El parque Rodríguez Sahagún se torna 'tropikal' y bailongo con la 18 edición del Festival Almenara
Las noches tropicales del festival Almenara, las fiestas oficiosas del barrio de la Ventilla y medio Barrio del Pilar que se celebran cada año por estas fechas, están de vuelta en el parque Rodríguez Sahagún después de un año de reflexión y barbecho. Este año, junto con la radio comunitaria, arrima el hombro en la organización la gente de La Piluka, el centro social de referencia en el Barrio del Pilar.
Los días 21 y 22 de junio la comunidad alrededor de la radio comunitaria del barrio de Almenara vuelve con su tradicional lema, Ventilla tropikal y rebelde para poner al vecindario a bailar en el anfiteatro del parque.
La de este año es ya la edición número 18 del festival. Como siempre, el plato fuerte serán los conciertos. El viernes estarán El hombre dinamita, El sombrero del abuelo y Afónica Naranjo (peculiar orquesta de pueblo). El sábado, El Monstruo del lago, Anís Guateque o Sally Browm. Nombres repletos de humor y pegada para grupos de música bailable como la electro-rumba, el funk, el cabaret, el punk, la cumbia castiza o el ska.
Durante el sábado habrá numerosas actividades, como el paseo botánico guiado por Antonio Granero, cuentacuentos (musical), espectáculos, talleres familiares o una gymkana acuática para aliviar las fechas.
Otro punto interesante de la cita, que estará puesto durante la jornada entera, será la muestra de “libros anómalos y poesía en danza” llamado Straperlo Tropical.
El festival Almenara es una de las citas autogestionadas y populares del verano más veteranas de la ciudad. Hace años, cuando el anfiteatro del parque se caía a cachos, los vecinos se acercaban a adecentarlo los días antes de la celebración. Se trata de una fiesta construida alrededor de la autogestión y con mirada política.
De alguna manera, el festival recoge una antigua tradición del barrio con San Juan. A finales del siglo XIX, en los barrios de Almenara, Huerta del Obispo y La Viña se celebraba esta festividad, y el elemento central tenía que ver más con el día a día del arrabal que con la tradición católica: se conmemoraba la inauguración de la primera fuente pública del barrio y se cortaba la cinta de otras nuevas. Así sucedió hasta los años 30.
Pasados los años, los ventilleros reciclaron las hogueras de San Juan y, a finales del siglo XX, las trasladaron a la invernal noche de Reyes. Por la misma razón que luego se proclamaron medio jamaicanos: porque ellos lo valen.
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