¿Devolverán los 'tories' el dinero de las donaciones rusas?
Independientemente de lo que ocurra en los próximos días y en las próximas semanas, el hecho de que Vladimir Putin esté amenazando y acosando al mundo requiere una reacción por parte de los que estamos comprometidos con la paz. En el Reino Unido, eso significa poner orden en casa.
Que no quede ninguna duda: cuando se trata de hacer frente a la agresión rusa, el Partido Laborista apoya al Gobierno del Reino Unido y a sus aliados. Los que relativizan las acciones de Rusia equiparándolas a las de la OTAN están equivocados, en el mejor de los casos. Si la unidad de las últimas semanas ha sorprendido al Kremlin es precisamente porque está acostumbrados a encontrarse con divisiones al otro lado. Unas divisiones que han contribuido a décadas de fracasos en las relaciones con Rusia.
La manera de actuar de Putin es bien conocida. Prefiere el caos al orden, la niebla de la guerra antes que las estrategias claras. Su política exterior tiene un enfoque nihilista y de suma cero. Usa el dinero ilícito y las influencias como una llave de judo para transformar la apertura y la libertad de las democracias occidentales en debilidades.
Londres, capital del blanqueo
Durante los casi 12 años de Gobierno conservador británico se ha permitido que la madeja del Kremlin envolviera al Reino Unido convirtiendo a Londres en la “capital mundial del blanqueo de dinero”. Se ha desarrollado una red informal que, de forma indirecta y directa, sigue las órdenes de personas vinculadas a Putin. La semana pasada se supo que propiedades británicas por valor de 1.500 millones de libras (unos 1.800 millones de euros) habían sido adquiridas por rusos acusados de corrupción o vinculados al Kremlin. No han venido al Reino Unido por el clima sino porque nos ven como un lugar laxo donde esconder dinero en efectivo sin que les hagan preguntas.
La retórica dura del primer ministro Boris Johnson ni siquiera puede describirse como el cierre de la puerta del establo después de que el caballo saliera desbocado: es como si todavía estuviera reflexionando sobre lo bueno que sería instalar una puerta. En 2018, la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes ya decía que “reaccionar al comportamiento del Kremlin caso por caso ha llevado a un estrategia inconexa” y que “los activos guardados y lavados en Londres apoyan de forma tanto directa como indirecta la campaña del presidente Putin de alterar el sistema internacional basado en reglas”. Priti Patel, la actual ministra de Interior, formaba parte de ese comité. No deberían haber hecho falta casi cuatro años, la concentración de más de 100.000 soldados rusos y la amenaza de una guerra para que los tories hicieran algo.
Mientras ellos se negaban a actuar, el Partido Laborista ha presentado un plan creíble para terminar con la corrupción. Incluye reformar el Registro de Sociedades para aumentar la transparencia en los datos sobre la propiedad de las empresas; dotar de más recursos y competencias a las fuerzas del orden en materia de blanqueo de dinero; actualizar las leyes contra el espionaje; y crear un registro con el nombre de los parlamentarios y asociados del Reino Unido que forman parte de consejos de administración en empresas extranjeras. Si el Gobierno de Boris Johnson apoyase este plan podría empezar a dejar a Putin sin control y recuperar la reputación de Reino Unido.
Parece de sentido común, ¿cómo es que no se hace entonces? La respuesta, tal vez, se encuentre en las cuentas del partido tory. Boris Johnson ha recibido donaciones por casi dos millones de libras (unos 2,4 millones de euros) desde que llegó al poder en 2019. Se ha enganchado al dinero vinculado a Rusia como cualquiera de los hipócritas al servicio de la riqueza de los oligarcas.
Es una buena noticia que los tories estén despertando por fin a los peligros del dinero ruso. Pero no ha pasado tanto tiempo desde que Boris Johnson se vendía como pareja de tenis en equipos de dobles a cambio de donaciones, ni desde que David Cameron daba ingenuos discursos en Moscú. El Partido Conservador, sus diputados y sus asociaciones deberían devolver todo el dinero que se llevaron. Es la única manera de demostrar que de verdad se han terminado los días en los que hacían la vista gorda ante el saqueo cleptocrático.
Keir Starmer es el líder del Partido Laborista de Reino Unido
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