Hoy día mundial de la salud es momento de reivindicación para obtener una sanidad universal para todos sin distinción de clase, raza o género. La realidad es que la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios sanitarios esenciales. Y no lo digo yo, lo dice el director general de la OMS: “Nadie debería tener que elegir entre la muerte y las dificultades económicas. Nadie debería tener que elegir entre comprar medicamentos y comprar alimentos”.
ONG y asociaciones están cubriendo las necesidades de muchos pacientes que han sido olvidados por el Estado, especialmente migrantes, pensionistas, jóvenes y mujeres.
Cuando eres una chavala escuchas la famosa frase “mientras tengas salud, lo demás es secundario” o “que no nos falte la salud”. En esos momentos pones cara de póker porque te suena a frase hecha, un mantra de abuela, como quien habla del tiempo en el ascensor sin decir nada. Sin embargo, con los años vas tomando conciencia de lo que significa esa frase y de su importancia, especialmente si tienes problemas de salud graves.
En los años en los que se apostó más por medidas sociales y antes de la crisis económica pudimos estar orgullosos por nuestra sanidad pública. Éramos un ejemplo mundial. A día de hoy es una lástima decir que estamos por debajo de la media de los países de la UE en inversión. Las listas de espera para especialistas son interminables lo que hace a muchas personas saquen dinero de donde no tienen para salvar sus vidas. No podemos seguir permitiendo un país donde hay listas negras –en Andalucía ocurre- en las que se incluyen a médicos de atención primaria por derivar a especialistas a sus pacientes. Es inhumano que personas que han pagado durante toda su vida impuestos lleguen a tener gran preocupación por su salud al no obtener respuestas por parte del sistema.
Por otro lado, no podemos permitir tampoco los colapsos producidos en urgencias, consecuencia de la falta de derivación a especialistas. No hay más que ir a cualquier hora a un hospital público y ver sus urgencias colapsadas, con gente sufriendo hasta límites que llegan a asustar. Tampoco es nada justo que dependiendo de la Comunidad Autónoma se tenga un tipo de sanidad u otra, unas ventajas o ninguna.
Ni que decir tiene el fracaso absoluto de la Ley de Dependencia y todos los fallecidos que ha dejado hasta el día de hoy. Noventa personas mueren al día esperando las ayudas a las que tienen derecho. Todo ello acompañado de la inexistencia de la figura de la asistencia universal y gratuita, la dificultad para acceder a prótesis, sillas, rehabilitación… hace que debamos poner el grito en el cielo y actuar de inmediato.
Hago especial hincapié en la falta de investigación que existe en nuestro país y la necesidad urgente en presionar al Gobierno para que destine más dinero a algo que es de todos y pagamos todos. Al mismo tiempo, considero fundamental dedicar esfuerzos a las llamadas enfermedades raras, algo que sufren miles de pacientes y sus familias de este país. Es una vergüenza que se destine menos del 6% del PIB en la sanidad pública y se invierta cada vez más en la privada, sólo para quienes pueden permitírselo.
Y para finalizar, me parece de vital importancia dedicar recursos y esfuerzos a la salud mental. Vivimos momentos convulsos, de estrés, de competitividad y ritmos de vida incesantes, de inestabilidad social y económica, precariedad y aumento de la pobreza. La ansiedad se ha convertido en la enfermedad de nuestros tiempos. Mientras cambiamos el mundo para evitar estas situaciones –sería lo ideal- es urgente que tomemos conciencia como sociedad de la importancia y necesidad en recursos sanitarios para evitar sufrimientos innecesarios.
Supuestamente hoy es un día que se conmemora no sólo para hacer trending topic, sino porque la sanidad es un derecho básico y universal, no un privilegio, y todas las personas tenemos la responsabilidad de actuar y defenderlo. Nos va la vida en ello.
Hoy día mundial de la salud es momento de reivindicación para obtener una sanidad universal para todos sin distinción de clase, raza o género. La realidad es que la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios sanitarios esenciales. Y no lo digo yo, lo dice el director general de la OMS: “Nadie debería tener que elegir entre la muerte y las dificultades económicas. Nadie debería tener que elegir entre comprar medicamentos y comprar alimentos”.
ONG y asociaciones están cubriendo las necesidades de muchos pacientes que han sido olvidados por el Estado, especialmente migrantes, pensionistas, jóvenes y mujeres.