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Iria Pinheiro lleva al teatro documental su experiencia ante el juez tras denunciar acoso sexual: “Sentí una gran soledad”

La actriz y dramaturga Iria Pinheiro

Daniel Salgado

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El juez no apreció delito. La sentencia, emitida cinco años después de presentada la denuncia y seis de los hechos, asegura que “resulta extravagante” que “una petición de sensualidad del director del programa en el ejercicio de creación o interpretación artística […] 'quiero que seas una milf', 'quiero que ocho de cada diez espectadores te deseen', 'quiero que muestres tus curvas', 'quiero que bajes el escote' […] se pueda considerar un grave ataque ilegítimo a la dignidad, seguridad y/o libertad sexual”. Tampoco percibió, al contrario que la denunciante, “ánimo lascivo” en “acercamientos, invasión de espacio o contacto físico” de un director televisivo a una actriz a la que, sin pedir permiso, baja el escote. “Como cualquiera puede advertir nos movemos en un terreno muy resbaladizo”, dice, sin embargo, el dictamen. El documento es uno de los elementos con los que la actriz y dramaturga Iria Pinheiro revive y analiza el proceso desencadenado por su demanda por acoso sexual en el ámbito laboral, finalmente desfavorable, contra el director del programa de televisión en el que trabajaba. Lo hace en Vitória, una pieza de teatro autobiográfico que se estrena este sábado, 8 de febrero, en Cangas (Pontevedra) y que sitúa en su núcleo la deconstrucción de la “violencia judicial”.

“Todos me decían 'eres muy valiente por denunciar', pero lo que sentí fue una gran soledad”, rememora Pinheiro (Ourense, 1978) en conversación con elDiario.es. Su denuncia en los juzgados fue pública. La prensa informó sobre la misma, asociaciones de actores y actrices de Galicia y del Estado le mostraron su respaldo. “Aunque tuve muchos apoyos, perdí mi trabajo y fui vetada durante mucho tiempo”, explica en el texto de la obra, “si volviera atrás, seguramente habría hecho las cosas de otra forma”. La maquinaria que había activado era poderosa. Y lenta. “Me habría protegido más”, aclara a este periódico, “quise dar un golpe en la mesa, pero algo así no se puede hacer en solitario”. La Justicia falló en contra. En Vitória añade: “Esperé años con la vida en pausa para recibir una sentencia decepcionante, y me di cuenta de que en realidad esto ya no tenía que ver conmigo, tiene que ver con el resto de la comunidad”. Sobre eso exactamente es sobre lo que trata la nueva obra de Pinheiro.

“Quería reflexionar sobre cómo somos acompañadas en estos procesos. Aportar ideas y ser pedagógica”, asume sin reservas. Más allá de casos mediáticos y de las causas y consecuencias del #MeToo, Pinheiro habla en Vitória del esfuerzo personal, y económico, que supone dar un paso como el que ella dio en marzo de 2018. De las dificultades. Y de lo que ella, y otras antes y después que ella, denominan “violencia judicial”. “Es alarmante la falta de preparación que hay en la instancia judicial para este tipo de casos”, señala, “la frialdad y la falta de empatía”. En el proceso por la denuncia de Pinheiro llegó al extremo de no ser capaz de garantizar su declaración por videoconferencia. La denunciante debió bajar a la sala y los juzgados improvisar un biombo para evitar el encuentro con el denunciado. Los fallos informáticos, las cancelaciones de vistas o las vacaciones de los magistrados demoraron el juicio. Cinco años, seis desde los tres meses de trabajo en el programa televisivo en el que acontecieron los hechos denunciados. “Seis años son muchos para quien espera justicia”, dice Vitória.

El paso del tiempo sí ha servido, sin embargo, a la Pinheiro escritora. Antes de Vitória, redactó e interpretó Anatomía dunha serea, otra vez teatro documental, que relataba en primera persona su padecimiento de violencia obstétrica durante el parto de su hijo. En un hospital del Servizo Galego de Saúde le practicaron, sin informarla, una episiotomía (un corte en la vulva), lo que provocó secuelas: dolores constantes e incomprendidos por parte de los médicos. “Ahora veo Anatomía dunha serea y Vitória como parte de lo mismo”, dice. Los años transcurridos también arrojaron otra luz sobre los documentos de la denuncia por acoso sexual. La perspectiva se modificaba. “Todas las piezas encajaban”, dice, en referencia a la continuidad entre ambas obras. Además de su carácter autobiográfico -aquí no hay ficción ni autoficción-, cierta crítica de ecos foucaultianos a la institucionalidad, una búsqueda por visibilizar realidades invisibles y confianza en el teatro como herramienta para acceder a la verdad les son elementos comunes.

Montaje autogestionado

Hay tres voces en Vitória: la judicial, la poética y la del común. Las encarnan tres actrices: la propia Iria Pinheiro, Arantza Villar y Salva del Río. La dirección corre a cargo de Susana Villaverde y Ricardo Corréia, que contaron con Vanesa Sotelo en apoyo a la dramaturgia. La música es de Mónica de Nut. El texto, tejido a partir de la documentación judicial -incluidas las grabaciones del juzgado- y personal -diarios y notas-, nació de una residencia literaria en la Casa da Esquina, en Coímbra (Portugal), y el montaje es “totalmente autogestionado”. “Me interesa el teatro documental porque me gusta la sensación de verdad. De hecho, la palabra verdad me gusta más que ficcionar”, asegura, antes de apuntar que en Vitória “hay además mucho humor y un cabaré, un cabaré en el juzgado”. Al fin y al cabo, es una obra de Iria Pinheiro, ríe.

Tras su estreno este sábado, 8 de febrero, en el Auditorio Municipal de Cangas (Pontevedra), Vitória podrá verse en el Teatro Principal de Santiago de Compostela el 3 de abril.

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