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Un documental de Disney, unos animales 'suicidas' y el origen del mítico videojuego de los 'Lemmings'

Puede que jamás hayas oído hablar de los leminos, cuyo nombre científico es 'lemmini', unos roedores miomorfos (igual que los ratones, las ratas o los hámsters) que habitan en las frías tundras, taigas y praderas árticas, al norte de Canadá, en Alaska, Siberia o Escandinavia. En realidad, fueron tristemente célebres a finales de los 60 y principios de los 70, a cuenta de un documental de Walt Disney llamado 'White Wilderness' (1958), que ganó nada menos que un Oscar y un Oso de Oro en Berlín.

Lo cierto es que no merecía ninguno de los dos premios, pero, antes de llegar a esa parte de la historia, volvamos a los leminos, vulgarmente conocidos como 'lemmings'. ¿Ahora te empiezan a sonar? Se trata de unos animales que, a primera vista, no tienen nada de especial, pero que en su momento eran admirados por multitud de teóricos que veían en ellos el mejor ejemplo de autoregulación de la naturaleza.

Lo normal en este tipo de roedores es que los progenitores tengan multitud de crías, tantas que los cuidados que les pueden ofrecer son mínimos y muy pocas sobreviven, sobre todo si los recursos son escasos (pocos alimentos, dificultad para acceder a ellos...), o si nacen tantos animales que acaban por agotarlos. Pero los 'lemmings', se pensaba, eran distintos. Mucho más sacrificados y altruistas. Llegado el momento, la mayoría de los adultos se marchaban para dejar sitio a las nuevas generaciones: se dirigían a los acantilados y se suicidaban en masa.

Precisamente a esta escena debe su éxito el documental de Disney:

Impactantes imágenes, ¿verdad? Una pena que sean completamente falsas. No, amigos, los 'lemmings' no se suicidan. La comunidad científica en bloque está en contra de esta hipótesis y no hay prueba alguna que la demuestre. Bueno, sí, un documental trucado.

Según se cuenta, el equipo del film, dirigido por James Algar, se desplazó a Alberta (Canadá) para ser testigos de escenas como esta, pero nada más llegar se dieron de bruces con la realidad. Alberta está muy lejos del hábitat natural de estos animales, así que allí no había 'lemmings' ni ejemplos de suicidio en masa, ni absolutamente nada. Vaya chasco, se iban a tener que dar la vuelta. O no... En ese momento, el director de fotografía, James Simon, tuvo una idea. Seguramente se le vino a la cabeza la vieja frase del periodismo sensacionalista: “No dejes que la realidad te estropee un buen titular”.

Así que Simon y el resto del equipo reclutaron a un grupo de niños esquimales y les pagaron 25 céntimos de dólar por cada 'lemming' que pudieran atrapar. No lograron reunir muchos, cierto es, pero sí suficientes para fabricar la realidad a su medida con unos cuantos trucos de cámara y algo de edición. Fue entonces cuando, al parecer, colocaron a los animales sobre una especie de plataforma giratoria cubierta de nieve y los hicieron correr sobre ella, utilizando efectos visuales para que parecieran muchos más.

Y no se quedaron ahí. A continuación, se los llevaron al borde de un acantilado y los forzaron a tirarse, alimentando de forma artificial el mito del suicidio masivo de leminos, que se convirtió en una mina de oro y llegó a dar nombre y argumento a uno de los videojuegos más míticos de los años 90. Precisamente en 'Lemmings', desarrollado por DMA Design (los actuales Rockstar, padres de la saga GTA), el objetivo es pasar de nivel salvando al mayor número de personajes posible de una inminente muerte en masa.

'Lemmings' vendió 55.000 copias para la consola Amiga solo en su primer día, una cifra que otros juegos conseguían durante toda su vida comercial. Se cree, además, que el total de ventas de 'Lemmings' en todos sus formatos desde 1991, cuando vio la luz, alcanza los 15 millones de copias.

¿De dónde viene el mito de los 'lemmings'?

Como casi siempre, la leyenda urbana tiene una base real o, al menos, un origen. En este caso, resulta que el comportamiento de los 'lemmings' de carne y hueso invita a que los más noveleros se monten su película.

Los leminos son auténticas máquinas reproductivas: alcanzan la madurez sexual al mes de nacer, pueden parir hasta 7 veces al año y en cada parto pueden tener hasta 10 crías. Así que, periódicamente, aproximadamente cada cuatro años si las condiciones son favorables, se dan fenómenos de superpoblación. Los depredadores de estos animalillos aprovechan ese tiempo para darse un festín, pero además los 'lemmings', cuando se dan cuenta de que se están quedando sin comida, hacen el petate y salen en busca de una vida mejor.

El problema es que viajan en grupos y se enfrentan durante el recorrido a infinidad de peligros. Unos mueren de hambre, otros son pasto de las fieras y, como es lógico, algunos se despeñan por acantilados o mueren ahogados en un río, a pesar de que estos animales saben nadar. No es algo voluntario, simplemente sucede. Así que no, los 'lemmings' no se suicidan. Simplemente emigran, con los riesgos que eso conlleva.

Qué pena de documental... Pero, bueno, el juego era entretenido.