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La nueva composición del Parlamento gallego obliga a la oposición a un primer pacto antes de un mes

Pleno del Parlamento de Galicia

David Lombao

El próximo 21 de octubre a las 11 de la mañana comenzará formalmente la décima legislatura autonómica en Galicia. En esa jornada, según lo estipulado en el decreto de convocatoria de las elecciones del pasado 25S, se constituirá el nuevo Parlamento. Y ese será el día en el que la recompuesta bancada izquierda del Parlamento compruebe por primera vez su capacidad para conseguir acuerdos con su nueva configuración. Excepto en el improbable escenario de que el recuento del voto exterior de la provincia de Ourense deshaga el empate a 14 escaños entre En Marea y PSdeG, los pactos serán imprescindibles para la elección de los puestos que no le corresponden al PP en la Mesa del Parlamento, el órgano rector de la Cámara.

Como marca el Reglamento, la primera decisión que tendrá que tomar el pleno en esa sesión constitutiva será la elección de la Presidencia del Parlamento. El puesto se elige por mayoría absoluta, por lo que le corresponderá al PP con independencia de la postura del resto de grupos. Lo mismo sucederá con la vicepresidencia primera y con la secretaría, que le corresponden al grupo con más votos en la Cámara. La intervención de la izquierda llegará para la elección de la vicepresidencia segunda, en la segunda votación, y de la vicesecretaría, en la tercera votación.

Las normas parlamentarias estipulan que tanto un puesto como el otro serán para la diputada o diputado con el segundo mayor número de votos. “En el caso de producirse empate”, indica el Reglamento, “se celebrarán sucesivas votaciones entre los candidatos igualados en votos hasta que el empate quede dirimido”. Si cada grupo de la oposición vota por su respectivo candidato o candidata, en la primera votación el Bloque quedaría fuera y se producirían sucesivos empates entre En Marea y el Grupo Socialista. De este modo, todo apunta a dos escenarios posibles: un acuerdo entre los dos grupos con 14 escaños, En Marea y PSdeG, para distribuirse la vicepresidencia segunda y la vicesecretaría; o bien un pacto de una de estas dos fuerzas con el BNG. Todavía habría, no obstante, otra posibilidad, inédita en la historia del legislativo: que el PP divida sus votos para, en caso de no haber acuerdo por la izquierda, quedarse con los cinco asientos o decidir a qué miembro de la oposición le quiere otorgar los puestos.

El precedente más próximo de esta situación se dio hace tan sólo cuatro años y entonces la resolución no fue del todo pacífica. Tras varias legislaturas con sólo tres grupos en la Cámara en las que, siempre que había habido mayoría absoluta del PP, PSdeG y BNG había acordado entre sí el reparto de los dos puestos restantes, la llegada de AGE cambió la dinámica. Así, el PSdeG comenzó instando el PP a ceder uno de sus puestos -y la mayoría absoluta en el órgano- para permitir que los cuatro grupos estuvieran en la Mesa. Como era previsible, el PP rechazó la idea e instó a los socialistas a que fueran ellos quienes decidieran si daban entrada o no a AGE.

En aquel escenario, Alternativa y el Bloque formularon dos posibles soluciones. El grupo liderazgo por Xosé Manuel Beiras propuso sumar dos miembros a la Mesa para, sin incrementar su asignación económica, permitir que todos los grupos participaran de ella. El BNG, por su parte, sugirió que uno de los puestos de la oposición fuera para el PSdeG y el otro, rotase temporalmente entre AGE y el propio Bloque con un reparto proporcional a su representación.

Finalmente, la Ejecutiva Nacional de los socialistas, entonces dirigida por Pachi Vázquez, decidió no atender las peticiones que le llegaban desde su izquierda y se quedó con los dos puestos a los que, con la aritmética en la mano, podía acceder, dando lugar a un reparto a dos prácticamente inédito en el 'gobierno' del Parlamento. No obstante, apenas dos semanas después, el PSdeG flexibilizó su postura en el reparto de responsabilidades en las comisiones parlamentarias y cedió cuatro de sus puestos, dos a AGE y otros dos al BNG.

Así las cosas, falta saber si la formación que de alguna manera hereda el espacio parlamentario de AGE, En Marea, opta por devolver a los socialistas su movimiento de hace cuatro años y abordar esta asignación de responsabilidades sin contar con ellos, toda vez que un acuerdo con el BNG sería suficiente, o si, por el contrario, intentan el acuerdo con el PSdeG. Los socialistas, por su parte, tienen también la opción de buscar a los nacionalistas y excluir de las conversaciones a En Marea, y todos ellos cuentan con una tercera vía que incluya soluciones rotatorias como la sugerida por el Bloque en 2012.

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