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La prevención de residuos: educación, acción y victoria colectiva

Este fin de semana concluye la Semana Europea de la Prevención de Residuos. Centrada este año en la importancia de la educación y la comunicación ambiental, esta iniciativa ha ganado en los últimos dos años una relevancia social tan evidente como necesaria. Sin ánimo de frivolizar, podemos decir que el consumo y la producción sostenible –y la consiguiente reducción de residuos- está de moda. Y a la vez, es mucho más que una moda; se ha convertido en una poderosa corriente social que ha llegado para quedarse y que está íntimamente ligada a un compromiso medioambiental que nos apela y nos empuja a pasar a la acción a todos; ciudadanos, empresas y administraciones públicas.

El reciclaje tiene mucho que ver en esta reorganización de las grandes prioridades sociales que estamos viviendo. Casi sin darnos cuenta, pero con un constante e inagotable trabajo colectivo de fondo, la separación de residuos en nuestros hogares para convertirlos después en nueva materia prima se ha convertido en un hábito tan normalizado en nuestra vida diaria que ya casi ni nos damos cuenta de que, a su vez, es el testimonio de nuestro íntimo compromiso con el medio ambiente. Hoy millones de familias en nuestro país, sencillamente, no contemplan la posibilidad de no reciclar, de no participar en este movimiento. Y esto, se mire por donde se mire, representa un avance social espectacular.

Pero el reciclaje no es una solución mágica, no es la única respuesta. Es un eslabón más en la cadena de acciones y responsabilidades –insisto, individuales y colectivas- que deben llevarnos cuanto antes hacia un modelo de producción y consumo más sostenible con nuestros recursos y respetuoso con nuestro entorno. Nos jugamos mucho y estamos en el tiempo de descuento. Los llamamientos de la comunidad científica son cada vez más contundentes al respecto; el último, publicado hace unos días, aludía al potencial riesgo en la salud de los bebes que nazcan en un futuro inmediato si no somos capaces de cumplir los objetivos del Acuerdo de París para limitar el calentamiento global al menos en 2 grados. No es política. Tampoco ideología. Es la ciencia poniéndonos deberes para mañana.

Este problema, por lo tanto, exige ponernos manos a la obra ya. No basta con respuestas bienintencionadas o gestos inocuos. La sociedad está dando pasos para cambiar esta tendencia, pero no están siendo suficientes. Tenemos que ser capaces de revertir esta situación. Para ello, y aprovechando que en pocos días se celebra en Madrid la COP 25 (Convenio de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), instamos a los Gobiernos a emprender acciones que permitan revertir, o por lo menos empezar a frenar, las peligrosas consecuencias del cambio climático. La preservación de nuestro planeta ya no admite atajos ni posicionamientos de perfil.

Muchas de estas medidas, aceleradas por esa sociedad global que eleva su voz con más contundencia que nunca, ya están dando resultados concretos en la buena dirección. Cada vez son más los ejemplos de colaboración protagonizados por ciudadanos, administraciones públicas y empresas que están permitiendo conquistar avances sustanciales en la defensa del medio ambiente.

Un ejemplo lo estamos viendo justo ahora con la celebración de esta Semana Europea de la Prevención de Residuos. Esta iniciativa comunitaria parte de una premisa negativa –nos acercamos al punto de no retorno en el cuidado de nuestro planeta- pero articula un discurso en positivo que invita a la esperanza: ha llegado el momento de pasar de ser parte del problema a ser parte de la solución. Y esta solución que pasa sin ninguna duda por educar en un consumo y una producción responsable que nos permita reducir de manera drástica la generación de residuos. Y precisamente ahí radica el valor del reciclaje, ya que gracias a él podemos convertir esos residuos en nueva materia prima y profundizar así en una economía circular que ve recursos donde antes veía desperdicio.

Como podrá suponer el lector, en este desafío las empresas juegan un papel determinante. En particular, en lo referente a la aplicación de esa ‘R’ de reducción que acompaña a las otras dos de Reciclaje y Reutilización ¿Cómo? Mediante el ecodiseño, es decir, la innovación aplicada al diseño y producción de envases teniendo en cuenta criterios de sostenibilidad. No olvidemos que el 80% del impacto ambiental de un envase se produce durante su proceso de diseño.

Gracias al ecodiseño, durante 2018 más de 2.100 empresas en nuestro país consiguieron ahorrar más de 25.200 Tn de materias primas durante el proceso de producción de sus envases a través de la implementación de más de 3.600 medidas de ecodiseño. Y en los últimos 20 años, el ahorro de materia prima supera con creces el medio millón de toneladas. Esto es reducción. Esto es prevención de residuos. Más acción y menos declaración de buenas intenciones.

Dentro de estas medidas de ecodiseño aplicadas por las compañías en España durante el último año, cuatro de cada diez están centradas en reducir el peso o eliminar material de los envases consiguiendo, de esta forma, minimizar la cantidad de plástico y otros materiales utilizados. Evitar, en definitiva, el consumo innecesario de materias primas al mismo tiempo que se consiguen envases más sostenibles.

Un esfuerzo que está permitiendo al sector productivo de nuestro país empezar a articular una respuesta a la altura de las crecientes demandas sociales, esas que marcan –y deben seguir marcando- el ritmo de los avances en materia medioambiental. Sigamos avanzando en el terreno de la acción –que es donde las soluciones toman forma- de manera firme, coordinada y colectiva, sin dejar a nadie fuera. Acaba la Semana de la Prevención de Residuos. Empiezan 365 días para seguir ofreciendo resultados que confirmen que avanzamos por el camino correcto. Aprovechemos nuestro tiempo de descuento. Salgamos a ganar.