El rapto de Europa
Según la mitología griega Europa era una princesa fenicia a la que Zeus raptó, adoptando la forma de un toro blanco, y se la llevó desde las orillas de lo que hoy es el Líbano hasta la isla de Creta. Premonitoriamente la historia la relata Ovidio en su obra 'Las metamorfosis'. Las metamorfosis evolucionan positivamente cuando provocan transformación. mutación o cambio para perfeccionar un sistema, pero también genera efectos negativos cuando supone la transmutación de algo en otra cosa distinta.
La actual Unión Europea nace de las cenizas de la Segunda Guerra mundial y ha experimentado una profunda evolución positiva hasta llegar a su actual configuración. En algún momento de su evolución surgió la idea de transformarla en una especie de los Estados Unidos de Europa. El Reino Unido, celoso de su “esplendido aislamiento”, que ha culminado con el Brexit, se opuso a esta idea y se sustituyó por la actual denominación más aséptica de Unión Europea.
Un rápido recorrido por las sucesivas fases no puede omitir una mención y un merecido homenaje a Jean Monnet, Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Paul-Henri Spaak , a los que se denomina como los “Padres de Europa”. De acuerdo con el Plan Schuman, seis países firman un Tratado (1952) para crear la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) con la finalidad de gestionar en común sus industrias del carbón y del acero. Estos seis países son Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. En estos tiempos cobran vigencia y ojalá sirvieran de advertencia, las palabras de Robert Schuman: “La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan. La puesta en común de las producciones de carbón y de acero cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas”.
Entre las instituciones que configuran la actual Unión Europea cada vez están adquiriendo un mayor relieve las competencias del Parlamento Europeo, como organismo representativo de los ciudadanos de Europa. La elección de sus miembros asegura la plena legitimidad democrática de la Unión. Debe estar totalmente asociado al proceso legislativo europeo y ejercer, en nombre de los ciudadanos, un control político sobre las otras instituciones de la Unión. El Tratado de Maastricht (1992) subordinó a la aprobación previa del Parlamento, el nombramiento por parte de los Estados miembros de la presidencia y los miembros de la Comisión como órgano colegiado. Su producción legislativa (Directivas, Acuerdos, Reglamentos) pasa a integrarse en la legislación de los Estados miembros.
Las primeras elecciones, por sufragio directo, para elegir a los miembros de esta amplia asamblea parlamentaria (720 escaños), tuvieron lugar en 1979 y en estos momentos, estamos llamados a las urnas, el próximo día 9 de junio, para elegir a los europarlamentarios que corresponden a nuestro país (61 escaños). Las tensiones y los conflictos de intereses entre los veintiséis países que actualmente componen la Unión Europea, han sido continuos, pero se han superado con mayores o menores concesiones. Siempre han existido partidos políticos, incluso países euroescépticos, pero se ha impuesto el realismo y se han sorteado los obstáculos. asentándose mayoritariamente entre los ciudadanos que actualmente la componen.
La geopolítica y las corrientes autoritarias y antidemocráticas que han llevado a un personaje como Donald Trump a la presidencia del país que encarnaba la bandera de los derechos civiles y de la democracia han repercutido, por desgracia, en numerosos países. El continente europeo no podía ser ajeno a estas tendencias y en el seno de la Unión han surgido fuertes y peligrosas inclinaciones hacia posiciones antidemocráticas que ponen en riesgo sus principios fundacionales. Creo que, en mayor o menor medida, no existe país que no padezca estas reaccionarias corrientes de pensamiento. La homofobia, el rechazo al diferente, el recorte de libertades, el cierre de fronteras a los que piden asilo y mejores oportunidades y el negacionismo del cambio climático son algunas de las políticas que se implantaran en Europa si triunfan mayoritariamente las propuestas de los movimientos de la ultraderecha que tratan de revivir el pasado.
Nuestro porcentaje de participación en estos comicios siempre ha sido bajo. Solo en las últimas (2019) se superó ligeramente, por unas décimas, el 50%. Los debates sobre las que se celebraran el 9 de junio deberían versar sobre el presente y futuro de la Unión Europea y los conflictos y retos comunes a los que nos enfrentamos. Sin embargo, el bloque de la derecha prefiere aparcar estas preferencias y decantar el voto en función de las tensiones políticas internas. Pretenden utilizar su resultado, que estiman favorable, como un plebiscito que sirva como herramienta para derrocar al Gobierno. Recomiendo paciencia, solo unas elecciones generales pueden incidir sobre el panorama político nacional.
Está en juego el modelo democrático y los valores que inspiraron a los fundadores. Este espíritu, en mi opinión, solo se encarna en liberales auténticos, socialdemócratas, verdes y grupos políticos similares. El grupo popular español y ahora parece que el europeo, no tiene reparo en aliarse con la extrema derecha para retroceder en derechos y libertades. Atención a las posibles propuestas sobre el aborto que pueden llevarnos a recortes parecidos a los del Tribunal Supremo norteamericano. Respecto del divorcio no hay problema, todo el espectro de la derecha ha demostrado que son unos verdaderos entusiastas.
Como ya he señalado, por mucho que se empeñen los corifeos de la derecha extrema y la extrema derecha española las elecciones del 9 de junio son solo europeas. El índice de participación, en plena tensión política, va a ser muy significativo. El elector español tiene ante la urna dos opciones; la Europa de las libertades, la tolerancia y la cultura de la Ilustración o retroceder a tiempos oscuros y desenlace incierto que fueron los que despertaron la conciencia de los que pusieron las bases para que surgiera una Europa que ahuyentase los fantasmas del pasado.
En el caso de un triunfo del denominado Grupo Popular se podría reproducir el mito del rapto de Europa en versión actualizada. La sección española, fiel a nuestras esencias, puede proponer como emblema la imagen de un toro de lidia corneando la idea fundacional de Europa. Estoy seguro de que no conseguirían matarla pero la pueden dejar malherida.
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