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Casado recupera la entente con Vox que rompió en la moción de censura: pacto en Madrid y nueva foto de Colón

Pablo Casado y Santiago Abascal, durante un Pleno del Congreso.

Iñigo Aduriz

31 de mayo de 2021 22:23 h

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El líder del Partido Popular, Pablo Casado, volverá a manifestarse junto al presidente de Vox, Santiago Abascal, en la Plaza de Colón de Madrid. La protesta, convocada por una plataforma impulsada por la exlíder de UPyD, Rosa Díez, tiene como objetivo mostrar públicamente el rechazo a los previsibles indultos del Gobierno a los presos independentistas condenados por el procés. Y se celebrará el próximo 13 de junio, dos años y tres meses después de la conocida como foto de Colón, la imagen de la concentración de febrero de 2019 en esa plaza madrileña contra Pedro Sánchez en la que, por primera vez, se pudo ver juntos a los líderes de las tres derechas, PP, Vox y Ciudadanos.

Tras conocerse la confirmación de Casado la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, también aseguraba a última hora de este lunes que asistirá, y eso que hasta entonces su equipo quiso evitar que se reeditara la foto de 2019, considerada internamente como el inicio de la caída en picado de Ciudadanos en las urnas, reflejada en cada cita electoral de los últimos dos años. Arrimadas intenta desmarcarse de los otros dos partidos con los que, sin embargo, mantiene pactos en el Gobierno de Andalucía y en varios ayuntamientos, en el marco del giro al centro emprendido por su partido tras la salida de Albert Rivera, después de la debacle de noviembre de 2019.

En un principio, el PP también se resistió a confirmar la asistencia de su máximo líder a la protesta del próximo día 13. Pero finalmente este lunes el secretario general, Teodoro García Egea, aseguró que Casado sí acudiría ya que “todas las iniciativas pacíficas y cívicas en contra de los indultos van a contar con el apoyo del PP, desde su presidente hasta el último afiliado”. En la misma comparecencia, el número dos de los populares defendió en cambio los indultos aprobados por los gobiernos de Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, entre los que estuvieron los concedidos a los condenados por su participación en los GAL, los exsocialistas Rafael Vera y José Barrionuevo. “Ninguno de los indultados por González, Zapatero o Aznar fueron socios de sus gobiernos o tenían un grupo parlamentario que les diera apoyo en esa legislatura”, zanjaba García Egea, en rueda de prensa.

Los populares se encuentran inmersos en una campaña de acoso y derribo contra el Ejecutivo, por la previsible concesión de la medida de gracia a los líderes independentistas, y con la compiten con Vox y Ciudadanos. La estrategia actual de Casado es calcada a a la que puso en marcha el expresidente Mariano Rajoy, durante la primera legislatura del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que también se basó, como ahora, en recursos ante los tribunales, recogidas de firmas, movilizaciones callejeras y mociones en todos los parlamentos autonómicos y los ayuntamientos. En ese caso, sin embargo, la guerra sin cuartel fue en contra del Estatut catalán y la negociación entre el Estado y ETA. Solo que entonces el PP no tenía competencia por la derecha. Ahora es Vox el que cada día endurece su guerra contra un Gobierno al que considera ilegítimo.

La amenaza consumada en Andalucía

Por eso Casado ha decidido finalmente acudir a la concentración de Colón del día 13, donde coincidirá con Abascal, cuando apenas quedan unas semanas para que PP y Vox tengan que pactar para la investidura de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, donde los populares arrasaron en las elecciones del 4 de mayo aunque, al quedarse a cuatro escaños de la mayoría absoluta, necesitan de la abstención o del apoyo de la extrema derecha para poder reelegir a la presidenta de la Comunidad de Madrid. La extrema derecha, completamente normalizada en Madrid, ya garantizó la misma noche electoral que Ayuso podrá contar con sus votos.

El encuentro de Casado y Abascal se producirá además tras varios meses de empeoramiento de sus relaciones, y apenas unas semanas después de que Vox cumpliera el pasado miércoles su amenaza dejando de apoyar a la coalición de gobierno de la Junta de Andalucía (de PP y Ciudadanos) como castigo porque el Gobierno regional en manos de Juan Manuel Moreno Bonilla acogió a trece menores migrantes llegados a Ceuta, atendiendo al reparto del Gobierno central. La extrema derecha llevaba días chantajeando a PP y Ciudadanos asegurando que si llegaban esos niños, dejaría de sostener a la coalición. Y lo cumplió. En Madrid, donde el Gobierno de Ayuso ha aceptado acoger a veinte menores, no ha habido represalias de momento.

Vox se abstuvo en la votación de la enmienda a la totalidad presentada por Adelante Andalucía (Podemos-IU) contra la tramitación de la ley del suelo, uno de los proyectos legislativos estrella del Gobierno de Moreno Bonilla. La citada enmienda que tumbó la normativa en el Parlamento andaluz recibió el apoyo de todos los partidos de izquierda –que sumaron 50 votos–, frente al 'no' de los partidos de la Junta, PP y Ciudadanos –47 escaños–, y la abstención de los 11 parlamentarios del partido de Santiago Abascal. Con su gesto, Vox situó a las formaciones de la coalición del gobierno andaluz en minoría, acabando con la estabilidad política de la que hasta ahora presumía el propio Moreno Bonilla que, sin el entendimiento con la extrema derecha, tendrá muy difícil continuar la legislatura y, previsiblemente, tendrá que adelantar las elecciones a otoño.

