupo decidió retornar a la política activa pasando por Madrid. Allí tienen un parlamentario y altos cargos en el Ministerio de Asuntos Sociales. Ahora se trata de buscar acomodo al resto del equipo, volviendo a probar suerte en la Cámara vasca.

Con o sin acuerdo, las expectativas Elkarrekin–Sumar son desfavorables. Tarea compleja hacer un reparto satisfactorio de puestos en las candidaturas en tales condiciones. Alargar las negociaciones favorece a Sumar, que necesita nombres para rellenar sus listas y tiene mejor acogida en la prensa. Cuesta entender que la dirección de Podemos Euskadi no acelere el proceso. La incertidumbre provoca desconfianza en las bases. Se llega a temer que por encima de los intereses del partido se busquen ventajas personales. Eso no puede ocurrir en Sumar, porque no hay militancia.

La visita de Yolanda Díaz a Bilbao el 15 de diciembre, publicitando su proyecto con entrevistas en Mecaner y Osakidetza, prueba que Sumar intenta ganar tiempo y espacio. Resulta difícil imaginar en qué favorece a Podemos prolongar la negociación. Con los antecedentes del 2020, debe ser bastante incómodo compartir mesa de debate. Además, la dirección de Podemos no puede ignorar que, como en Galicia, para sus bases sería un alivio que no hubiese acuerdo.

Al comenzar el nuevo año persiste el inquietante silencio. Igual que en Galicia, parece que la dirección de Podemos Euskadi intenta eludir la responsabilidad de la ruptura para no aparecer culpable en el relato. Vano empeño. Al ganador y al perdedor lo eligen los poderes mediáticos. Favorecerán a Sumar mientras Yolanda Díaz promueva un eurocomunismo de rostro amable que no incomode al sistema tanto como Podemos.

Si Podemos no mantiene su nombre en una posible candidatura conjunta y renuncia a que Miren Gorrotxategi, portavoz de Elkarrekin Podemos-IU en el Parlamento Vasco, sea la candidata a lehendakari, además del relato perderá la partida, es decir, la implantación y el reconocimiento como partido. La alternativa pasa por afrontar el reto electoral como Elkarrekin o incluso como Podemos Euskadi. Cualquier opción es mejor que embarcarse en una unidad ficticia.

A Sumar no le salen las cuentas, pero no tienen nada que perder, salvo el contacto con la realidad. Viven en un “universo paralelo” estilo Murakami. Creen merecer la posición relevante que no tienen. Eso significa considerarse “fuerza tractora del espacio” de la izquierda, en Galicia y en Euskadi.

Poner tierra por medio

Los agravios entre Sumar y Podemos son tan profundos que los intentos de acercamiento se saldan con más afrentas. Compartir espacio político supondría cronificar el conflicto. Lo más razonable y menos traumático es que cada cual vaya por su lado, admitiendo que ni juntos ni separados lograrán resultados favorables. Mejor asumir la realidad, optando por distanciarse. Si acaso, colaborando ante sucesos extremadamente graves.

Con el tiempo cicatrizarán las heridas. Algún acontecimiento excepcional posibilitará el resurgir de una nueva izquierda, tan plural, contradictoria y polémica como la actual. Es una constante histórica que la izquierda mesiánica, siempre fragmentada, no aparca sus diferencias ni frente al enemigo común.  

Cuando Podemos dejó el grupo parlamentario de Sumar en el Congreso pasando al grupo mixto, ambas partes aseguraron que esa circunstancia no impediría impulsar candidaturas conjuntas en las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi. La realidad demuestra lo contrario. En Galicia queda descartada tal posibilidad al desaprobar las bases de Podemos una oferta unilateral de Sumar. En Euskadi las negociaciones se eternizan, lo cual es un mal presagio. En Galicia no habrá unidad de la izquierda alternativa, transformadora o como se quiera llamar. Mejor que tampoco la haya en Euskadi, se evitaría un divorcio.  

Airiños da miña terra