Un juzgado de Madrid tiene en su poder la identidad del agente de los servicios de seguridad israelíes que empuñó su pistola el 8 de febrero del año pasado durante la protesta de un grupo de estudiantes en el interior de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense. Con el atestado policial en su poder, el magistrado Carlos Valle ha preguntado a la Fiscalía si procede archivar las diligencias previas abiertas a raíz de la querella presentada por tres manifestantes.
En el oficio policial, al que ha tenido acceso elDiario.es, la Brigada Provincial de Información explica que el individuo que sacó su arma –al que identifica con nombre, apellido y número de tarjeta de residente extranjero– tiene pasaporte diplomático del Estado de Israel y nació en Rusia. “Es una persona acreditada legalmente como personal diplomático en funciones de protección de la Excma. Sra. Embajadora del Estado de Israel”, añade la Policía española.
El paraninfo de la Facultad de Filología de la Complutense acogió los pasados 7 y 8 de febrero un ciclo denominado ‘Acuerdos de Oslo: una conmemoración’. La primera jornada contó con la participación del embajador palestino en España. Al siguiente día estaba anunciada la intervención de la jefa de la delegación diplomática israelí en Madrid, Rodica Radian-Gordon. Grupos estudiantiles y propalestinos habían anunciado una protesta que derivó en enfrentamientos entre estos y el personal de seguridad de la universidad a los que se sumaron agentes israelíes, según el testimonio de los manifestantes.
El choque provocó la intervención de la Unidad de Intervención Policial (UIP), que acabó con el arresto de dos mujeres, una de ellas de 22 años y otra de 44, que a día de hoy siguen imputadas en otro juzgado por resistencia a la autoridad. A un total de 44 manifestantes se les notificó la apertura de un proceso administrativo por infracción de la Ley de Seguridad Ciudadana.
En su atestado, los agentes de Información, desplegados de paisano en la Facultad, aseguran que no vieron al agente israelí sacar la pistola, tal y como acredita un vídeo grabado por los manifestantes. Pero añaden que una vez se planteó esa posibilidad han identificado al individuo y la pistola que portó: “marca Glock, calibre 9mm parabellum, con número de identificación (…) debidamente guiada por las autoridades de intervención de armas del cuerpo de la Guardia Civil y asignada para el cumplimiento de sus funciones de protección a la persona identificada”.
Los policías aseguran no haber visto nada
Los policías españoles aseguran no haber visto empuñar el arma al agente israelí pero sí hacen un relato detallado de la actuación de los manifestantes. “La masa de personas irrumpió de forma violenta en el interior del edificio arrollando al personal de servicios auxiliares y seguridad que se encontraba realizando funciones de control de acceso en la entrada de la facultad y provocando diversos daños en las puertas de acceso”, recoge el oficio policial.
“Acto seguido –continúa– se dirigieron rápidamente a la entrada del salón donde tenía lugar la actividad, con la evidente intención de acceder al mismo y boicotearlo”. La Policía sí reconoció la intervención de agentes israelíes que, junto a otros españoles de paisano y miembros de la seguridad privada de la Universidad “interceptaron” a los manifestantes. “Se produjeron forcejeos con esta masa que pretendía violentar el acceso y que finalmente logró impedirse”, añade el atestado.
En el parte de intervención, igualmente incorporado al juzgado, la Policía dice que las dos mujeres detenidas son las que en ese momento “ejercen la violencia física principalmente de una manera más extrema, provocando lesiones en un agente de la Policía Nacional y en el jefe de seguridad de la Universidad, teniendo que ser atendidos por el SAMUR en el lugar de los hechos”. Ellas fueron detenidas y los otros 44 manifestantes identificados para ser sancionados.
Los manifestantes propalestinos aseguran que la versión policial, cuando asegura que no vio al agente israelí sacar el arma, “se contradice con los propios hechos, por los gritos de las activistas al ser encañonadas, sus exigencias a los agentes [españoles] de que detuvieran al individuo y el ocultamiento tras una puerta que la Policía hizo del pistolero”.
“La contradicción de la versión policial muestra el difícil lugar en el que la embajada israelí ha puesto al Cuerpo Nacional de Policía, puesto que no sólo quedó grabado cómo el pistolero amenazó de muerte a las estudiantes, sino que en el vídeo aparecen agentes secretos de policía ocultándolo y, por tanto, evadiendo su deber de detenerlo”, añaden.