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Entre pasarse de frenada y estar KO

Los diputados del PP Miguel Tellado y Cuca Gamarra, junto a Alberto Núñez Feijóo, en una sesión de control al Gobierno.
14 de octubre de 2024 22:29 h

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El caso Koldo ya es el caso Ábalos porque el exministro está al borde la imputación y porque lo desvelado en el informe de la UCO da todo lujo de detalles sobre las contraprestaciones que el que también fuera secretario de Organización del PSOE recibía a cambio de las adjudicaciones de su departamento al empresario Aldama. Sin embargo, el PP y sus altavoces mediáticos ya hablan del caso Sánchez, de “las 8 autopistas de corrupción” y de la “financiación ilegal del PSOE”.

Nada hay, de momento, en el informe de la UCO que apunte sobre el presidente del Gobierno. Todo lo contrario, en los whatsapp revisados por los investigadores a los miembros de la trama hay mensajes en los que se dice literalmente que Sánchez “tuvo unas palabras muy duras” con Ábalos como consecuencia de la visita de Delcy Rodríguez.  Sin embargo, la consigna del PP es que “el número 1” tiene que ser el equivalente a la  “X de los GAL” o al “Luis, sé fuerte” de Mariano Rajoy, como si un “Bien” a una información falseada por el propio Ábalos, según la propia Guardia Civil, sobre el motivo de la visita de la célebre Delcy Rodríguez a España fuera sinónimo de “pilla el dinero y corre”. 

¿Qué fue de la pirueta social de Feijóo? La derecha sabe que en el marco de los derechos tiene escasa credibilidad porque su voto siempre ha sido negativo a cualquier avance o reconocimiento para los trabajadores o para las minorías. Por eso ha vuelto por la senda que mejor transita, que es la de llevar a los tribunales lo que no puede ganar, por falta de apoyos, en el Congreso de los Diputados. Al PP se le dan mucho mejor las togas que las votaciones y, como sabe que hoy no tiene votos para sacar adelante una moción de censura, quién mejor que los jueces para poner contra las cuerdas a Pedro Sánchez. 

La derecha se ha lanzado a una brutal ofensiva cuyo último peldaño ha sido la presentación de una querella por financiación ilegal, tráfico de influencias y cohecho, ante el juzgado número 5 de la Audiencia Nacional. Esta es la decisión que salió después de cuatro horas de deliberación en domingo de la plana mayor del PP y con la que salta a la vista que se han pasado de frenada estando ya el caso Ábalos judicializado, y sin aportar más pruebas que la denuncia de un anónimo con voz distorsionada que dice haber estado en la sede socialista para entregar una bolsa con dinero.

La respuesta del PSOE, que anda más KO de lo que intenta trasladar en público, ha sido poner en marcha el ventilador de las 30 causas por corrupción que acumulan los de Feijóo en los tribunales y comparar la inmediata reacción que tuvo Sánchez al pedir el acta de diputado a Ábalos mucho antes de que se conociera el alcance de su implicación en la trama, con la que el PP mantuvo ante la Gürtel, la caja B de Génova y la financiación ilegal que acreditó la Audiencia Nacional en mayo de 2018.

No parece esa la mejor manera de eludir la responsabilidad in vigilando ni de aclarar cuál de las cuatro versiones que dio en su día el Gobierno sobre el furtivo encuentro entre Ábalos y la vicepresidenta de Venezuela en el aeropuerto de Barajas es la verdadera, aunque el Supremo no viera en ello ningún delito. Alguna explicación sobre esto y sobre la información que manejaba sobre Ábalos cuando lo cesó al frente de Fomento no estaría de más. Está tardando el presidente y está tardando el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, en aclarar también si es cierto que su antecesor presentó en Ferraz gastos desorbitados y por qué conceptos, cuántas veces le advirtió de sus malas compañías en relación al grupo de empresarios que campaban a sus anchas por el Ministerio y por qué nadie le pidió explicaciones al respecto. 

Hasta donde la investigación alcanza por el momento no estamos ante la Gürtel del socialismo español, pero es obvio que la oposición ha olido sangre y no piensa soltar la presa, lo que obliga al PSOE a salir del perfil bajo en el que se ha instalado Cerdán y a algo más que al argumentario que repiten, con sus aciertos y sus errores, los únicos ministros que dan la cara ante los medios y que son únicamente cuatro de los 22: Alegría, Bolaños, López y Puente. El resto, ni está ni se le espera.

Sánchez va a necesitar, además de la revolución que se anuncia en el seno del Gobierno y en la dirección del PSOE para después del congreso federal, unos Presupuestos Generales del Estado para 2025 con los que disipar la sensación que ya cunde entre sus filas de que todo se desmorona y de que no hay nadie en Ferraz ni en La Moncloa en el diseño de una estrategia que vaya más allá del titular del día siguiente.

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