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Museo de Pontevedra y Diputación de Jaén rectifican los datos de los retratos de Miguel Hernández que dibujó el gallego Conde Corbal

Los dos retratos de Miguel Hernández realizados por Conde Corbal. El de la izquierda forma parte del legado del poeta. El de la derecha se encuentra en el Museo de Pontevedra.

Daniel Salgado

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El hilo de la pequeña historia de estos dos dibujos se había extraviado. Retratos de Miguel Hernández, uno de ellos lo conserva el museo de su Pontevedra natal, pero datado unos diez años antes de su fecha real de ejecución y sin identificar al poeta como retratado. El otro se encuentra en el legado de Hernández que su descendencia depositó en la Diputación de Jaén, pero mal atribuido. La familia del autor, el pintor Xosé Conde Corbal (1923-1999), figura ineludible del arte gallego del siglo XX y cuyo trabajo se puede ver estos días en la exposición Esperpento. Arte popular y revolución estética del Reina Sofía, reconstruyó la peripecia de ambas obras y la relató a a este periódico el pasado diciembre. Ambas instituciones han corregido los errores y los dibujos ya están correctamente documentados.

El retrato del Museo de Pontevedra forma parte de las muchas obras que el propio artista le iba cediendo al centro en vida y cuya situación formalizaron sus parientes después de que él falleciese. Figuraba bajo el título Retrato de hombre y fechado en 1957. En realidad, Conde Corbal lo había dibujado unos diez años después y como portada para un afiche que anunciaba un homenaje a Miguel Hernández en el Ateneo de Pontevedra. El acto lo organizaba el bibliotecario y erudito Antono Odriozola, amigo íntimo de Corbal, y se celebró entre el 14 y el 19 de diciembre de 1967. Hernández, a quien el franquismo había dejado morir en sus prisiones, era reivindicado en voz cada vez más alta. Documentos relativos al acto de reparación del poeta obran entre los materiales de Corbal que alberga el museo pontevedrés.

El retrato de Pontevedra mantiene un aire de familia con una de las imágenes más conocidas del autor de Viento del pueblo, la que dibujó Antonio Buero Vallejo, después dramaturgo fundamental de la literatura española, mientras compartían prisión en el Madrid de la primerísima posguerra. Buero sobrevivió, Hernández no. El caso es que el otro de los retratos de esta historia acabó en la Diputación de Jaén, dentro del legado del poeta que su familia depositó en la institución después de que el Ayuntamiento de Elche lo rechazase por motivos políticos. Se trata de una imagen distinta a las más conocidas, frontal, como distorsionada, expresionista. Conde Corbal se la envío a la viuda del poeta, Josefina Manresa, por razones que los parientes del pintor todavía no han conseguido aclarar. La ficha del dibujo del ente provincial gienense atribuía su autoría a un tal Andes. Una mera comparación con la firma de Conde Corbal confirma que, efectivamente, se trata de una obra suya. Pruebas de hemeroteca y documentación recabadas por la familia lo ratifican.

El Museo de Pontevedra y la Diputación de Jaén ya han restituido los datos de ambos retratos de Miguel Hernández.

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