El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha pronunciado en 2022 su tradicional mensaje de fin de año con la habitual panoplia de buenos deseos para el año entrante pero también lanzando un mensaje de calado en lo social y en lo político. No ha rehuido el debate abierto en la sociedad en torno a la salud de la Sanidad pública y ha afirmado: “No vamos a escatimar esfuerzos [...]. Lo digo con claridad: seguiremos reforzando la plantilla profesional de Osakidetza. Vamos a priorizar la mejora de la atención primaria en una única Osakidetza de la que todos somos parte y compartimos como sistema público. La salud es nuestro bien más preciado y un objetivo que une a toda la sociedad”.
Urkullu parte de la constatación de que la pandemia de COVID-19 no ha finalizado -2022, de hecho, ha sido el año con más decesos de personas con coronavirus desde el inicio de la pandemia- y ha apuntado que, desde su inicio en 2020, “ha tensionado todos los sistemas sanitarios en el mundo”. “También el nuestro”, ha admitido sobre Osakidetza. Sin emplear expresamente la palabra 'autocrítica', ha asumido “problemas” y “dificultades”. “Reconozco, humildemente, que tenemos espacios de mejora”, ha dicho después. En 2022 los sindicatos y otros colectivos se han echado a la calle, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, demandó un “cambio cultural” ante la escasez de sanitarios y auguró que tocaría ir más lejos a los centros de salud o tener consultorios sin médico o telemáticos, solamente con enfermeros, y los datos de las listas de espera conocidos empeoran la situación previa al coronavirus, la de 2019. A los problemas generales se han sumado incendios locales en Basurto, en Vitoria, en Tolosa, en el Bidasoa o más recientemente en Donostia. La oposición en pleno, con algunas peticiones de dimisiones incluidas, diagnostica que se está “desmantelando” una de las joyas de la corona del autogobierno vasco.
“Nuestra determinación es seguir mejorando un sistema de Salud del que nos hemos sentido siempre orgullosos. Hoy pedimos Salud al nuevo año”, ha solemnizado en un mensaje grabado por partida doble pero con el mismo contenido, primero en euskera y luego en castellano. Se cerró este jueves, aunque no se ha emitido hasta Nochevieja, como dicta la tradición. A diferencia de en 2021, Urkullu ha comparecido ya sin mascarilla y ha regresado a interiores, en este caso al vestíbulo del palacio de Ajuria Enea, su residencia oficial. Le han acompañado un árbol de Navidad con adornos rojos y una ikurriña.
Urkullu, con todo, ha arrancado su alocución con una reflexión general sobre la situación económica y social. “La realidad nos demuestra que seguimos teniendo motivos de preocupación. No es algo nuevo. Lo han vivido todas las generaciones que nos precedieron”, ha señalado. Ha citado “las consecuencias de la inflación o la precariedad laboral”, pero ha querido subrayar que hay 100.000 personas más con un empleo “que hace diez años”, cuando él llegó a Ajuria Enea. También ha mencionado las “guerras y vulneraciones de derechos humanos, también en el corazón de Europa”, en referencia a Ucrania. Han llegado a Euskadi más de 4.000 refugiados. Ha alertado, igualmente, sobre la “crispación política o crispación social”, aunque no ha concretado más a este respecto.
“Corremos el riesgo de resignarnos o ceder al pesimismo, pero no lo debemos permitir. Propongo una mirada pausada, positiva y global. Forma parte de la condición humana no apreciar o no querer apreciar lo que tenemos en la sociedad de la que formamos parte. El nivel de vida, cohesión social y bienestar en Euskadi, basado en la generación de riqueza y su redistribución, posibilita oportunidades para desarrollar un proyecto de vida, profesional o de familia. La sociedad vasca se encuentra entre las más cohesionadas y solidarias de nuestro entorno. Es un logro compartido, trabajado a lo largo de las últimas décadas. Recordarlo es reconocer el esfuerzo de quienes nos precedieron”, ha abundado el lehendakari.
Urkullu, asimismo, ha mostrado su preocupación por el cambio climático. “El planeta no puede esperar más. No tenemos otro”, ha señalado antes de pedir “mayor ambición” contra una emergencia reconocida formalmente en Euskadi desde el verano de 2019. También se muestra inquieto por la baja natalidad y los problemas de la juventud para emanciparse. En 2022 ha decidida adscribir a Presidencia las políticas en esta materia. Euskadi precisa un “acuerdo intergeneracional” para “favorecer” a las nuevas generaciones en áreas como empleo, vivienda o salarios. El Gobierno de coalición que preside, compuesto por PNV y PSE-EE, goza de mayoría absoluta en el Parlamento Vasco y, de hecho, ha aprobado los presupuestos de 2023 sin apoyos entre la oposición. Pero Urkullu ha defendido que es un “empeño permanente” del Ejecutivo vasco “tejer acuerdos que den respuesta a las demandas y necesidades de la sociedad”.
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