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Dioses, dinosaurios y el árbol genealógico del capital: O Pasatempo, el excéntrico parque olvidado hasta la ruina en Galicia

Un buzo en el parque do Pasatempo de Betanzos.

Beatriz Muñoz

Santiago de Compostela —
1 de junio de 2024 23:10 h

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La historia de los hermanos Juan y Jesús García Naveira es la de muchos emigrantes que hicieron fortuna en otros territorios entre los siglos XIX y XX. En su caso, el destino fue Argentina. De regreso en Betanzos (A Coruña) utilizaron una parte de su riqueza para obras de carácter social: la construcción de escuelas, un asilo o lavaderos. Pero también para emprender otro proyecto más excéntrico, en manos fundamentalmente de Juan, cuyos misterios siguen sin desentrañar más que en parte: el parque do Pasatempo, una amplia extensión sobre la que se fueron instalando esculturas, abriendo fuentes, estanques y grutas y plantando un jardín. Y sobre toda la obra, hecha de cemento, un material innovador en la época, hay una profusa decoración con relieves y figuras que eran una ventana a conocimientos, lugares lejanos y desarrollos tecnológicos. Hay leones, pirámides, referencias republicanas, dioses, dinosaurios, explicaciones sobre el capital, un buzo, alusiones al cristianismo, bustos de presidentes argentinos.

El abandono del lugar durante décadas lo dejó en estado ruinoso. Los derrumbes de algunos elementos ocurridos en 2017 y 2018 volvieron a movilizar a los vecinos -ya había habido protestas en los 80-. Declarado bien de interés cultural (BIC) en 2020, han empezado las obras en una pequeña parte de lo que se conserva. Y otra iniciativa le ha dado, a la vez, un enfoque menos habitual al problema: Concomitentes, una productora cultural centrada en las obras de arte, les propuso a los vecinos de Betanzos tomar la iniciativa y pactar un encargo para que una artista crease una obra conectada con el parque do Pasatempo.

Fran Quiroga, el mediador de Concomitentes explica que esto hay que entenderlo como “una contribución ciudadana para el cuidado del parque”. El hecho de que se haya decidido colectivamente qué tipo de elemento se quería y no haya sido una cuestión restringida a “expertos”, dice, “fortalece la idea de vínculo entre la sociedad y sus elementos patrimoniales”. El resultado es una escultura formada por varios bloques de cemento reciclado que retoma elementos ya desaparecidos -en concreto, de la fuente de Neptuno, que cruzaba con una escalera sobre el antiguo canal- y una intervención paisajística en la que se ha plantado vegetación.

La autora de la escultura, Carme Nogueira, explica que su idea era “traer ese canal” ya desparecido “al presente” de forma simbólica. Los cubos, expone, son “como un despiece esquemático” de la fuente de Neptuno. “Cada una es como un molde de un elemento escultórico para recordar lo que falta ahí”, añade. Desde una perspectiva concreta, los elementos se ven como una continuidad que quiere evocar el curso de agua. Para ella ha sido una victoria que el día de la inauguración unos niños que pasaban por la zona se empezasen a subir a los cubos. “Quería que tuviese escala humana. No son esculturas para ver, sino para usar”, enfatiza. El objetivo es “colonizar” lo que era un lugar poco amable, sin sombra, y transformarlo en “un espacio de comunidad”.

Los García Naveira

Pero, antes de que este proyecto emergiese, el parque acumulaba ya más de un siglo de historia. O Pasatempo se empezó a construir en 1893. Juan, nacido a mediados de siglo, había vuelto de Argentina. Fue quien ideó el parque, que ocupaba un extenso terreno del que en la actualidad se conserva solo una pequeña parte, la que está sobre una ladera por la que sube haciendo terrazas. En la cima, corona el conjunto un gran león. Su intención con esta obra es un misterio porque no se tiene constancia de un archivo personal o familiar ni planos de la construcción que arrojen luz sobre el objetivo de su promotor.

