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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

¿Cómo se confirma un caso de coronavirus? La invención premiada por el Nobel que nos permite seguirle la pista al virus

Foto: Liau Chung-Ren/ZUMA Wire/dpa

Esther Samper

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El viernes 31 de enero, el Ministerio de Sanidad confirmó el primer caso de nuevo coronavirus en España en La Gomera. El paciente, de nacionalidad alemana, había estado previamente en contacto con un paciente diagnosticado de coronavirus en Alemania. En estos momentos, esta persona y otras cuatro más que también habían estado expuestas al mismo individuo con la infección están ingresadas en observación y aisladas en el Hospital Virgen de Guadalupe de La Gomera.

En la actualidad, se calcula que un 20% de las personas afectadas por el coronavirus desarrolla complicaciones graves como neumonía y dificultad respiratoria, especialmente en personas de riesgo (edad avanzada, enfermedades crónicas, bebés...). La amplia mayoría de los afectados por coronavirus muestra síntomas leves (similares a un resfriado o a una gripe), lo que conlleva que muchos de ellos no acudan a los centros sanitarios para la realización de un diagnóstico. Esta, junto a otras razones, ha llevado a diversos expertos en salud pública a estimar que el número de pacientes que se han infectado por coronavirus en China es, realidad, muy superior a los casos confirmados, lo que supondría que la letalidad real del virus es mucho más baja que un 2-3%.

Aunque es prácticamente imposible confirmar todos los casos ante una epidemia de una enfermedad que se haya extendido por un país y que se presenta casi siempre con síntomas leves, confundiéndose con otras comunes, la confirmación del diagnóstico de coronavirus es esencial para conocer detalles como la letalidad del virus, su extensión entre la población y qué signos y síntomas provoca en los pacientes afectados.

En España y según Sanidad, se declaran como casos sospechosos de coronavirus a aquellas personas que muestren síntomas típicos y hayan estado en contacto estrecho con casos confirmados (por ejemplo, estar a menos de dos metros) o que hayan visitado recientemente en la provincia de Hubei (China). Además, dado que el periodo de incubación del virus puede ser bastante largo (hasta de 14 días), también se pone bajo observación a aquellas personas sin síntomas, pero con un contacto estrecho con casos confirmados o presencia en el lugar crítico de la epidemia (como es el caso de los españoles repatriados de Wuhan). Solo si se desarrollan síntomas, se enviarían muestras al Centro Nacional de Microbiología (CNM), que es el responsable de centralizar las pruebas de pacientes sospechosos de portar el virus y confirmar oficialmente los resultados.

Ante los pacientes sospechosos con síntomas, existe un protocolo detallado, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 17 de enero, sobre los diferentes pasos para confirmar si se tratan realmente de casos de nuevo coronavirus. Al respecto, se define como caso confirmado la detección por pruebas de laboratorio de una infección por el virus 2019-nCoV, independientemente de los síntomas y signos clínicos. Las muestras útiles para realizar análisis de laboratorio van desde secreciones nasales o faríngeas, pasando por esputos (expectoraciones de los bronquios, la garganta y la nariz que se escupe por la boca) hasta biopsias de tejido pulmonar en el caso de fallecidos.

Aunque existen diferentes técnicas de laboratorio para comprobar la presencia del coronavirus en el cuerpo de un paciente, la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (RT-PCR) es la recomendada en la actualidad por autoridades sanitarias como la OMS por su fiabilidad y rapidez (se realiza en cuestión de horas). Su variante original, la PCR supuso hace décadas una revolución para la biología molecular gracias a que permite la expansión rápida y sencilla de ADN o ARN lo que hace posible la realización de numerosas pruebas genéticas. Su inventor, Kary Mullis, recibió el Premio Nobel de Química en 1993 por este avance.

El funcionamiento de la RT-PCR es, en esencia, sencillo. Gracias a la secuenciación del genoma del nuevo coronavirus de diferentes lugares, sabemos su secuencia de nucleótidos (A, U, C y G) en sus genes, es decir, el orden y combinación de las “letras” en su ARN (hay virus con ADN y virus con ARN). Además, también sabemos qué secuencias de letras en el nuevo coronavirus son características de este para genes determinados y diferentes de los otros coronavirus.

Para la realización de una RT-PCR se añaden una serie de moléculas (que vienen en kits para diagnóstico) junto a muestras de la persona sospechosa en un aparato llamado termociclador para que solo se produzca la expansión de secuencias muy concretas de un virus y no de otro. Si estas secuencias existen, se amplifican y quedan marcadas por fluorescencia en el termociclador detectándose como una señal de fluorescencia que se incrementa con el tiempo. Si el nuevo coronavirus no estuviera presente, este material genético no se expandiría y tampoco se detectaría ninguna señal de fluorescencia. Para garantizar un resultado positivo no se recomienda hacer una única prueba sino dos, con genes diferentes del virus 2019-nCoV. Además, existen laboratorios de referencia en la Unión Europea que aceptan recibir muestras para confirmar cualquier test positivo que se hubiera dado en este territorio.

Además del diagnóstico por RT-PCR las autoridades sanitarias también recomiendan la secuenciación del virus para conocer detalles como saber de dónde viene o las nuevas mutaciones que pudieran estar presentes. Conocer cómo es genéticamente el nuevo coronavirus en diferentes lugares del mundo es de gran utilidad para que los microbiólogos conozcan cómo se mueve este microorganismo, cuál es su capacidad de mutación y qué puntos débiles tiene para el desarrollo de una vacuna. Y es que conocer la secuencia genética del coronavirus no solo nos permite seguirle la pista a lo largo del mundo, sino también combatirlo en el futuro.

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