Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja en más de 120 países salvando vidas, proporcionando seguridad y protección a los niños y las niñas y defendiendo sus derechos. En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social.
Sierra Leona, más allá del ébola
Este artículo ha sido escrito por Kadi Juma, Directora de Incidencia Política de Save the Children en Sierra Leona.
Cada fin de semana los mercados se llenan de gente que acude a hacer la compra de la semana. Dentro siempre hace calor y la actividad es frenética, vendedores gritando, compradores regateando y niños correteando entre los puestos. Así es un fin de semana en Freetown, al menos lo era antes de que llegara el ébola.
Hoy, los dueños de los negocios tienen suerte si reciben sus envíos de comida al completo y, cuando lo hacen, los precios de los alimentos se encargan de ahuyentar a los compradores, sobre todo a las familias más pobres, en las que quien traía el pan a casa ha perdido su trabajo a causa de la crisis del ébola.
Pero esa no es la única razón por la que los mercados están apagados. El ébola ha creado un sentimiento de miedo en esta ciudad y en todo el país. La noche del sábado fuera con amigos ahora es la noche del sábado en casa poniéndote al día a través de la seguridad del teléfono. El gobierno está controlando los horarios para intentar minimizar la expansión del virus, lo que supone que todos los negocios cierren antes de las 6 de la tarde entre semana y al mediodía los sábados. Los domingos todo debe permanecer cerrado.
Cuando volví a mi país, Sierra Leona, en el año 2000, estaba, como muchos de mis compatriotas, ansiosa por empezar de nuevo. Nuestro país había sufrido 11 años de violencia, las infraestructuras habían quedado destruidas y los niños con cicatrices para toda la vida. Los habitantes de Sierra Leona necesitaron años para superar el impacto psicológico de la guerra mientras el gobierno trabajaba para reinsertar a los combatientes en la sociedad. Decidimos avanzar y nuestro país no tardó en volver a la vida. Nuestro índice de desarrollo humano empezó a mejorar, las proyecciones económicas eran positivas y el turismo emergía poco a poco.
Todo cambió con la crisis del ébola. La economía que antes estaba creciendo se ha quedado en punto muerto. Los líderes mundiales y empresariales se reúnen estos días en Davos para hablar de la respuesta al ébola a largo plazo y las últimas previsiones económicas para Sierra Leona y nuestra vecina Liberia son deprimentes. La huida de los inversores tras el estallido de la crisis significa que un elevado número de jóvenes no tendrán perspectivas de empleo una vez que la epidemia termine.
El mayor reto será reconstruir los sistemas de salud. Sierra Leona, como muchos otros países afectados por conflictos, tenía un sistema de salud frágil mucho antes de que estallara la crisis del ébola. La falta de trabajadores sanitarios cualificados y de abastecimiento hacían del país uno de los sitios más difíciles para que una madre diera a luz.
Si el acceso a cuidados básicos era difícil en Freetown, en las áreas rurales era casi inexistente. Muchas veces, las mujeres tenían que caminar varios kilómetros para dar a luz, para encontrar una instalación sanitaria donde ni siquiera tenían garantizado el acceso a un equipo adecuado que le permitieran dar a luz de manera segura a su bebé. Los profesionales sanitarios trabajaban sin descanso en instalaciones precarias, desabastecidas, para proporcionar la mejor atención posible. El ébola era lo último que necesitábamos y ha tensado el sistema sanitario hasta un punto cercano al colapso.
Muchos trabajadores sanitarios han perdido sus vidas a causa del virus, y los que han sobrevivido se han centrado en la respuesta a la crisis o tienen demasiado miedo para volver al trabajo. Sin embargo, el problema no es solo el acceso sino una falta de confianza en el sistema. Después de que tantos profesionales hayan muerto por ébola, las comunidades no confían en un sistema que no es capaz de proteger a los suyos.
Otra de las grandes secuelas de esta crisis es el impacto en la educación. Las escuelas de todo el país llevan cerradas desde marzo y el trabajo para reabrirlas será tan difícil como la propia operación de respuesta al virus. Muchos profesores han muerto por ébola y los que han sobrevivido han buscado otros trabajos. Los niños que han perdido a sus padres también han perdido el medio de costear su educación y se han quedado fuera de la escuela. Por si fuera poco, una vez que cerraron, las escuelas se convirtieron en centros de tratamiento de emergencia, por lo que el trabajo de reconvertirlas otra vez en escuelas seguras llevará su tiempo.
Lo más descorazonador es que este tipo de desastre era completamente prevenible. Hemos estado haciendo campaña durante años para conseguir más inversión de los gobiernos para fortalecer el sistema sanitario y prevenir estas crisis. Los gobiernos y los donantes están empezando a poner planes en marcha para que los servicios sanitarios vuelvan a funcionar, así como para fortalecerlos, de cara a los próximos retos que se presenten en el futuro. Pero me da miedo que en unos meses, una vez que el ébola se contenga y Sierra Leona desaparezca de las noticias, los donantes, gobiernos y la opinión pública se olviden de nuestro pequeño país. Para que esto no se repita, necesitamos asegurarnos de que la respuesta internacional se mantenga una vez que se haya contenido el brote.
El virus no solo ha matado a miles y dejado a millones de niños fuera de la escuela, también ha destruido nuestra forma de vida por la que tanto luchamos después de la guerra civil. Se ha roto el sentimiento de camaradería entre la familia y los amigos, no hay abrazos, no se muestra la empatía, y todo el mundo mantiene la distancia con el otro. Nuestra cultura no es así.
Llevará años reconstruir las comunidades, pero hemos demostrado que somos capaces de emerger de las cenizas y crear una sociedad próspera. Comencemos.
Este artículo ha sido escrito por Kadi Juma, Directora de Incidencia Política de Save the Children en Sierra Leona.
Cada fin de semana los mercados se llenan de gente que acude a hacer la compra de la semana. Dentro siempre hace calor y la actividad es frenética, vendedores gritando, compradores regateando y niños correteando entre los puestos. Así es un fin de semana en Freetown, al menos lo era antes de que llegara el ébola.