La increíble historia de cómo la motosierra ayudó primero a nacer antes que a talar

Si algo puede cortar un hueso, puede cortar cualquier cosa. Esa fue la lógica que acabó llevando una motosierra a un quirófano en lugar de un bosque.
Mucho antes de abrir caminos entre árboles caídos, su primer uso fue otro: partir pelvis humanas durante el parto. Fue un procedimiento quirúrgico real, doloroso y tan brutal como parece: una sierra con cadena dentada girando sobre carne viva.
La sinfisiotomía: una solución inhumana para un problema obstétrico
La intervención se conocía como sinfisiotomía, una técnica obstétrica pensada para ampliar la pelvis cuando el bebé no podía pasar. La alternativa era la cesárea, pero en muchos casos no estaba disponible o directamente se rechazaba por motivos religiosos o logísticos.
En estos casos, se optaba por cortar la unión de los huesos del pubis para abrir paso al feto. El problema era que, durante buena parte del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, el procedimiento se realizaba sin anestesia. Así, el dolor y el riesgo de complicaciones eran extremos, incluso antes de que apareciera la sierra mecánica.

El primer paso hacia ese instrumento lo dieron dos médicos escoceses: John Aitken y James Jeffray. Aunque trabajaron de forma independiente, ambos diseñaron herramientas similares en plena época georgiana.
El modelo de Aitken, publicado en 1785 dentro de su tratado Principios de partería o medicina puerperal, ya incorporaba una cadena con dientes impulsada por una manivela. Su intención era clara: aumentar la precisión y velocidad durante la sinfisiotomía, aunque en la práctica las complicaciones eran frecuentes.
Mientras tanto, Jeffray, que ejerció la medicina durante seis décadas, tardó cinco años más en construir su propio prototipo. Lo utilizó sobre todo para extraer huesos enfermos de rodillas y codos, pero el diseño compartía el mismo principio que el de su colega: una cadena dentada que giraba gracias a un mecanismo manual. Fue una evolución técnica respecto a las sierras de disco de la época, que se trababan con facilidad y necesitaban retroceder constantemente durante el corte.
No tardó en quedar relegada, menos en Irlanda
El uso quirúrgico de esta motosierra primitiva nunca se generalizó. El aparato era difícil de manejar, poco preciso y, con frecuencia, causaba daños colaterales. Lo que se pretendía que fuera una mejora en la práctica médica acabó generando intervenciones más lentas y dolorosas, lo que limitó su adopción en hospitales.
De hecho, el modelo de Aitken desapareció sin dejar herederos directos, y el diseño de Jeffray acabó siendo superado por una herramienta mucho más simple: la sierra de hilo de Gigli, más ligera y fácil de controlar.

Sin embargo, en Irlanda, la sinfisiotomía se mantuvo como práctica habitual hasta los años 80 del siglo XX. Entre 1940 y 1980, unas 1.500 mujeres fueron sometidas a este procedimiento. Algunas incluso después de haber tenido ya una cesárea.
El motivo, según varios historiadores, estaba relacionado con el rechazo de ciertos sectores religiosos a permitir cesáreas que pudieran limitar futuros embarazos. Las consecuencias físicas y psicológicas de estas intervenciones salieron a la luz décadas más tarde, cuando las víctimas empezaron a compartir sus testimonios.
El salto definitivo de la motosierra al bosque
A medida que la medicina avanzó y la anestesia se volvió más accesible, la sinfisiotomía dejó de practicarse. Y con ella, desapareció también la motosierra médica. Aunque no del todo: su diseño encontró un nuevo uso lejos de los partos.
En 1905, Samuel J. Bens, en San Francisco, registró la primera patente para una motosierra aplicada a la tala de árboles. Ya no se trataba de facilitar un parto, sino de cortar madera de forma más eficiente.

Así, una herramienta nacida para desgarrar huesos humanos durante alumbramientos realmente complicados acabó reconvertida en la fiel compañera de los leñadores.
El mismo principio técnico, una cadena giratoria con dientes afilados, pero con un propósito bastante menos traumático. A veces, los orígenes no se pueden borrar, aunque conviene no olvidarlos.
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