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A dos años de la ley de Cooperación: un balance de progresos y desafíos en Extremadura

Extremadura aprobó hace casi dos años la ley de Cooperación y Solidaridad Internacional

Lidia Rodríguez, presidenta de la Coordinadora Extremeña de ONGD

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Hace apenas dos años, Extremadura aprobaba la Ley de Cooperación y Solidaridad Internacional con el objetivo de reforzar su compromiso con el desarrollo global. Se hablaba de un horizonte de solidaridad, de una autonomía que, desde su historia de migración y lucha, entendiera la necesidad de tender la mano al mundo. Pero hoy, los hechos contrastan con aquellas palabras esperanzadoras: la realidad nos muestra un desmantelamiento progresivo de la política de cooperación, una falta de voluntad política que arrincona la ayuda al desarrollo y la reduce a un gesto testimonial.

Este retroceso no se limita a la reducción de recursos; es, más que nada, una señal de un cambio en la visión política de lo importante y esencial. La cooperación internacional y la solidaridad, que históricamente han sido valores centrales de nuestra región, se ven desplazadas por decisiones que priorizan otros intereses. Los programas de cooperación están siendo desmantelados, los compromisos internacionales se ven desatendidos y, con ello, se dejan desprotegidas a comunidades vulnerables, tanto en Extremadura como en otros contextos globales. Es una cuestión de valores: ¿qué sociedad queremos construir? ¿Una que invierta en bienestar común o una que recorte, deshumanice y se aleje de los desafíos globales?

Solidaridad o barbarie

Es fundamental que entendamos que la cooperación es una cuestión ética y política que determina cómo nos relacionamos con el mundo. La solidaridad global es la herramienta más poderosa que tenemos para transformar los problemas más graves: el hambre, las guerras y la pobreza. Es la forma de evitar que el caos se apodere de nuestras vidas. Es nuestra oportunidad de influir en el mundo, de demostrar que creemos en la justicia, en la paz y en la equidad para todas y todos.

Pero no solo se trata de ayudar a otras y otros; se trata de ayudarnos a nosotras y nosotros mismos.

Mientras el gasto militar se dispara y la precariedad se normaliza, la cooperación se transforma en un lujo, cuando en realidad es una necesidad urgente e ineludible.

Recuperar el rumbo

Aún estamos a tiempo de corregir este rumbo. Hay medidas concretas que podrían frenar la erosión de la política de cooperación extremeña:

  1. Revisión presupuestaria: Establecer un plan de recuperación progresiva para la AOD, con el compromiso de alcanzar el 0,21% como mínimo histórico y avanzar hacia el 0,7%.
  2. Transparencia y rendición de cuentas: Restaurar la concurrencia competitiva, evitando la discrecionalidad en la asignación de recursos.
  3. Refuerzo institucional: Dotar a la AEXCID de los recursos humanos y financieros necesarios para desempeñar su labor con eficacia.
  4. Educación y sensibilización: Apostar por la formación en ciudadanía global y consolidar una cooperación descentralizada con arraigo en la comunidad.
  5. Avanzar el desarrollo normativo pendiente: completar el diseño del Plan General de Cooperación, actualizar las Bases Reguladoras y otros decretos pendientes de actualización.
  6. Integración del Pacto Extremeño por la Solidaridad: Hacer de la cooperación una política de consenso, blindada ante los cambios de gobierno y las coyunturas políticas.
  7. Fortalecer el diálogo y consenso con el sector: Es esencial establecer un diálogo abierto y continuo con las ONGD. Esto implica no solo escuchar sus demandas, sino integrarlas de manera efectiva en la planificación y gestión de la cooperación, asegurando una asignación presupuestaria acorde con los compromisos asumidos.

La solidaridad no puede ser una opción que se ajuste según las prioridades del momento. Es una responsabilidad que define quiénes somos y el mundo en el que queremos vivir. En este dilema, Extremadura tiene aún la posibilidad de elegir su papel en la historia: o reafirma su compromiso con la cooperación y la justicia global, o se convierte en cómplice del abandono y la indiferencia. La decisión todavía sigue siendo nuestra.

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