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¿Quién fue el que te fundó, Itálica?

Anfiteatro de Itálica, uno de los espacios más significativos de la ciudad.

EP

6 de febrero de 2022 20:37 h

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Un trabajo redactado por miembros de la Universidad de Sevilla sobre el origen de la ciudad romana de Itálica, cuna del emperador Trajano y patria de la familia de Adriano, avisa de que frente a la tesis tradicional de su fundación a manos del general Publio Cornelio Escipión Africano, “las evidencias arqueológicas” reflejan que el nacimiento de dicha ciudad constituye aún “un problema sumamente complejo, lleno de matices y no exento de lagunas”.

El estudio en cuestión, titulado Itálica: la fundación de Publio Cornelio Escipión Africano en el corazón de la Hispania púnica, está firmado por los investigadores de la Universidad Hispalense Oliva Rodríguez Gutiérrez y Francisco José García Fernández, quienes profundizan en el origen de la citada ciudad romana, cuyas ruinas aspiran a la declaración de Patrimonio Mundial como exponente del urbanismo y la arquitectura en la etapa del emperador Adriano.

Para ello, en este trabajo de 2016 se remontan a la batalla librada en el año 206 previo a la era actual entre las tropas comandadas por Publio Cornelio Escipión Africano y el ejército cartaginés capitaneado por Asdrúbal Giscón, un enfrentamiento saldado con la victoria romana y la finalización de la II Guerra Púnica en Iberia.

En ese contexto, y recordando que la finalización de la II Guerra Púnica marcó el comienzo de la ocupación romana de la península, estos autores señalan que el historiador romano Apiano es “paradójicamente, el único autor que refiere la fundación de Itálica por Escipión” tras dicha batalla, considerando “llamativo” que el también historiador Tito Livio no lo hiciera. Porque como esgrimen estos investigadores, Tito Livio “sigue de cerca a Polibio (historiador griego) en los episodios hispanos de la Segunda Guerra Púnica” y pesa “la especial inclinación tanto de uno como del otro, hacia la figura del general romano”.

“El interés de la propaganda augustea”

Según razonan, sería “esperable” que Tito Livio hubiese recogido la fundación de Itálica a manos de Publio Cornelio Escipión Africano, “teniendo en cuenta el contexto de la obra de Livio y, especialmente, el interés de la propaganda augustea por ensalzar la memoria de Escipión como predecesor de la figura de César y de Augusto”.

“Sin embargo, sólo Apiano hace referencia explícita al establecimiento de los soldados heridos en la ciudad que acabó llamando Itálica, tomando el nombre de Italia”, ignorando según estos autores “de dónde procede esta información, pues Apiano dispuso de una variada cantidad de fuentes para la confección de su libro sobre Iberia”.

Así, estos autores exponen que “los estudios sobre el origen y los primeros años de andadura de Itálica han estado muy determinados por la tradición filológica, cuyo epicentro no puede ser otro que el controvertido texto de Apiano”.

En este punto, Oliva Rodríguez y Francisco José García Fernández puntualizan que “en todo caso, resulta sugerente que sea precisamente un autor contemporáneo de Adriano el que transmita el único relato fundacional de su ilustre patria”, toda vez que fue dicho emperador, de orígenes italicenses, quien promovió la notable ampliación urbanística de Itálica, concediéndole además el rango de colonia romana.

“La primera referencia explícita”

“Como transmitieron los historiadores antiguos y han secundado los actuales, Itálica habría sido fundada con un considerable contingente de población itálica de extracción militar, como primera experiencia de este tipo fuera del territorio nuclear”, pero “para encontrar la primera referencia explícita a un italicense habrá que esperar hasta mediados del siglo II a.C., en el contexto de las Guerras Lusitanas”, analizan estos dos autores, señalando que “de nuevo aquí la referencia de Apiano provoca cierto desconcierto”.

Para estos investigadores, “es más que probable” que el nombre de Itálica derive de “un aporte de contingentes itálicos, ya fueran soldados veteranos o colonos”, planteando “hasta qué punto ello autoriza a pensar en una fundación ex novo, siquiera en una dipolis (creación de una ciudad adosada o próxima a un núcleo preexistente) u otras fórmulas de sinecismo”.

En ese sentido, advierten de que “la evidencia arqueológica ha demostrado que nos encontramos ante un problema sumamente complejo, lleno de matices y no exento de lagunas, que sólo un estudio sistemático de la propia ciudad republicana y su territorio permitirá sortear”, pesando que la denominada Vetus Urbs de Itálica, la ciudad previa a la expansión promovida por Adriano, yace bajo el casco urbano del actual municipio de Santiponce.

En ese sentido, Oliva Rodríguez y Francisco José García Fernández rememoran que unos sondeos acometidos en 1977 en la calle Moret, lugar del casco histórico de Santiponce donde fue hallada la espectacular escultura de la Venus de Itálica, “confirmaría por primera vez y, de forma definitiva, la existencia de niveles estratificados de época prerromana, al menos” desde finales del siglo IV antes de la era actual.

Antes de la conquista romana

“Ello sirvió entonces para corregir la propuesta inicial y comenzar a plantear la existencia de una dipolis, fruto de la fundación romana junto a un poblado turdetano previo”, exponen estos investigadores, recordando que el propio arqueólogo e historiador Manuel Pellicer “ya advirtió en 1976 la presencia de materiales anteriores a la conquista romana, quizá del siglo IV a.C”, en la zona alta de Pajar de Artillo.

Al hilo, agregan que el arqueólogo José Luis Escacena fue “el primero en plantear una cronología alternativa para la secuencia del Pajar de Artillo, fechando sus primeros niveles de ocupación entre finales del siglo IV y mediados del III a.C”.

“No somos los primeros ni quizá los últimos que pensamos que Itálica sea posiblemente la ciudad menos itálica entre los centros urbanos del Bajo Guadalquivir, al menos durante la mayor parte de la República”, exponen así estos investigadores, avisando de que “a día de hoy, la caracterización de la primera Itálica y de toda la posterior etapa republicana, e incluso de forma más genérica y prolongada en el tiempo, preadrianea; sigue presentando enormes lagunas para el conocimiento”.

Los nuevos hallazgos

Sobre dicho planteamiento, consideran “sugerente que autores como Ramón Corzo propusieran la existencia de una muralla única encargada en torno a comienzos del siglo I a.C., para reunir a las dos supuestas poblaciones, indígena y romana”, explicando que mientras “diferentes especialistas” como el emblemático arqueólogo británico Simon Keay han defendido que no pesa “evidencia alguna para la consideración de este núcleo dúplice, los nuevos hallazgos arqueológicos sí constatan, por el contrario, la presencia de este encintado”.

Volviendo al relato de Apiano, estos investigadores insisten en que “no parece casual que sea precisamente un autor contemporáneo de Trajano y Adriano el único que haya recogido el episodio fundacional (de Itálica) a manos de Escipión”, reiterando “los limitados datos arqueológicos a disposición para ilustrar la primera andadura de la Itálica fundada por Escipión”.

De tal manera, advierten de que en la Itálica previa a la expansión urbana promovida por Adriano, elementos como “una muralla tardorrepublicana de zócalo pétreo y adobes, restos de casas, estructuras de producción y contextos de consumo, no difieren en gran medida de los que se pueden encontrar en otros centros próximos, considerados por la investigación como indígenas”, poniendo una vez más de relieve que “la insistencia en datos firmes para la paternidad del núcleo romano parece fraguarse en tiempos de Trajano y Adriano”.

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