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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

Simplemente, Juan Diego

El actor Juan Diego (archivo)

Patricio Peñalver

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Nos deja el gran actor Juan Diego. No es que nos pille de sorpresa, últimamente se muere bastante gente de esa generación que antes y durante la Transición intentaron hacer un cine atrevido. Ese cine español que bastante españoles odian, lo que más ese colectivo concreto, por ignorancia. Efectivamente, el enorme actor poliédrico en sus diversos estilos era un gran rojazo. Qué paradójico resulta que al actor lo conozcan simplemente como Juan Diego, y no como Juan Diego Ruiz Moreno. Qué decir de su interpretación junto a Paco Rabal y Alfredo Landa en los 'Santos Inocentes'. Juan Diego fue un personaje de izquierdas hasta el final de sus días, siempre consecuente y solidario, siempre junto a los desfavorecidos. Menudo pepinazo se llevaron algunos cuando lo vieron interpretar, ni más ni menos, que al general Franco en la película: 'Dragon Rapide'.

Nos deja el gran actor Juan Diego y nos quedamos huérfanos de tantas vivencias cinematográficas, de tantas sensaciones vívidas. Juan Diego era como ese personaje popular de las películas, series, o teatro, al que después ves en la calle y lo consideras como algo tuyo. Ni que decir que a mí me hubiera gustado hablar más que con las miradas, con las palabras, porque además teníamos grandes amigos en común, hasta los dos estábamos en el universo de Morente. En aquellos años salvajes del Madrid de principios de los 80 conocí a Juan Diego y no, no fue en el Cook. Creo que nos vimos en aquel bar de moda de Fernando VII y después tal vez en la discoteca 'Baile el baile', entre amigos. Aquella noche puede que me acostara a las 5 de la madrugada. Me levanté sobre las 12, bajé al bar del pico esquina, de la calle Doctor Castelo, un bar con mucha solera y ahí estaba él. Él no se había acostado. Ahí estaba. Charlaba con Francisca Sauquillo y yo desde la otra punta de la barra trataba de hacerme el disimulao, hasta que lanzó un grito: ¡Eh, ¡qué pasa, es que no me conoces!

Después. Bastante años más tarde nos volvimos a ver en Murcia. Vino con Pérez Reverte para escenificar la presentación de un libro del capitán Alatriste. Nos invitaron a cenar en el Hispano y en un momento no sé quién le dijo que cómo imitaba a Franco. Juan Diego comenzó a echar un pequeño discurso y por poco no le da un patatus a una señora que pensaba que había resucitado. ¡Eran otros tiempos! Me sorprendió que Juan Diego se retirara tan pronto, pero así era. A la mañana siguiente había quedado en Navarra con un joven director que quería hacer no sé si un corto o su opera prima. Así era. Nos deja un gran actor, nos deja su cine, que es una forma de quedarse.

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