Ni mentirles ni estropear la magia: cómo responder bien a esas preguntas difíciles que los niños hacen en Navidad

Lucía M. Quiroga

23 de diciembre de 2024 22:24 h

0

“¿Cómo baja Papá Noel por la chimenea? ¿Se aprieta mucho el cinturón? ¿Se encoge hasta ser más pequeño que un ratón? ¿Y qué pasa en las casas que no tienen chimenea?”. Son algunas de las dudas que se plantean en el cuento ¿Cómo baja Papá Noel por la chimenea?, de Mac Barnett, publicado recientemente por Nube Ocho. El libro recoge desde el humor una lista infinita de cuestiones que, a menudo durante estas fechas, se quedan sin respuesta. 

A estas preguntas hay que sumar otras dudas navideñas habituales entre niños y niñas: “¿Cómo puede ser que nunca hayamos visto ni escuchado a los Reyes Magos entrar en casa? ¿Qué hacen para que les dé tiempo a repartir en una sola noche en todas las casas?”. Y la más complicada: “¿De verdad existen los Reyes Magos y Papá Noel?”.

Para contestar a esas dudas, las expertas recomiendan devolver la pregunta y así averiguar cuánto saben los niños y niñas, siguiendo sus ritmos. “Mi invitación es que sigamos lo que los niños nos marquen, que sigamos sus pautas; si ellos preguntan, les respondemos, pero si no preguntan no hay necesidad de introducir dudas ni de asegurar nada”, explica Amaya de Miguel, formadora de madres, padres y educadores.

Preguntas devueltas y respuestas abiertas

Para de Miguel, uno de los aspectos más importantes es entender en qué punto están cuando empiezan a preguntar: “No es lo mismo responder a un niño de dos años que a un niño de diez, que quizás está ya dudando; y tampoco es lo mismo si ese niño mayor que empieza a tener dudas quiere seguir creyendo o no”, expone. Para el niño pequeño, “respondemos desde la fantasía”: “Una de las respuestas que más he utilizado yo con mis hijos es la clásica ‘porque tienen magia’. Ahí cabe todo”, explica. Con ese tipo de respuestas abiertas se evitan dos cosas: mentir abiertamente a niños y niñas y enredarnos en explicaciones complejas que puedan generar más dudas. 

Mi invitación es que sigamos lo que los niños nos marquen, que sigamos sus pautas; si ellos preguntan, les respondemos

Cuenta Lisa, madre de un niño de seis años, que su hijo empieza a estar “bastante mosqueado”. Lo que hace cuando le pregunta es responder con el mínimo de información posible. “Para mí un truco básico es devolverle la pregunta y dejar que sea él quien responde. Eso me permite saber en qué punto está y ajustar la respuesta dándole muy poca información. Por ejemplo, el otro día me preguntó si un Papá Noel que vimos en una fiesta era de verdad. Le devolví la pregunta: '¿Tú qué piensas?', y él respondió que le parecía un señor disfrazado porque el Papá Noel de verdad no puede estar en tantos sitios a la vez. No tuve que añadir nada”, explica.

Natalia Marín es maestra de educación infantil y orientadora. Para ella, es normal que los niños y niñas se hagan preguntas, y la clave para responderlas es tener clara la postura de cada familia. “Es parte del desarrollo natural y esperable de la infancia que surjan dudas y se pregunten cómo es posible que un gordinflón con traje rojo quepa por una chimenea diminuta y no salte la alarma después”, comienza. Marín es contraria a mentir a los niños y niñas, por eso propone buscar un cierto equilibrio entre “no decir mentiras ni quitarles la ilusión”. “La clave es no mojarse: no mentir sobre la existencia o la no existencia de nada, evitar mencionar aquello que luego el niño quiera conocer en profundidad”. Un ejemplo de esto es elegir bien las palabras que utilizamos: propone cambiar la típica frase de “¿Qué le vas a pedir a Papá Noel?” por otra menos concreta: “¿Qué te gustaría tener debajo del árbol en Navidad?”. 

Amaya de Miguel no ve problema en alimentar el “secreto”: “El mundo de la fantasía no tiene por qué ser una mentira; es como cuando les cuentas un cuento fantástico, ¿dirías que les estás mintiendo? Pues para mí esto es igual: les estás permitiendo vivir en el mundo de la fantasía navideña, que es lo que les toca durante su infancia, y luego llega un momento en que eso se termina porque ya se ha acabado esa fase”, reflexiona la directora de Relájate y educa.

El otro día me preguntó si un Papá Noel que vimos en una fiesta era de verdad. Le devolví la pregunta: '¿Tú qué piensas?

¿Qué pasa con los que ya lo saben? 

En el caso de que los niños y niñas hayan descubierto ya la verdad, Amaya de Miguel invita a responder de forma clara y natural. “Es una fase que hay que vivir con mucha naturalidad, todas las familias hemos pasado por ahí –salvo algunas que no lo hacen–. Es un proceso bonito, no tiene por qué ser traumático ni feo, pero lo importante es intuir en qué momento está tu hijo y, si quiere saber, decirlo con mucha naturalidad”. Además, la experta plantea hacerles partícipes, desde ese momento, del secreto navideño, pidiéndoles ayuda en los preparativos.

Es justo lo que le pasó a Verónica, madre de dos adolescentes. Cuando empezaron a tener dudas, trató de explorar en qué momento estaban. “A mí me encanta la Navidad, y me encantaba que creyesen en Papá Noel y los Reyes Magos, pero tampoco me sentía cómoda mintiéndoles cuando ya tenían dudas”, explica. Así que al principio respondía con evasivas, pero cuando ya no daba para más, les confirmó sus sospechas: “Sí, cariño, los Reyes Magos no existen, somos las madres y los padres quienes compramos los regalos. Ahora tú ya lo sabes y tienes que ayudarnos a organizarlo para tus primos pequeños”. En su casa no hubo “grandes dramas ni enfados”. “Al contrario, lo aceptaron y ahora disfrutan la Navidad desde el otro lado”, explica Verónica.  

Natalia Marín también es partidaria de responder con sinceridad, ya que de eso depende la percepción del niño o niña “sobre si puede o no confiar en ti y tu palabra”. “Si el peque empieza a preguntar varias cosas y le ves un interés real en conocer cómo funciona su mundo, ahí sí que aconsejaría mojarse y decir completamente la verdad. Si pregunta 'mami, ¿de verdad existe un hombre que entra en casa y nos deja regalos?' La respuesta debe ser: 'No, cariño, eso no es así. ¿Qué más quieres saber?”, propone Marín.

Después de una larga lista de preguntas con respuestas abiertas y divertidas, el cuento infantil ¿Cómo baja Papá Noel por la chimenea?, concluye dejando la cuestión en el aire: “No tengo ni idea de cómo lo hace, pero lo cierto es que me encanta que lo haga”.