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La verificación de sexo: 60 años discriminando a las deportistas intersexuales

De izquierda a derecha: las atletas Foekje Dillema, María José Martínez y Dutee Chand

Teguayco Pinto

“Sé quien soy. Solo soy una chica normal”. Estas fueron las declaraciones que la atleta india Dutee Chand realizó tras conocer la resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en francés). Tenía 18 años y la normativa deportiva le obligaba a someterse a un tratamiento hormonal para reducir sus altos niveles de testosterona si quería seguir compitiendo, dado que se le presuponía una ventaja respecto al resto de competidoras. Pero Chand se negó. Denunció su caso ante el TAS y ganó.

En aquella sentencia de 2015, el tribunal suspendió la normativa vigente desde 2011 y dictaminó que tanto la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés), como el Comité Olímpico Internacional (COI), debían presentar pruebas científicas que justificasen una regulación tan discriminatoria, dando para ello un plazo de dos años que termina el próximo 24 de julio.

Pero en los últimos dos años la IAAF no ha presentado pruebas definitivas que avalen su posición. El último estudio fue presentado el pasado martes y sus resultados indican que, efectivamente, las mujeres con altos niveles de testosterona pueden tener cierta ventaja

La diferencia de rendimiento no es suficiente

Hay quien cree que dicho trabajo está lejos de ofrecer unos resultados los suficientemente contundentes como para hacer cambiar de opinión al tribunal. Así lo piensa la investigadora del Centro de Ética Biomédica de la Universidad de Stanford y asesora de Dutee Chand durante el proceso, Katrina Karkazis, quien ha asegurado a eldiario.es que “el estudio de la IAAF es solo ruido y sus resultados no son la evidencia que el TAS pidió”.

Karkazis recuerda que el tribunal sentenció que para justificar un reglamento tan discriminatorio para las mujeres intersexuales (aquellas que nacen con características biológicas que no encajan con las nociones binarias típicas de hombre-mujer) la IAAF debía demostrar que las atletas con niveles más altos de testosterona tienen una ventaja de rendimiento sobre sus pares similar a la que los hombres suelen tener sobre las mujeres.

“No es que las atletas femeninas con mayor testosterona no tengan algo de ventaja sobre sus compañeras”, afirma Karkazis, “pero no es equivalente a la que los atletas masculinos tienen sobre las atletas femeninas”. Esta especialista asegura que los márgenes de beneficio señalados en el estudio, de entre un 1% y un 3%, son los mismos que la IAAF ya presentó en 2015 y que fueron rechazados por el tribunal. 

Aún así, los autores de la investigación insisten en señalar que la testosterona es un factor más importante que cualquier otra característica biológica, algo que niega Karkazis. “Eso es solo una opinión y es algo que su estudio no demuestra en absoluto. Ellos solo hicieron un estudio observacional, no realizaron una comparación con ninguna otra característica biológica”, sentencia esta especialista.

Una historia de humillaciones

Pero el caso de Chand no es el primero. Las autoridades deportivas llevan décadas tratando de desarrollar normativas con el objetivo de preservar la integridad de las competiciones deportivas femeninas. Sin embargo, históricamente no se han tenido en cuenta los muchos matices que hay a la hora de definir el sexo de una persona y el resultado ha sido la humillación de muchas mujeres deportistas.

“Se está humillando públicamente a las mujeres porque el escrutinio que se hace de ellas es público y se está permitiendo que sea así”, explica a eldiario.es la exatleta española María José Martínez Patiño, que fue víctima de los controles deportivos de sexo en la década de los 80. La velocista gallega tuvo que someterse a una prueba que reveló que poseía el cromosoma Y (generalmente masculino), por lo que se le retiró su licencia para competir en 1986.

Martínez fue una de las primeras mujeres en enfrentarse legalmente a estas verificaciones, pero antes otras mujeres habían pasado por situaciones similares. En 1950 la velocista holandesa Foekje Dillema fue expulsada de su selección por negarse a desnudarse para un examen médico. No volvió a competir. Años después se comenzaron a realizar test citogenéticos, similares a los que le hicieron a Martínez y que en 1967 se utilizaron para retirar los tres récords del mundo de la corredora polaca Ewa Kłobukowska.

La testosterona como nueva barrera

Aunque las verificaciones de sexo, ya fueran visuales o basadas en tests citogenéticos, quedaron atrás, el problema no ha terminado. Ahora la atención de las autoridades deportivas se ha centrado en aquellas mujeres que tienen testículos, ya sea porque son mujeres trans o porque son intersexuales (mujeres que pueden tener testículos internos), como la atleta sudafricana Caster Semenya.

Los testículos son los responsables de generar testosterona, por lo que la normativa obligaba a estas mujeres a someterse a un tratamiento hormonal o una extirpación quirúrgica. “Este es el patrón que se utiliza ahora, no te puedo decir que sea el más justo, pero creo que debe haber un control”, asegura Martínez, que hoy es Directora del Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad de Vigo y que ha participado como asesora de la comisión médica del COI en defensa de la normativa que tumbó el TAS.

Martínez reconoce que la testosterona “no es el único factor que influye en el rendimiento y seguramente no es el más relevante”, pero defiende la necesidad de que haya una regulación. “Deben hacerse controles, porque si no lo hacemos seguiremos sin resolver esta situación. Llevamos casi 5 décadas con este problema y todavía no hemos dado con la tecla”.

Y parece que el problema no está cerca de resolverse, ya que Martínez coincide con Karkazis en señalar que, a pesar de que los resultados del último estudio de la IAAF “son interesantes, no dan respuesta a lo que pedía el TAS y no creo que sean suficientes para convencer al tribunal”.

Aún así, Martínez asegura que tanto el COI como la IAAF seguirán trabajando para elaborar una norma que proteja a a todas las mujeres deportistas e insiste en que “no se puede eliminar una norma sin aportar una alternativa”.

En este sentido, la exatleta considera que “el futuro puede estar en realizar una verificación del resultado deportivo y no una comprobación del sexo de la atleta”, tal y como se hace con los controles antidopaje. “Solo cuando se haya obtenido un resultado deportivo, se harán las pruebas necesarias para confirmar que es justo”, concluye.

Una normativa “paternalista”

Karkazis, por su parte, ve en la preocupación por proteger el deporte femenino una actitud “paternalista” y considera que se basa en “una visión de las mujeres como innatamente vulnerables y necesitadas de protección. ¿De qué están protegiendo el deporte femenino, de mujeres que rompen récords de mujeres? Lo único que hace peligrar el deporte femenino son las políticas que discriminan a las mujeres”.

Esta especialista en bioética asegura que se está hablando de “mujeres que han vivido y competido como mujeres toda su vida, al igual que sus competidoras” e insiste en que “estas regulaciones están diseñadas para eliminar del deporte de élite a aquellas mujeres que tienen una condición sexual atípica”.

Por su parte, Martínez señala la necesidad de recabar la opinión de las mujeres deportistas sobre la existencia de este tipo de normativas. “Parece mentira, pero en 50 años nadie le ha preguntado a las mujeres. Las autoridades deportivas se han limitado a hacernos pruebas desnudas, controles genéticos, controles hormonales… pero nunca se ha preguntado a las deportistas qué opinan sobre este tipo de controles”.

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