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El fantasma de la dignidad
Mi perfil en redes es la imagen de una viñeta de Quino: Mafalda encarándose con el cartel de un parque, en el que se lee “Prohibido pisar el césped”, y ella le pregunta enfadada “¿Y la dignidad, no?”
La verdad es que no sólo ha pasado a ser una palabra hueca, vacía, a menudo en boca de políticos y políticas que posan con caras de dignos o dignas, sino que usarla en otros ámbitos puede resultar snob, o tan rancia como el título de dignatario, siempre acompañando a alguien con posados hiper dignos.
Sin embargo, la dignidad ha recuperado prestigio gracias a una mujer que promulga el lema “La vergüenza debe cambiar de lado”. ¡Vaya atrevimiento femenino o feminista! Pero Gisèle no falta ni un día al juicio contra su marido, del que no voy a decir nada que no se haya dicho ya, ni de los más de 50 cobardes que alquilaron el cuerpo de una mujer anestesiada para saciar sus cobardes violaciones y asisten al juicio enmascarados, porque no se atreven a dar la cara. Y ahí está la diferencia: Gisèle sí la muestra, a veces con gafas oscuras que le atenúan las violentas imágenes proyectadas y la protegen del ojo público, pero en los momentos de responder a su ex marido, a cara descubierta y sosteniendo la mirada. Es el nuevo rostro que recupera la dignidad frente a la sociedad- La premian con aplausos y flores, mientras los defensores de los acusados pretenden ultrajarla mostrando fotos en las que aparece con los ojos abiertos. ¡Qué defensa tan digna!
Entonces a mí se me fue la cabeza, que a ritmo vertiginoso revisaba imágenes del ámbito político en los últimos días. Veo a González Pons lanzando acusaciones que insultan al gobierno y a la ciudadanía, a Feijóo fantocheando sin rastro de rubor, Abascal siempre sacando su dignísimo pecho, a Meloni con su encantadora sonrisa mientras manda inmigrantes a cambio de millones a países ahogados, etc.
Pero lo más denigrante para cualquiera que tenga un ataque de pensamiento propio, es ver la típica foto con los máximos dignatarios de Europa, ocupando sus dignos lugares asignados sin orden de dignidad, mientras un tal Netanyahu no se digna ni a responder sobre los últimos atentados terroristas perpetrados por su ejército, gracias al equipo de inteligencia y la colaboración cómplice de países, en especial EEUU, que no asumen el privilegio escandaloso que otorgan a quienes se quejan por ser víctimas de antisemitismo.
Vuelvo a mirar la foto de los altos dignatarios europeos y compruebo la penosa realidad: son fantasmas obsoletos de la dignidad.
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