De los melocotoneros de Cieza a las tablas del Royal Albert Hall hay un trecho, pero la dedicación y cariño en el trabajo que se lleva a cabo en uno y otro sitio no tienen por qué ser diferentes. En esos dos escenarios, ambos exigentes, ha actuado la persona que hoy visita Elegí un mal día. Alguien que sintió la llamada de la interpretación y que fue siguiendo su rastro de manera decidida, sin vacilar, con la ilusión y el arrojo de quien tiene tan claro su destino, que no le importa en absoluto el peso de la mochila que carga o la altura de los muros que tenga que saltar. Que ni siquiera ve los muros y que ni siquiera los salta; que directamente los atraviesa.
Antón Valén es Antonio Valero, nacido en Calasparra en 1965, criado en Cieza y formado en muchos sitios. Entre otros, en la ESAD de Murcia y en la Escuela Jacques LeCoq de París. Pero el primer lugar fue un humilde grupo de teatro aficionado de Cieza compuesto por maestros, psicólogos y logopedas, al que llegó a través de la sugerencia de un vecino. Ése fue el primer vehículo al que se subió Antonio para desarrollar unas aptitudes que ni él mismo sabía que tenía. Y todo partir de su condición: de una pérdida de audición que le sobrevino siendo un niño y de los problemas para hablar derivados de dicha condición.
El fuego se avivó dentro de él hasta desarrollar una increíble carrera en el mundo de la interpretación. Pero en su camino, el destino aún le tenía guardada una sorpresa: el descubrimiento de su pasión por la pedagogía; por ponerse delante de un grupo reducido de personas y transmitirles sus conocimientos, y mandarlos a jugar. En medio hubo incluso una equivocación con final feliz: Antón quería ir a París a profundizar en el arte del mimo, y por error de traducción, acabó ingresando en la Escuela de Teatro y Formación Actoral de Jacques LeCoq, donde sacó el clown que lleva dentro.
“Yo odiaba los payasos”, dice Antón en un momento de nuestra charla, y sin embargo, acabó formando parte de la gran familia del Circo del Sol y actuando ante miles de personas en escenarios de todo el planeta. Maestros e inspiración para él fueron Buster Keaton, Charles Chaplin, Marcel Marceau o Slava Polunin. También le inspiraron los años 90 y las actuaciones con ‘Los locos’. Antón Valén define el teatro como la libertad de ser uno mismo y de ponerlo en escena. Y él ha sido libre, totalmente libre, aunque de niño pensase que tendría una vida limitada por la sordera. “Jugar y reírse de uno mismo es una apertura hacia la aceptación”, señala con tranquilidad.
Os dejamos ya con la conversación con Antón Valén, que podéis escuchar en este enlace al pódcast en Spotify.