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La memoria histórica en los libros de texto: “Dedican más espacio a las etapas de la Guerra Civil que a la represión”

Franco y Hitler hacen el saludo fascista durante su reunión en Hendaya en 1940

Laura Galaup

7 de mayo de 2023 22:02 h

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Libros de texto que dedican “muchísimo más espacio a la historia militar” de las diferentes etapas de la Guerra Civil que a la represión franquista. Manuales donde tampoco hay hueco para detallar el papel de la Iglesia en la dictadura o los castigos que se imponían desde el régimen de Francisco Franco a las mujeres disidentes. Tras revisar más de una decena de libros escolares, estas son las conclusiones a las que llega la investigadora de la Universidad de Zaragoza Isabel Escobedo Muguerza en un artículo titulado La dictadura del silencio. Las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo en los libros de Secundaria y Bachillerato.

El trabajo ha sido publicado en la revista Historia y Memoria de la Educación, editada por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). En él analiza nueve libros de texto de 4º de la ESO y siete de 2º de Bachillerato publicados por distintas editoriales españolas desde 2007, año en el que se aprobó la Ley de Memoria Histórica, hasta 2019.

Autocensura en el aula

¿Por qué se cuenta la historia de España a los alumnos de esta forma? La investigadora sostiene, en conversación con elDiario.es, que “es mucho más aséptico” relatar “las etapas militares de la guerra” y el “movimiento de los ejércitos” que “profundizar en las causas y consecuencias que tenía esa guerra en la población civil y en la población militar”. 

A la misma conclusión ha llegado el profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León Enrique Javier Díez, que también estudió los fallos y carencias de muchos libros de texto a la hora de abordar esa etapa histórica. Sus hallazgos fueron publicados en el libro La asignatura pendiente (ed. Plaza y Valdés. 2020). “Lo que más se percibe en todas las investigaciones que hemos hecho es que el pin parental de Vox ha conseguido que el profesorado empiece a autocensurarse para no tener problemas, para que no les denuncien”, apunta a esta redacción.

“Mientras no haya un consenso social respecto a estos temas difícilmente la mayoría de los manuales escolares van a recoger un adecuado tratamiento de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura”, señala la investigadora de la Universidad de Zaragoza en el artículo publicado en la revista de la UNED. 

Este no es el único motivo abordado por Escobedo, también alude al contenido de la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU). En autonomías como la Comunidad de Madrid los alumnos deben afrontar esta prueba sabiendo sintetizar “las grandes fases de la guerra, desde el punto de vista militar”. 

Tesis equidistantes

La investigadora sostiene que este temario es “absurdísimo”. “En la carrera, yo que he hecho la Licenciatura de Historia, no dimos las fases de la Guerra Civil porque mi profesor, que era Julián Casanova, en ningún momento consideró que eso fuera importante”, indica. En su lugar, cree que sería más provechoso explicar a los alumnos “el hambre, la represión y las consecuencias de la guerra sobre la población civil”. 

En su análisis, centrado en este caso en el de los libros de 4º de la ESO, Escobedo reseña que hay una apuesta común por describir la Guerra Civil como una batalla “fratricida en la que ambos bandos cometieron atrocidades”. Se presentan los hechos de una manera “supuestamente distante y aséptica, con formas genéricas que no profundizan en la raíz de los problemas o en el origen de la violencia y que no parecen querer abordar de forma clara y decidida el tema”. En esa misma línea, alerta de que “muy pocos” libros “diferencian la naturaleza” de las represiones de la zona republicana y de la sublevada.

Diferencias al abordar la represión

A lo largo de la investigación realizada, Escobedo explica que los manuales abordan de cuatro formas distintas la represión durante la Guerra Civil: omitiéndola; intentando “parecer neutrales” sin conseguirlo; detallando “ciertas diferencias entre ambos bandos”, pero con tesis que “llevan a la equidistancia” y, finalmente, con una “equiparación inevitable entre ambos bandos”.   

Al estudiar el franquismo, tampoco existe un patrón común al analizar la violencia y la represión. “La mayoría de los libros de 4º de la ESO, sobre todo los de las editoriales más conservadoras como SM o Edelvives, exponen el tema superficialmente, sin hacer ni siquiera alusión a las leyes represivas fundamentales del régimen franquista”, apunta Escobedo.

“En el siguiente grupo se encuentran casi el resto de los libros de 4º de la ESO; aquí estarían los que nombran las leyes represivas, pero no profundizan lo suficiente o no nombran los diferentes tipos represivos”. Finalmente, restaría una tercera categoría en la que los manuales “podrían ser considerados como una buena adaptación de los debates historiográficos actuales al contexto escolar”.

La sensación de los entrevistados, tras consultar a alumnos y compañeros, es que los estudiantes terminan su etapa escolar en Secundaria y Bachillerato sabiendo “más del nazismo que del franquismo”, indica Díez. Escobedo comparte esa reflexión. Apunta que se marchan con la idea de que Hitler y Mussolini fueron “horribles”, pero aparecen matices al abordar el papel de Francisco Franco. “Se destaca la segunda etapa del franquismo: que Franco hacía pantanos y que hubo mucho desarrollo económico. Siempre se aparta la primera etapa de la dictadura, que es la más oscura y la más conflictiva”, añade.

Un currículum extenso previo a la EvAU

El profesor de la Universidad de León sostiene que el método educativo provoca que gran parte del estudiantado ignore “lo que sucedió en esa época”, tanto lo referente a la represión franquista como lo relativo a la lucha antifranquista. “O no llegan o la pasan de puntillas”, apunta, a la vez que realiza una matización. Según destaca Díez, la editorial “Luis Vives sí que menciona la represión; incluso, incluye dentro de sus actividades alguna referencia a la lucha antifranquista y a las víctimas españolas de los campos de concentración nazis”.

Frente al tiempo y a la extensión que se dedica a estudiar la historia militar de esta época, los entrevistados advierten de varios temas tabú que “no se abordan en ningún libro de texto”. “La incautación de bienes y el origen de las grandes fortunas del Ibex 35, como Ferrovial”, reseña Díez, que también cita “el papel legitimador de la Iglesia dentro del aparato represor del franquismo”. En esos manuales, tampoco tiene presencia “la represión dirigida específicamente hacia las mujeres: rapado de pelo, aceite de ricino, violaciones o abuso sexual”, añade Escobedo. 

Presencia del movimiento memorialista

La ley de Memoria Histórica supuso un punto de inflexión para introducir en el aula contenidos sobre la Guerra Civil y el franquismo. La norma remaba a favor, pero la historiadora también pone en valor el trabajo realizado desde comienzos de los 2000 por colectivos memorialistas como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Esta organización lleva décadas solicitando la apertura de fosas y la identificación de represaliados por el bando sublevado. 

Con la irrupción de los movimientos memorialistas, Escobedo sostiene que la “política del consenso empezó a resquebrajarse”. Sin embargo, estos avances sociales y normativos no han permeado en los manuales escolares. Teniendo en cuenta esta situación, la autora señala que los discursos de los libros de texto “distan bastante de lo esperado a estas alturas y conectan más con la tesis de ‘ambos bandos cometieron atrocidades”.

Si bien la utilización de los libros de textos “continúa siendo una práctica bastante generalizada entre el profesorado”, según la investigadora aragonesa; Díez exculpa a algunos de sus compañeros y recuerda que la libertad de cátedra permite a los docentes no limitarse únicamente a impartir el contenido de los manuales escolares. “Hay profesorado que se implica activa y críticamente en la construcción del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado”, sentencia el docente de la Universidad de León.

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