El secretario general del PP, Teodoro García Egea, afirmaba este lunes que Andalucía “necesita estabilidad” y criticaba a Vox por pedir elecciones en Andalucía y en el resto del país. “España necesita un poco de estabilidad. Y si los españoles quieren enmarcar en algún lugar al PP, que nos enmarquen dentro de aquellos que queremos gobernar para todos y dejarnos ya de mociones y de elecciones”, manifestaba. “¿Por qué piden ahora elecciones? ¿Qué necesidad hay ahora de hacer elecciones con un Gobierno estable que funciona, que baja impuestos y mejora la vida de las personas?”, se preguntaba.

El PP depende absolutamente de Vox en algunos de los principales lugares en los que gobierna, como Andalucía, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad o la Región de Murcia. Precisamente en esta última comunidad se dio otro ejemplo de esa dependencia la semana pasada, donde PP y Ciudadanos tuvieron que apoyar una polémica iniciativa de la extrema derecha en el Ayuntamiento de la capital regional para que suene el himno de España todos los días en los colegios de la región.

Del “hasta aquí hemos llegado” a Colón

En este contexto, Casado está intentando reconducir su relación con Abascal, prácticamente rota –aunque mantuvieron sus gobiernos de coalición– a raíz de la fallida moción de censura que presentó Vox contra Pedro Sánchez en septiembre de 2020 y en la que Casado pronunció un duro discurso contra Abascal. “En estos dos años como presidente del PP no he contestado a sus provocaciones, por respeto a sus votantes. Hoy por fin ha quedado al descubierto. Hasta aquí hemos llegado”, zanjó entonces Casado, en una intervención que desde su equipo consideraron como “un punto de inflexión”.

“El PP no somos ni furia ni ruido, no alimentamos fracturas, queremos cerrarlas, creemos en una sociedad abierta y libre”. “No somos como usted porque no queremos ser como usted”, le dijo a Abascal. “Entre la nación de naciones y la España grande y libre hay un espacio intermedio donde estamos 47 millones de españoles hartos de la polarización en la que ustedes echan esporas”, señaló, para concluir: “Votaremos 'no' a su candidatura para presidir el Gobierno de España. Votaremos 'no' porque decimos no a la ruptura que usted busca, 'no' a la polarización que usted necesita, como Sánchez. 'No' a esa España a garrotazos, en blanco y negro, de trincheras, ira y miedo. 'No' a ese engendro antiespañol, que también patrocinan ustedes, esa antipolítica cainita de izquierda o de derecha destinada a hacer que los españoles se odien y se teman. Decimos 'no' a su moción porque decimos 'no' a Sánchez y a sus socios, los visibles y el que está en la sombra, que es usted”.

Rememorando la etapa en la que Abascal formó parte del PP, Casado le decía al líder de Vox que había presentado “una moción contra el partido que le ha dado trabajo durante 15 años”. “Usted ya tenía cargo público cuando yo estaba en el colegio”, añadió. A Vox, Casado le acusó de pasarse “tres meses atacando al PP para nada. Mucho ruido y pocas nueces, como todo lo que hacen”.

En la montaña rusa que es su relación con Vox, Casado suavizó su discurso contra la extrema derecha en la reciente campaña madrileña, consciente de que podía depender del partido de Abascal la investidura de Díaz Ayuso. También hizo suyas algunas de las proclamas de Vox, como la necesidad de llegar a acuerdos de Estado de manera “urgente” en materia de seguridad ciudadana, inmigración ilegal y okupación de viviendas, tres de los tradicionales caballos de batalla del partido de Abascal.

Años de virajes sobre Vox

Lejos quedaban los durísimos ataques contra Vox de meses anteriores. El presidente de los populares fue especialmente contundente durante la campaña catalana, sin lograr evitar que la extrema derecha quedara por encima del PP por primera vez en unas elecciones, ya que Vox entró en el Parlament con once diputados mientras el partido de Casado se quedó con solo tres, uno menos que la representación con la que contaba antes de los comicios.

Entonces, el líder del PP aseguraba que Vox “quiere sacar a España de la Constitución y de la Unión Europea”. Y equiparaba a la extrema derecha con el expresident de la Generalitat Carles Puigdemont: “¡Es exactamente lo mismo que pide Puigdemont! Por eso comparten grupo parlamentario. Los flamencos que defienden a Puigdemont son los socios de Vox en el Parlamento Europeo, y eso no lo queremos”. En el cierre de la campaña catalana, Casado dijo, refiriéndose al independentismo catalán y también a Vox, que él no estaba de acuerdo “con esos radicalismos iliberales que, sean independentistas o populistas de derechas, lo que quieren es acabar con el estado de las autonomías”.

Casado aseguró que defender la libertad implicaba apoyar “proyectos”, como el del PP, “que defiendan la libertad”, y se definió como más próximo a los postulados de la canciller alemana, Angela Merkel, que a los de la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, a la que vinculó con Vox. “Estamos aquí desde hace 40 años. Otros no estaban aquí”, zanjó entonces.

Nada de eso se escucha en boca de Casado en las últimas semanas, porque la dirección del PP no quiere que el electorado de derechas perciba ningún choque con Vox que pueda beneficiar al partido de Abascal o perjudicar a sus propios gobiernos. Ambos líderes coincidirán en Colón en apenas dos semanas. Por un lado, pugnarán por llevar la batuta de la protesta contra los indultos y la hegemonía de esa estrategia frente al Gobierno, dentro de su permanente batalla por liderar la derecha. Por otro, evidenciarán una unidad de acción de las dos principales fuerzas conservadoras –además de Ciudadanos– que lleva meses sin producirse.

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