La propuesta es insólita. Ángel Arcay, que dirige el Museo das Mariñas y el Archivo y la Biblioteca Municipal de Betanzos y firma dos obras publicadas sobre el parque, señala que “no hay nada igual”, es “único en el mundo”. Hay espacios con los que se puede comparar, dice, pero “en algunas formas, no en el contenido”. Se citan habitualmente similitudes con A Quinta da Regaleira de Sintra (Portugal) y el parque de los monstruos de Bomarzo, en Italia. O Pasatempo, sostiene, es otra cosa: “Puede funcionar como parque simplemente, como parque enciclopédico, que es lo que decía Luis Seoane, como extensión de las escuelas de los hermanos García Naveira por los relieves pedagógicos, y tiene también toques de jardín iniciático”.

Quienes investigan sobre el parque, y Arcay es uno de ellos, interpretan “las pistas que fueron dejando” los García Naveira. La que considera “versión fácil” es que es la obra de unos indianos que hicieron fortuna, vieron mundo y tratan de trasladar el mensaje de cómo se consigue. Una especie de “mira todo lo que hay por el mundo, anímate a salir porque seguramente logres el éxito”. Agrega que hay quien lo ha descrito, con “mala leche”, como “la escuela del buen emigrante”.

La interpretación masónica

Arcay, historiador del arte y miembro de la Asociación de Amigos e Amigas do Parque do Pasatempo, tiene su propia opinión: es un parque masónico. La visión que él tenía era la que le había transmitido su madre sobre el parque enciclopédico concebido para transmitir conocimientos. Pero, al investigar, encontró “cuatro cinco o cosas que no encajaban”: “Enciclopédico sí, pero ¿qué explicación tiene que dentro de unas cuevas haya unas tumbas abiertas o que todo sea de cemento y haya, de repente, un muro de azulejos supercolorido?”. La masónica, defiende, “es la única teoría, por ahora, en la que encajan todas las piezas”. Las terrazas serían, así, representaciones de cada uno de los grados de la masonería.

El parque ha sido analizado en varios libros, el más reciente El Pasatiempo y otros jardines (extra)ordinarios (Encyclopaedia Botanica, 2023), con un enfoque artístico y trabajos del fotógrafo Vari Caramés. El autor, Ignacio Somovilla, dice que el espacio “no tiene parangón”, pese a que hay “muchos jardines excéntricos”. Para él la amalgama de temas que trata el parque se puede deber a que García Naveira quiso replicar lo que él mismo había visto por el mundo, pero sin una estrategia que le diese un sentido de conjunto: “No sé si era consciente de si tenía coherencia o no”. Lo relaciona también con los conocimientos fragmentarios que se le podrían atribuir a un indiano, es decir, alguien que emigró para trabajar y sin “tiempo de estudiar”.

El enigma en torno a O Pasatempo es uno de los motivos de la fascinación que causa. Desde 2013 un blog con el nombre del parque recoge información, publicaciones y fotos. El responsable es José Souto, también miembro de la Asociación de Amigos do Pasatempo, que destaca el carácter “misterioso” de la construcción. Explica que conoció la obra durante sus años universitarios y empezó a buscar información por su cuenta. Llegó a varias conclusiones: se había investigado poco, los datos estaban “deslavazados” y gran parte de lo que aparece por Internet sobre el parque es falso o inexacto. Para él “es como un reto”.

Del estanque de los papas a un campo de fútbol

Souto destaca también todo lo que se ha perdido del parque original, en el que Juan García Naveira siguió trabajando hasta su muerte, en 1933. La construcción empezó, de hecho, por la zona que ahora ha desaparecido, que es la baja, en la que había menos esculturas. Entre otras cosas, sobre ella se han levantado un campo de fútbol y el pabellón municipal. Souto se detiene en uno de esos elementos destruidos, el estanque de los papas, que “era enorme, con lanchas”. Había más de 200 bustos de religiosos. Por esa zona más baja se podían encontrar también varias edificaciones. La parte inferior de las terrazas se levantó también en la primera fase. A lo largo de los años el proyecto fue avanzando ladera arriba.

