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Qué cambia en la memoria pública cuando una calle pasa de llamarse General Asensio Cabanillas a Poeta Ángela Figuera

Nueva placa en la calle de la Poeta Ángela Figuera, encima del hueco dejado por la de Cabanillas.

Luis de la Cruz

24 de diciembre de 2022 01:01 h

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El pasado martes, 20 de diciembre, el Tribunal Supremo confirmó el cambio de nombre de la calle General Asensio Cabanillas por el de Poeta Ángela Figuera, llevado a cabo por el Ayuntamiento de Ahora Madrid en 2017 en el contexto de las modificaciones en el callejero de reminiscencias franquistas por la Ley de Memoria Histórica.

Como en el caso de otras vías cuyos nombres se cambiaron entonces, la decisión fue recurrida judicialmente, en este caso por un particular. En un primer momento, el juez dictaminó que la biografía de Asensio Cabanillas no reunía las características para que su nombre fuera retirado en virtud de dicha ley, aunque sucesivos recursos del Ayuntamiento de Madrid acabaron por darle la razón, hecho que ahora ha sido avalado también por el Supremo.

Las placas de la calle en homenaje al militar desaparecieron el pasado mes de marzo, después de que el grupo municipal socialista llamara la atención sobre el hecho de que aún no se hubiera puesto en su lugar a la poeta designada para sustituirlo y elDiario.es lo publicara.

Durante sus primeros años de existencia –desde 1929 hasta 1971– esta vía del distrito de Chamberí llevó el nombre impersonal, pero llamativo, de calle del Bosque, evocando el pasado agreste de la zona. Fue a la muerte del militar franquista cuando se nombró en su memoria. Lo que ahora reflejan sus paredes confronta el homenaje a un prohombre de la dictadura franquista con la reivindicación de una importante poeta silenciada en esta misma etapa.

Un personaje central del golpe de Estado franquista

Carlos Asensio Cabanillas fue uno de los puntales del golpe de Estado contra el Gobierno de la II República en el protectorado de Marruecos, junto con el coronel Sáenz de Buruaga. En la guerra que siguió al fracaso del golpe también tuvo un papel destacado dentro del bando franquista. Lideró una de las columnas que trataba de avanzar rápidamente hacia Madrid, desde Sevilla por Extremadura y el valle del Tajo hasta la capital. Es bien conocido el comportamiento represivo de las columnas en su avance por Badajoz, Toledo o Talavera. Valga como ejemplo la brutal matanza de Badajoz para ilustrarlo trágicamente.

En estos méritos se basó el Comisionado para la Memoria Histórica en la etapa de Manuela Carmena para incluirlo en su informe, aconsejando el cambio del nombre de la calle que lo recordaba. La Junta de Gobierno votó a favor de su desaparición del callejero en abril de 2017.

Amigo personal de Francisco Franco, el militar africanista no tuvo problemas para ocupar puestos de importancia en el nuevo régimen una vez terminada la guerra. Volvió a Marruecos como alto comisionado y desempeñó diversos cargos dentro de la carrera en el Ejército, que incluyeron el de jefe de la Casa Militar de Franco.

Durante el periodo en el que Europa estaba sumergida en la Segunda Guerra Mundial, mostró sus preferencias por Alemania, si bien aceptó sobornos de Reino Unido a cambio de influir sobre Franco y evitar que España entrara en guerra, según la documentación británica desclasificada. En 1945 volvió a mostrarse favorable a que España entrara en guerra, después de que se produjera el desembarco aliado en el norte de África. Fue ministro del Ejército en los cuarenta y procurador en Cortes, aunque en 1945 encontró acomodo como director de la Escuela Superior del Ejército.

En 2008, muchos años después de que muriera en su casa de la calle Blasco de Garay, el Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, presidido por Baltasar Garzón, le imputó a título póstumo los delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad.

Una poeta social cuya obra está en proceso de recuperación

Ángela Figuera Aymerich (Bilbao, 1902 - Madrid, 1984) fue una de las poetas más importantes de la generación de posguerra. Nacida en una familia burguesa (su padre era catedrático de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao), estudió en colegios propios de su condición: el Sacré Coeur francés, todavía en Bilbao, o los colegios Decroly y Montessori, ya en su etapa madrileña. Estudió por libre Filosofía y Letras y sacó en 1933 una cátedra de Enseñanza Media, siendo destinada a Huelva.

La guerra le pilla en Madrid, donde estaba haciendo unos cursos con su marido, Julio Figuera, que era socialista y se alistó en el ejército republicano. Durante estos meses, nace su hijo Juan Ramón y vive los bombardeos de la ciudad. Sus vivencias se pueden leer vívidamente en su poema Bombardeos. Aquellas noches del pavor sin luces, / apelmazadas de odios y de ruinas, /yo te esperaba. Me llegaste a veces...

Después de la guerra, depurada de su puesto de maestra, Figuera Aymerich se vuelca en la escritura, publicándose en 1948 Mujer de barro, su primer libro. Sus primeros trabajos se toparon con la censura por la sensualidad soterrada de sus versos; los siguientes, por su compromiso social.

En los años cincuenta, Figuera comienza a trabajar en la Biblioteca Nacional y en el servicio de bibliobuses. Mientras, es publicado en México su libro Belleza Cruel, con prólogo de León Felipe. Vivió en diversos lugares y regresó a Madrid en 1971 junto con su esposo. En España, su obra circuló en los habituales mostradores clandestinos de las librerías más comprometidas, y su poesía permaneció muchos años semiolvidada, condicionada por el exilio interior, a pesar de que nunca abandonó la escritura.

Hoy, su nombre en las paredes de una calle de Chamberí es ya inamovible. Las palabras impresas de las placas metálicas en sus muros, en la publicidad de los comercios o en las solapas de los sobres postales dejarán de reproducir la memoria de un general franquista.

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