Entre los hallazgos más recientes, Arcay cuenta que hace pocos meses una mujer subió a un grupo de Facebook una foto de un elemento nunca visto: una entrada nominal que autorizaba a una persona, Paco Martínez, y a sus acompañantes a acceder al parque el 17 de mayo de 1911. Les avisaba, entre adornos, de que debían velar por que los niños no hiciesen daño y evitar hostigar a los animales -había un zoo también en el que vivían, según los testimonios, ciervos, lobos, monos y un yak-. Para Arcay este permiso apuntala su teoría de que O Pasatempo no era público, sino privado, y que el acceso debían autorizarlo los García Naveira. Souto, sin embargo, lo discute: alude a que había una taquilla y que han quedado testimonios que hablan del pago de una peseta por entrar.

El deterioro

Hasta que murió Juan García Naveira en 1933 -su hermano había fallecido años antes- el parque estuvo activo. En los 50 años posteriores los propietarios son sus descendientes. Juan fue el único que tuvo hijos: dos mujeres y un hombre, Juan Jesús García Iribarne, que heredó la propiedad y fue el primer alcalde franquista de Betanzos. Esto, expone Arcay, llevó a que el parque, con simbología republicana, descendiese en las prioridades. García Iribarne no lo destruyó todo, pero potenció las plantaciones de lúpulo en la zona y las fuentes, estanques y ornamentos fueron quedando bajo la maleza. En los años 80 lo compró el Ayuntamiento de Betanzos, el propietario hasta hoy. “Ahí fue donde empezó la gran debacle”, dice Arcay.

En la parte baja el Ayuntamiento proyectó viviendas adosadas, un campo de fútbol, piscina y polideportivo. Lo que se conserva, dice, es posiblemente “por casualidad”. Los descendientes de los García Naveira permitían que se tirase escombro y Arcay cree que los diferentes elementos fueron quedando ocultos y que eso los salvó. Con unos derrumbes que se produjeron en 2017 y 2018 las voces vecinales se alzaron, se constituyó la Asociación de Amigos do Pasatempo y se promovió la declaración BIC, que llegó en 2020 y que lo categoriza como jardín histórico, adscrito al eclecticismo y la arquitectura de indiano.

Con la declaración como bien de interés cultural llegó la obligación de conservar el patrimonio y un plan de restauración que arrancó en 2022. La primera fase, centrada en el estanque del Retiro, ha finalizado, tras enfrentarse a algo también inusual: este es un BIC hecho de cemento. La segunda y la tercera -que dependen de la Xunta- se sacaron a licitación, pero esta quedó desierta. Turismo de Galicia asegura, en respuesta a este diario, que van a ser adjudicadas en junio. Recuerda que el dinero procede de los fondos europeos Next Generation y que la inversión total será de 1,5 millones de euros. La cuarta y última fase es responsabilidad del Ayuntamiento.

Otra de las reacciones a los derrumbes de hace unos fue la de Concomitentes, que es una entidad sin ánimo de lucro. El proyecto pretendía situar a la ciudadanía en el centro para reflexionar sobre la conservación del patrimonio. Tiene el apoyo de la Fundación Daniel e Nina Carasso (mecenas fundador de Concomitentes) y también la del Ayuntamiento, la Deputación de A Coruña, la Xunta y el Gobierno. Se unieron Asociación de Amigas do Parque do Pasatempo, Asociación Roxín Roxal y Asociación del Casco Histórico de Betanzos y, a través de varias sesiones, determinaron qué tipo de obra querían: no excesivamente monumentalista ni épica, que atendiese a lo inacabado, que no fuese efímera y prestase atención a la ecología. El mandato se tradujo en la obra de Carme Nogueira, instalada junto al campo de fútbol, y la intervención paisajística, a cargo de Iñigo Segurola (famoso por el programa Bricomanía). El prespuesto total fue de 70.000 euros y el mantenimiento lo asume el Ayuntamiento de Betanzos.

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